El gas, la última llama que empobrece a la sociedad moldava

En los últimos meses los problemas energéticos en Europa han sido los protagonistas de la actualidad política y económica. La República de Moldavia también ha tenido que enfrentarse a esta situación. Tras varias semanas de diálogo, finalmente el gobierno moldavo junto con Moldova-Gaz lograron un acuerdo con la empresa rusa Gazprom el pasado 29 de octubre.

Liuvov Constantinova, una mujer de 73 años, enciende la chimenea de su casa. Foto: Diego Herrera

Este nuevo contrato ha supuesto un encarecimiento de los precios del gas de 4,2 MDL (0,21€) a 11,1MDL (0,56€) por metro cúbico de gas. A esta situación hay que sumar la deuda que Gazprom reclama a Moldova-Gaz por valor de 709 millones de dólares. En este sentido Andrei Spinu, viceprimer ministro y ministro de Infraestructura y Desarrollo Regional de la República de Moldavia declaró: “Acordamos realizar una auditoría independiente de esta deuda en 2022. Con base a ella se establecerá el monto de pago y tendremos nuevas negociaciones para identificar la forma y el momento de pago de esta deuda que acumula Moldova-Gaz”.

Tras la firma de este acuerdo la República de Moldavia se comprometió a pagar a tiempo los suministros de gas, sin embargo, el pasado 22 de noviembre la compañía Gazprom volvió a amenazar con el corte del suministro de gas ya que Moldavia no había abonado la factura del mes.

Según Sergiu Ungureanu, experto energético, el aumento de precio del gas puede suponer el aumento del precio, en un 10-15%, de productos que necesitan de esta materia para su elaboración. Al incremento del precio del gas se ha unido el encarecimiento de combustibles y alimentos. Productos básicos como el pan, que ha subido 1MDL (0,05€) o el aceite de girasol que ha pasado de 20-24MDL (1-1,24€) que valía en 2020 a los 31MDL (1,57€) o el combustible diésel que ha pasado de 12,95 MDL (0,65€) en 2020 a 17,28MDL lei (0,87€) en la actualidad. Un aspecto que ya se empieza a notar en el transporte. “De nuestro pueblo -Joltai- al cruce con la carretera que lleva a Ceadir Lunga, que son 8km, nos cobran 100 MDL (5€)” afirma Elena, una joven madre moldava.

Varias vecinas se reúnen y hablan sobre el precio del gas. Foto: Diego Herrera

Todo este aumento de precios supone un grave problema para miles de personas en Moldavia, un país donde los salarios y las pensiones son de los más bajos de Europa. En el año 2020 Moldavia ha sido considerado el segundo país más pobre de Europa, por detrás de Ucrania. El salario mínimo oficial en este país es de 2935 MDL (124€), aunque la realidad es que hay muchas personas trabajando por un salario inferior. Una vecina de Joltai comenta: “Aquí apenas hay trabajo, pero en verano, cuando vamos a trabajar al campo, nos pagan muy poco, 200MDL (10€) el día”. Por otro lado, la pensión mínima es de 1188MDL (60€), un dinero insuficiente para sobrevivir en este país. Ola es una de esas pensionistas que mira al futuro con desesperanza. Esta mujer de 67 años al cuidado de su marido -que a causa de un ictus tiene paralizado el lado derecho del cuerpo- recibe una pensión de 1500MDL (75€). “No puedo pagar el gas y casi ni la leña, mi hijo que ha venido de Moscú me ayuda como puede, pero aquí no hay trabajo para él”. Ante esta realidad la preocupación en los sectores más vulnerables de la sociedad ha aumentado y su situación se ha agravado.

El nuevo gobierno proeuropeo del Partido Acción y Solidaridad, de la presidenta Maia Sandu, que logró la victoria en las presidenciales de 2020 y parlamentarias de 2021, se enfrenta a la peor crisis de los últimos años, tras un año en la presidencia y tan solo 4 meses con poder en el parlamento. Algunos de los habitantes dudan de que pueda acabar la legislatura . “Lleva menos de un año y nosotros ya vivimos peor, no creo que acabe su mandato” afirma Elena.

Priednestrovie o Transnistria, un estado no reconocido dentro del territorio moldavo, de gran influencia rusa y con tropas rusas allí asentadas, desde el fin del conflicto en 1992, recibe el gas a través de Moldavia. Sin embargo, el precio del gas para sus residentes no aumenta, debido a los acuerdos con la Federación rusa. Aunque su deuda alcanza los 7,5 mil millones de dólares.

