Elisa Garrido, Alfonsina Bueno, Lise London: tres antifascistas aragonesas que sobrevivieron al infierno nazi

Ellas son tres de las once mujeres protagonistas de ‘Noche y niebla en los campos nazis’, el libro de la periodista Mónica G. Álvarez. Una obra que habla de "la lucha contra la desmemoria, contra toda clase de fascismo”, y cuyo valor reside en el testimonio de las familias de estas mujeres, resistentes y solidarias, que se enfrentaron a su destino.

Mónica G. Álvarez (en el centro con el libro), junto a las familiares de Elisa Garrido -Laura Lázaro, Pilar Gimeno (a la izquierda), Mayte Lázaro e Isabel Gimeno (a la derecha) y la diputada Elena García, en la presentación del libro ‘Noche y Niebla en los campos nazis’. Foto: Iker G. Izagirre (AraInfo)

Hay historias que estremecen, que duelen. Hay historias que emocionan y entretienen. Hay historias que educan y hacen reflexionar, que remueven conciencias y sacuden los sentimientos. ‘Noche y niebla en los campos nazis’, el libro de la periodista Mónica G. Álvarez -editado por Espasa- es una suma de todas. Historias de supervivencia, de resistencia, de solidaridad y sororidad en el infierno: el campo de exterminio nazi de Ravensbrück. Las de once mujeres, tres de ellas aragonesas, con un denominador común: la lucha antifascista.

Mónica G. Álvarez presentó su libro este jueves en Zaragoza, en el antiguo salón de plenos de la DPZ, en un acto organizado por la Asociación de Familiares y Amigos de los Asesinados y Enterrados en Magallón (Afaaem). Allí estuvo su presidenta Pilar Gimeno, incansable luchadora contra el olvido y sobrina de la cuñada de Elisa Garrido Gracia, una de las maravillosas protagonistas de ‘Noche y Niebla en los campos nazis’. Tras años de búsqueda, Pilar, Sylvie Verdi (sobrina y ahijada de Elisa, con quien estuvo hasta sus últimos días) y Juan Manuel Calvo, de Amical de Mathausen, lograron documentar la vida de Elisa. Una vida que ahora se plasma en las páginas del libro de Álvarez junto a las de otras diez inmejorables compañeras: Alfonsina Bueno Vela, Elisa Ricol López (Lise London) -también aragonesas-, Olvido Fanjul Camín, Neus Català Pallejá, Braulia Cánovas Mulero, Constanza Martínez Prieto, Mercedes Núñez Targa, Conchita Grangé Beleta, Lola García Echevarrieta y Violeta Friedman.

Las once mujeres protagonistas de 'Noche y Niebla en los campos nazis'.

Lamentablemente las voces de estas once “heroínas”, como las define la autora, se apagaron ya. “La pena que me da es que no he podido conocer a estas mujeres en persona, porque cuando escribí el libro ya habían fallecido todas”. Pero lo que hace especial a ‘Noche y niebla en los campos nazis’ es el testimonio de las familias, las que mantienen viva su memoria. Ese es su principal valor. De hecho, Álvarez subraya que Pilar Gimeno “ha sido un puntal del libro”. Un libro producto de mucha investigación, “íntimo, veraz, objetivo”, de “historias humanas”, en el que “los familiares han contribuido a que la historia sea una historia viva, y que han aportado esa emoción para reír y para llorar, para que te llegue al corazón”.

“Un libro que revuelve la tripa”, describió Elena García Juango, diputada de En Común en la DPZ y concejala en Alagón, una de las dos mujeres que acompañó a la autora en la mesa, en la que también estaba la directora general de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón, Marisancho Menjón Ruiz. “Mónica desvela historias que no conoceríamos de otro modo. Once historias de once mujeres extraordinarias, que sufrieron el horror nazi, experimentos ginecológicos entre otras prácticas maquiavélicas y deshumanizantes, pero también fueron mujeres que sobrevivieron, y lo hicieron gracias a las redes de solidaridad que tejieron. Significando para todas nosotras un ejemplo contundente, y más en este momento actual en el que nos encontramos. Un momento en el que el fascismo vuelve a resurgir con descaro, con mentiras, con ataques, con negacionismo, intentando mermar los esfuerzos para sacar de las fosas franquistas todos los restos de las personas que lucharon por la libertad y por la democracia”, apuntó García Juango.

