Pesimismo y expolio

Es recurrente en algunas zonas rurales de Teruel, y además puesto en boca de quienes detentan la capacidad legal de marcar por donde se plantean las propuestas de desarrollo y como se gasta el dinero público, escuchar que “Aquí no tenemos nada” y proyectar la vista hacia lugares que les parecen más prósperos, basándose en afirmaciones como que “Aquí no hay playa para un turismo masivo, o estaciones de esquí para salvar el invierno, ni grandes industrias que garanticen el futuro”. Sin embargo resulta, que inversiones gestionadas durante muchos años buscando la identidad del territorio y luchando por un desarrollo …

Es recurrente en algunas zonas rurales de Teruel, y además puesto en boca de quienes detentan la capacidad legal de marcar por donde se plantean las propuestas de desarrollo y como se gasta el dinero público, escuchar que “Aquí no tenemos nada” y proyectar la vista hacia lugares que les parecen más prósperos, basándose en afirmaciones como que “Aquí no hay playa para un turismo masivo, o estaciones de esquí para salvar el invierno, ni grandes industrias que garanticen el futuro”.

Sin embargo resulta, que inversiones gestionadas durante muchos años buscando la identidad del territorio y luchando por un desarrollo endógeno, han puesto de manifiesto con hechos, que es una provincia rica en productos de calidad alimentaria, para los que aún queda mucho recorrido, que es rica en valores ambientales para sustentar un turismo de calidad y ofrecer recursos eco sistémicos valorizables en producciones locales, que es rica en una ganadería de calidad a la que falta dar valor añadido, que tiene la riqueza paisajística y natural para atraer a personas con disponibilidad de tiempo, en definitiva tiene un potencial, ya desarrollado en muchos sectores, que alienta un buen futuro. Siempre trabajando desde el territorio, creando y manteniendo empleos estables a lo largo del tiempo.

Este segundo modelo se basa en la autonomía y la autosuficiencia del territorio, el otro presenta la provincia como incapaz de auto desarrollarse, maldita por su aislamiento y por su entorno inhóspito, que sólo puede salir adelante con la llegada de proyectos energéticos, olvidando que el valor de esta provincia está en sí misma, con empresas locales, pues las iniciativas que vienen de sitios lejanos y no tienen implicación, acaban marchándose y dejando más problemas que soluciones.

Si quienes han sido elegidos para animar y motivar desde la realidad del territorio, se dedican a proclamar que no ven posibilidades en el mismo y a plantear un futuro negro e incierto, lo que consiguen, es abrir la puerta de par en par a especuladores y empresas extractivistas, que ya lleva soportando Teruel en sectores como la minera muchos años.

Y ahora, se pretende reproducir el modelo con empresas del sector energético, llegadas de toda Europa o con grandes fondos de inversión, sin rostro ni sentimientos, que sólo les preocupa el beneficio de sus inversores.

Todos los ejemplos de empresas extractivistas, tanto mineras como energéticas, afincados en Teruel, no han llevado a una repoblación o una reactivación de la misma, sino a una caída cada vez más rápida. Por otra parte, los esfuerzos de empresarios locales sí que han afianzado los pueblos, sí que han creado identidad y dotado de futuro, que todavía puede ser mejorado con proyectos creativos.

No se pueden abandonar los esfuerzos de tantos años de desarrollo rural en la provincia, de tantos recursos europeos invertidos, de tantos sueños hechos realidad, sólo por la incapacidad de algunos para ver por donde generar ilusión y futuro.

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