Praskovia, que enciende el gas 2-3 horas menos al dia, posa en el interior de su casa, donde enciende la chimenea. Foto: Diego Herrera

En este difícil contexto económico para las familias moldavas, el estado prometió financiar parte del suministro de gas, con un presupuesto de 1600 millones de lei (80 millones de euros). Se espera que todos los consumidores domésticos puedan recibir una compensación de 4,3 lei por los primeros 50 metros cúbicos de gas y, como resultado, pagarán 6,8 lei por metro cúbico. Por los próximos 100 metros cúbicos de gas, el estado compensará con 3,2 lei, y costarán 7,9 lei. Praskovia, una mujer de 54 años de Joltai afirma: “Antes encendía el gas 5 horas para calentar la cocina, con los precios de ahora lo enciendo como mucho 3 horas al día, el resto del día enciendo la chimenea con leña para calentar la habitación donde duermo”.

La vida para estas personas ya era complicada en años anteriores pero el encarecimiento de bienes básicos les ha puesto de nuevo al borde del abismo. La tasa de pobreza absoluta en el año 2020 es de 26,8%, según los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas de la República de Moldova, una cifra que podría incrementarse al conocer los datos el próximo año.

Una población empobrecida que se enfrenta al invierno -que es bastante frío en esta parte del mundo- con el aumento del precio del gas y como consecuencia, el de la leña, el carbón y productos básicos. Ivanka, una mujer de 40 años con 3 hijos se queja de los precios del gas y de la leña. “Yo solo uso el gas para cocinar, caliento la casa con leña, pero en cuanto ha subido el precio del gas se ha disparado el de la leña, antes costaba 500-700MDL, ahora cuesta 1000MDL por 1 metro cubico de leña”, afirma.

Ivanka posa en su casa, la cual calienta con leña. El gas solo lo usa para cocinar, ya que es muy caro. Foto: Diego Herrera

Andrei tuvo más suerte y pudo comprar la leña a 750MDL. “Ahora no sé qué precio tiene, pero con mi pensión de 2000MDL (100€) es muy difícil sobrevivir”, señala. La población más afectada en esta situación son las personas mayores, que reciben una baja pensión y tampoco encuentran un trabajo que pueda ayudarles a pasar el mes.

Casi todos ellos evocan una época soviética en la que, según ellos, la vida era mucho más fácil. “Cuando vivíamos bajo la Unión Soviética teníamos dinero para pagar el gas, comprar carne, había trabajo…”, afirma Ola. “Cuando la Unión Soviética acabó aquí cerraron todas las granjas colectivas y no ha quedado apenas trabajo”, añade otra vecina.

La juventud huye de este país, en 2004 había 3,3 millones de habitantes, en la actualidad la población moldava es de 2,6 millones. Una población envejecida en la que los hijos se van a Rusia, Italia, Alemania… En una calle del pueblo de Joltai, caminando con dificultad y apoyada en dos bastones, se encuentra Vasilisca, una mujer de 84 años. “Mi hijo está en Rusia y mi hija en un pueblo a 20km. Solo mi hija viene de vez en cuando a ayudarme. Mi pensión es muy baja, casi ni pan puedo comprar”, declara. Es la realidad de miles de familias en este país exsoviético.

Un vecino de Tomai (Moldavia) lleva leña a su casa, la forma más barata de calentarse. Foto: Diego Herrera

Las familias tienen hijos, pero cuando alcanzan la mayoría de edad suelen marcharse del país. Elena, de 35 años, tiene 6 hijos y vive con apenas 4000 lei. “Trabajo en verano, cuando es época de recolección, ahora no encuentro trabajo”. Ella no tiene gas en casa. “El gas lo cortaron porque cuando mis padres vivían no podían pagarlo. Tengo una cocina de leña y en ella cocino y aprovecho para calentar la casa”, lamenta.

Las primeras heladas ya se han sentido y gran parte de la población de la tercera edad no saben cómo van a poder pagar el gas, deben decidirse entre pagar la factura del gas o comer. Elizaveta, una mujer que vive con su esposo y tres nietos en Bușăuca apareció en la televisión moldava TV6 rompiendo la valla de madera de su casa para poder calentar su hogar. Esta mujer declaraba que no podía pagar el gas y que no tenía dinero suficiente para alimentar a su nieto.

La imagen de Elizaveta es solo el reflejo de una sociedad empobrecida y que contempla de forma espantosa como la sociedad cada vez se vuelve más vulnerable. Un pueblo que mira al pasado con añoranza y ve el futuro del país cada vez más oscuro, por ello sus jóvenes habitantes huyen hacia Rusia, Alemania, Italia... buscando una vida más fácil. La subida del precio del gas es una cerilla más, en un fuego que quema, poco a poco, a las personas que les toca vivir en estas circunstancias.

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