“Nacht und Nebel”

No es la primera vez que Mónica G. Álvarez, autora de cinco libros, se sumerge en el mundo de los horrores nazis. Lo hizo antes en 'Guardianas nazis. El lado femenino del mal' (2012) y 'Amor y horror nazi. Historias reales en los campos de concentración' (2018). Pero reconoce que ‘Noche y niebla en los campos nazis’ (2021) ha sido “el más duro que he escrito”, y que estuvo a punto de no hacerlo “porque cuando escribes sobre el Holocausto pagas un duro peaje emocional”. Sin embargo, la necesidad de sacar a la luz estas historias fue el motor y la fuerza que la empujó a seguir. “Dos años de trabajo duro, muy costoso”, explica, en los que viajó hasta las entrañas de la bestia, el campo de Ravensbrück. Un proceso atravesado por la pandemia de COVID-19, lo que hizo más difícil el trabajo de investigación, que ha germinado en una obra que pone nombres, apellidos y rostros, que habla de “once mujeres valientes”, de su antes, durante y después de salir de los campos de concentración. Una asignatura pendiente con la memoria, y que, ahora, las voces de estas mujeres condenadas a desaparecer cuentan con un libro que “sostiene lo que hicieron gran parte de su vida: levantar la voz para que nadie olvide la tragedia”.

En ‘Noche y Niebla en los campos nazis’, la “visión femenina” cobra fuerza “porque sufren una doble victimización”, como presas y por ser mujeres, apunta la autora. Son once mujeres cuyo destino final parecía la muerte en las cámaras de gas. Mujeres que lucharon en la Resistencia francesa contra los nazis, que fueron detenidas y torturadas por la Gestapo y conducidas al campo de concentración. “Entrar en Ravensbrück significaba acceder a un mundo inconcebible para la mente del ser humano, el infierno en la tierra, como lo describieron muchas de las supervivientes”, escribe Álvarez en su libro. “Dante ha descrito el infierno, pero no ha conocido Ravensbrück, ni Mauthausen, ni Auschwitz, ni Buchenwald. ¡Dante no podía ni imaginar el infierno! Yo tengo una película en la cabeza en blanco y negro, tal como era todo, porque allí no había colores", decía Neus Català cuando contaba su experiencia como prisionera.

Once mujeres que lucharon por la libertad, “pero no por la individual, sino por una libertad colectiva”. Ralentizar el trabajo y hacer sabotajes, fue su modo de continuar la lucha siendo presas. Su lema era: “Todas teníamos un enemigo común. Éramos mujeres antifascistas”. Ellas “dedicaron gran parte de su vida a difundir la paz, la tolerancia y a creer en el ser humano”, recuerda Álvarez para reprochar que, mientras han sido distinguidas y condecoradas en Francia, ningún gobierno español las ha reconocido, ninguno las ha homenajeado.

Algunas de estas once mujeres fueron registradas como presas políticas a su llegada al campo de Ravensbrück, pero a otras las clasificaron como “Nacht und Nebel” (Noche y Niebla -NN-). Una categoría promulgada por Hitler -y que da nombre al libro- para hacer deportaciones forzosas, sin registros y ocultas, de personas disidentes políticas. “En los campos de concentración estaban destinadas a desaparecer en la cámara de gas. Hasta su destino fatal, vivían en los barracones en condiciones aún peores que el resto. Privadas de libertad, de cualquier comunicación con el exterior, las golpeaban y vejaban, con humillaciones continuas, violaciones, experimentos, trabajos forzados extenuantes, minando a la persona constantemente para hacerles perder la dignidad y la moral”. Álvarez sostiene que Hitler no dejó nunca nada al azar, y explica que la mente retorcida del dictador extrajo el nombre “Nacht und Nebel” de la ópera ‘El anillo del nibelungo​’ (1876) de Richard Wagner. “De un canto que emulaba la noche, como el fin, la muerte; y la niebla, que sería el humo que sale de la chimenea del crematorio”.

