"El sábado 21 de noviembre, en el último sondeo realizado, se localizó parte de una de estas fosas comunes, donde se pudo documentar la existencia de un cuerpo con evidencias de muerte violenta y cubierto con cal viva", explican a AraInfo la historiadora Cristina Sánchez y el arqueólogo Javier Ruiz.
Este jueves, tras agotar el plazo inicial de las ayudas dadas por la DPZ, se retomaron los trabajos de localización y exhumación "con la ampliación de la zona de excavación para tratar de delimitar esta fosa y de localizar las restantes. "Esta vez gracias al decidido apoyo de la Comarca de las Cinco Villas y del ayuntamiento de Exeya", añaden.
El lunes 16 de noviembre, la Asociación Charata para la Recuperación de la Memoria Histórica de Uncastillo, a la que pertenece Javier Ruiz y con la que colabora habitualmente Cristina Sánchez, junto con el Colectivo de Historia y Arqueología Memorialista Aragonesa (CHAMA) y con la colaboración de integrantes de otras asociaciones memorialistas como ARMH Batallón Cinco Villas y la ARMH Simién de Luesia y otras personas voluntarias, comenzaron las labores arqueológicas de búsqueda de las diez uncastilleras asesinadas el 31 de agosto de 1936 por falangistas, cuyos cuerpos fueron arrojados a una fosa común en el cementerio de Farasdués.
Se trata de Lorenza Arilla Pueyo, Narcisa Pilar Aznárez Lizalde, Inocencia Aznárez Tirapo, Josefa Casalé Suñén, Julia Claveras Martínez, Isidora Gracia Arregui, Melania Lasilla Pueyo, Felisa Palacios Burguete, Andresa Viartola García y Leonor Villa Guinda. “Las diez fueron asesinadas por su destacado papel social y político durante la II República en Uncastillo o por su relación con parientes varones, destacados militantes de izquierdas (Juventudes Socialistas, CNT, UGT, etc.), que en ese momento se encontraban huidos o combatiendo en zona republicana", explica Charata en una nota de prensa.
Junto a ellas reposarían en otras fosas comunes situadas en el cementerio de Farasdués más de una treintena de víctimas civiles del golpe de Estado del 18 de julio de 1936. "La comarca de las Cinco Villas fue una de las señaladas para ser rápidamente sometida a control militar, por su profunda tradición de lucha agraria y reivindicaciones sociopolíticas. La Guardia Civil, apoyada por las milicias locales de Falange y Requeté, inició una sangrienta ola de represión, detenciones ilegales y cientos de asesinatos extrajudiciales", recuerdan en la nota.
Entre el 25 de agosto y finales de septiembre de 1936 se produjeron al menos cuatro grandes sacas desde la prisión de partido de Exeya. "Además de las diez uncastilleras antes citadas, otra treintena de cincovilleses vecinos de Asín, Erla, Ejea, Biota, Castiliscar, Luna, Sádaba y el propio Farasdués, además de tres pastores navarros, acabaron sus días bajo las balas de los pelotones de ejecución en Farasdués, siendo enterrados en fosas clandestinas en el cementerio de la localidad", concluyen.