Este territorio, situado principalmente en la margen izquierda del río Dniester, se autoproclamó independiente tras la caída de la Unión Soviética y desembocó en un conflicto que finalizó en 1992. Ese mismo año las fuerzas de paz rusas se establecieron y permanecen hasta día de hoy.
Su bandera evoca una época soviética representada en la hoz y el martillo. Sin embargo, ese comunismo ha pasado a la historia y se ha convertido en un estado capitalista más, disfrazado de un país que recuerda con añoranza la Unión Soviética. Las cenizas de esa época se dejan sentir en la rusofilia del estado y sus gentes. La región está compuesta por población ucraniana, rusa y moldava, quienes en su mayoría poseen pasaporte ruso.
Aunque Rusia no reconoce oficialmente al país, mantiene una relación muy estrecha con este territorio. De hecho, muchos habitantes de Priednestrovie votan a diputados en la Duma (Cámara de diputados de Rusia). Sin ir más lejos, este mismo año, con la nueva firma del contrato de gas entre la República de Moldavia y Gazprom, los precios para el estado moldavo se encarecieron, sin embargo, Vadim Krasnoselski, el actual presidente y ganador de las elecciones, en un viaje a Rusia, acordó el mantenimiento de los precios. Cabe señalar que el gas llega a Moldavia a través de Transnistria, una baza que el estado de facto puede usar para defender sus intereses.
En estas elecciones, en las que han podido votar 405.191 ciudadanos, se enfrentaron dos candidatos, el actual presidente Vadim Krasnoselski y Sergei Pynzar, un desconocido constructor y residente en Gyrtop, que es diputado de la región de Grigoriopol. Vadim fue elegido presidente en 2016 con un 61% de los votos. El factor de su victoria vino dado en gran medida por los fallos cometidos por su predecesor, Yevgeny Shevchuk. El que fuera presidente de Pridnestrovie entre 2011-2016 comenzó a realizar negociaciones comerciales con la UE y Ucrania y solicitó el pago de impuestos al grupo Sheriff – el grupo empresarial más importante de la margen izquierda del Dniester- por el valor de unos 250 millones de dólares. Estos factores hicieron que el grupo empresarial se posicionara a favor de Vadim, del partido “Renovación” – apoyado, por supuesto, por el grupo Sheriff- el actual presidente.
En los últimos meses, el grupo Sheriff saltó a la fama gracias a la clasificación para la Champions del club de futbol Sheriff de Tiraspol, propiedad de este grupo empresarial. Este holding tiene un gran poder en la economía de Priednestrovie, un poder que empezó en 1993 de la mano de Ilya Kazmaly y Victor Guşan, dos exagentes del servicio secreto soviético. En la actualidad tienen en su poder la única empresa de telecomunicaciones de Priedniestrovie “Interdnestrecom” –donde trabajó el actual presidente-, además de constructoras, supermercados, gasolineras, fábricas y una larga lista de negocios en activo… El 60% de la economía de este territorio está controlado por este holding. Ese poder económico en la margen izquierda del Dniester se extiende también a la política. “Está claro que el grupo Sheriff tiene un gran poder en nuestra tierra, pero ellos no miran por la gente común como nosotros”, afirma Tamara, una residente de Tiraspol. En el Consejo supremo de Pridnestrovie el partido “Renovación”, apoyado por el holding, cuenta con mayoría de diputados. Entre ellos está el diputado Bayev Oleg Markovich, director de la famosa empresa de coñacs Kvint, también propiedad del grupo Sheriff; o el diputado de Galak Yakov Efimovich, director general de Sheriff en la región de Rybnitsa.
Anatoli Duran, uno de los opositores al actual gobierno, acusa a la comisión electoral de rechazar su candidatura por motivos políticos. La Comisión Electoral alegó que muchas de las firmas no eran correctas y que había personas fallecidas en las mismas.
Ilya Kazmaly – uno de los fundadores del holding- no procede de Priednestrovie, nació en Avdarma, un pueblo de Gagauzia –autonomía dentro de la República de Moldavia- en el que se ha dejado sentir el poder del grupo Sheriff. Allí se ha invertido gran cantidad de dinero en sus calles y edificios. Lujosos edificios, canchas de tenis, nuevo centro educativo, un museo y un sin fin de mejoras en las infrastructuras… Un contraste radical al visitar los pueblos cercanos, donde la inversión es ínfimamente inferior.
Por otro lado, la postura oficial de la República de Moldavia, encabezada por Maia Sandu, es la de considerar ilegítimas las elecciones de Transnistria/Pridnestrovia. Las últimas tensiones con el lado de derecho del Dniester se debieron al reconocimiento de la deuda de gas de Transnistria, que el presidente de Pridnestrovie, Vadim Krasnoselski, reconoció posteriormente; y a la reunión 5+2 entre Moldavia-Pridnestrovie y Rusia, la OSCE, Ucrania, la UE y, EEUU, a la que Moldavia no quiso asistir. Vadim Krasnoselski dijo que "Moldavia no se presentó porque no ha cumplido ninguno de los documentos firmados".
A nivel social, la situación de las y los transnistrios es difícil, el salario mínimo ronda los 1684-2778 rublos transnitrios (93-154€) y la pensión mínima los 693 rublos transnistrios (38€). Una mujer de 70 años que trabaja en el mercado de Tiraspol afirma: “Gano 100$ y no me llega, por eso vengo a vender al mercado”. Esta situación económica eleva la tasa de pobreza hasta el 29% muy parecida a la de su vecina Moldavia.
A las puertas de un colegio electoral tres jóvenes comentan la situación del país. “Los salarios son muy bajos, si el futuro de Pridnestrovie no cambia, nosotros nos iremos a Europa”. Lo cierto es que Pridnestrovie, al igual que la Republica de Moldavia, ha perdido población poco a poco. En 2004 eran 555.347 y en 2020 pasaron a ser 464.949 habitantes.
En este contexto político y social se celebraron unas elecciones con una baja participación, con tan solo 144.136 votantes, un 35,2% de la población, tal vez un síntoma de la poca confianza en sus representantes. Vadim Krasnoselski, extendió su poder, ante una oposición débil, que le ha permitido ganar con un 79,4% de los votos y compartir el poder con el “sheriff” por otros 5 años.