Elisa, Alfonsina, Lise… heroínas

La presentación en Zaragoza fue la primera de muchas que Álvarez llevará a cabo. En ella, la autora abundó en los relatos de las tres aragonesas: Elisa Garrido Gracia; Alfonsina Bueno Vela y Elisa Ricol López (Lise London).

Nacida en Magallón el 14 de junio de 1909, Elisa Garrido Gracia era una mujer alegre, divertida, animosa, humilde, altruista, de fuertes convicciones de izquierda, que siempre sonreía, como la describe su familia, presente en el acto. Afiliada a la CNT y a la agrupación feminista Mujeres Libres. En la Guerra de 1936 luchó como miliciana en el asedio al Alcázar de Toledo y en el Frente de Aragón, donde conoció a su marido, Marino Ruiz de Angulo García. Juntos pasaron a Francia, comenzaba el exilio. Pero lejos de quedarse quieta, Elisa siguió combatiendo al fascismo en la Resistencia, con el apodo de Françoise, y formó parte de la red de evasiones dirigida por el anarquista Paco Ponzán -discípulo de Ramón Acín-, en la que también participó Alfonsina Bueno Vela. Elisa fue delatada, a día de hoy sigue sin saberse por quién. Pero ella nunca dio nombres, nunca delató a nadie, jamás habló. Conducida al campo de Ravensbrück en enero de 1944, junto a un millar de mujeres, en el convoy conocido como “las 27.000” -en memoria de los números de matrícula que se asignaron a las presas, entre el 27030 y 27988-. Ella fue la 27219. Allí se topó con la violencia más brutal. “Lo primero que vio al llegar fue a un oficial nazi asesinando a sangre fría de un tiro a un bebé en los brazos de su madre”, cuenta Álvarez. Sin embargo, no rebló, y terminó siendo conocida como “la mañica” que voló una fábrica de obuses nazi. Sus compañeras, que la respetaban profundamente, la protegieron y nunca fue descubierta. “Elisa decidió vivir por sus ideales y tras la liberación regresó a Aragón. Pagó un alto precio, con problemas físicos el resto de su vida. Una mujer que con todo lo que pasó decidió disfrutar de la vida, siempre solidaria. Una mujer adelantada a su tiempo y echada para delante”. Elisa nunca recibió reconocimiento oficial en Aragón ni en el Estado español, hasta que en 2019, casi tres décadas después de fallecer en Toulouse (19 de marzo de 1990), el Ayuntamiento de su Magallón natal le rindió un merecido homenaje gracias al impulso de Afaaem -que también lucha para que su nombre se incluya en el callejero de París, que ya ha incorporado nombres como el de Neus Català-.

Carnet de combatiente (izquierda) y carnet de deportada resistente (derecha) de Elisa Garrido (1964). Fotos: © Pilar Gimeno

El 26 de enero de 1915 nacía en Morós, Alfonsina Bueno Vela, otra de las protagonistas de ‘Noche y Niebla en los campos nazis’. “Una mujer serena, tranquila, que estuvo siempre del lado del movimiento obrero y de la Revolución social”, relata Álvarez. Vinculada, al igual que Elisa y su padre, a la CNT, vivió en la comarca del Berguedá (Barcelona) y fue madre a los 16 años. Durante la Guerra de 1936, sufrió la represión y la persecución. Siguiendo los pasos de Elisa y de tantas otras, también luchó en la Resistencia francesa y formó parte de uno de los grupos de la Red Ponzán. Con su hija, Angelina, instaladas en Banyols-sur-Mer dieron refugio y tránsito a las y los camaradas republicanos y antifascistas. Y todo, ocultas al resto del pueblo. Pero, al igual que le ocurrió a Elisa, fueron delatadas y Alfonsina enviada a Ravensbrück con la etiqueta NN (Noche y Niebla) al barracón número 32. Allí sufrió, siendo un “conejillos de indias”, experimentos terribles que le impidieron volver a ser madre. También participó en sabotajes y fue trasladada a Mauthausen. Padeció los horrores de la cantera de granito y de la conocida como la “escalera de la muerte de Gusen”, donde las presas y presos eran obligadas a subir esos terribles peldaños, cargadas con piedras de más de 40 kilogramos, “cuando una presa pesaba apenas 35 kilos”. Alfonsina logra sobrevivir y se rencuentra con su marido y su hija. “Ella intentó no pensar en lo que vivió, en su padecimiento físico y psíquico, creando un mundo de amor y fantasía aferrándose a su nieta, Hélène. Pero por avatares de la vida, la familia se truncó y cuando murió, de forma trágica, ni su hija ni su nieta se hablaban con ella. Una historia tristísima”, lamenta la autora. Alfonsina falleció en Toulouse en 1979.

