Su madre, en contacto con la Iniciativa contra las Macrocárceles, lo dice claro: para su hijo, que tenía mucho tiempo por delante a sus 36 años, ya es tarde. Pero hacer pública la desatención médica hacia las personas presas es algo fundamental, algo que puede no sólo salvar vidas, si no mejorar las ya de por sí duras condiciones del encierro.