La última aragonesa protagonista del libro de Mónica G. Álvarez es Lise London. Nacida en la localidad francesa de Montceu-les-Mines el 15 de febrero de 1916 con el nombre de Elisa Ricol López, era hija de Federico y Francisca, nacidos en Cuevas de Cañart, él, y Dos Torres de Mercader, ella, ambos municipios de la comarca del Maestrazgo. Según ha documentado Álvarez, Lise vivió de manera enérgica la política, afiliándose con 15 años a las Juventudes Comunistas, partido al que pertenecía su padre. Se casó, se divorció y se volvió a casar, esta vez con el comunista checo Artur London. Vivió en la Unión Soviética. Con el golpe de estado fascista de 1936, Lise viaja al Estado español en calidad de secretaria de André Marty, para organizar las Brigadas Internacionales. En julio de 1938 regresa a París donde trabaja en La Voz de Madrid (órgano de expresión del exilio republicano en Francia) y posteriormente en el Centro de Documentación y Propaganda de la República española. Conoció y trabajó con Santiago Carrillo con el que forjó una gran amistad. Con la ocupación nazi, pasó a engrosar las filas de la Resistencia, alentando a las masas a combatir al ocupante. Terminó en prisión, estando embarazada. Tras pasar por varios campos, llegó a Ravensbrück, donde siempre dijo que lo que más le impresionó fue ver “a los niños tan demacrados, como muertos vivientes”. Una vez liberada, levantó su voz, escribió libros, impartió conferencias, para transmitir al mundo lo que se vivió en los campos de exterminio. “Fue una mujer solidaria a más no poder”, señala Álvarez que descubrió que en Ravensbrück, siendo stubendista (cuartelera, la persona que cuidaba del barracón), “creó un mundo paralelo”, con una biblioteca clandestina, con pequeñas fiestas y lecturas de libros, para que las mujeres presas tuvieran un cierto alivio en su rutina diaria, “logrando un espíritu solidario entre todas, esa sororidad de la que hablamos ahora”. “Una mujer admirable, otra heroína”, a la que estando en sus últimos días en el hospital, “le gustaba tomarse una copita de Oporto”. Pequeños detalles que la ayudaron “a esa vuelta a la normalidad”, en la que estas mujeres tuvieron que reaprender a vivir, y a quitarse esa culpabilidad de “porque yo he sobrevivido y otras han muerto”. Como anécdota, la actriz francesa Simone Signoret la representó en la gran pantalla en ‘La confesión’ (1970), película de Costa Gavras basada en las memorias de Artur London. Lise fue “de aquellas que pudieron hablar del Holocausto, intentando trasladar sus enseñanzas, en valores de libertad, respeto, democracia y tolerancia. Porque hubo otras mujeres que no pudieron hablar por sus circunstancias psicológicas y que también es completamente loable”, destaca la autora. Falleció el 31 de marzo de 2012 en París.

“No podemos permitir que estas mujeres sean silenciadas”

Mónica G. Álvarez con su libro. Foto: Iker G. Izagirre (AraInfo)

Con ‘Noche y niebla en los campos nazis’ Mónica G. Álvarez pone su granito de arena en "la lucha contra la desmemoria, contra toda clase de fascismo”. Porque, según manifiesta, “no podemos permitir que estas mujeres sean silenciadas”. “Hay que mantener viva su imagen, sus historias, su sitio en la Historia, con H mayúscula [Herstory]. Nuestra misión, y la de las generaciones venideras, es tomar ese relevo. Enfrentarnos a toda ideología que vaya en contra de los derechos humanos y de la dignidad humana. A ellas les costó mucho esfuerzo sobrevivir por esos ideales, por todas, no solo por ellas. Y se lo debemos”.

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