Lobo Aragón con los pastores: “Sí a la técnica de diagnóstico por ADN”

Los intereses de Lobo Aragón, asegura la asociación “no son antagónicos a los de los pastores. Denominamos pastor a quien realiza las labores ganaderas en el medio ambiente, en comunión con el mismo y como un medio de vida que obtiene un rendimiento de la explotación del medio natural de forma ancestral”.

Foto: Cima Norte

Un pastor, pastora, o un ganadero en extensivo tradicional “depende de un medio ambiente en unas mínimas condiciones naturales que le permitan ejercer su profesión ancestral sin producir alteraciones en el medio más allá de las necesarias para realizar su profesión y obtener, como no puede ser de otro modo, rendimiento de su ejercicio”, recuerdan desde Lobo Aragón.

“No pretende esta asociación que los pastores o ganaderos en extensivo regresen a un desempeño profesional de siglos pasados con sufrimientos y penalidades propias del medievo”, destacan, y añaden que “es por eso que nunca se ha opuesto esta asociación a la instauración de medidas compensatorias producidas por los diferentes avatares de la naturaleza en la actividad ganadera o agrícola. Tampoco se ha opuesto jamás a las medidas compensatorias que se pagan para poder mantener estas actividades en una economía global que ya las habría hecho desaparecer de no haber sido instauradas. Así pues, dadas las situaciones actuales de inmersión en un mundo capitalista y neoliberal que preconiza la industrialización de absolutamente todo en nuestra vida y la movilidad de todo tipo de bienes de un lado a otro del planeta, tanto la actividad agrícola como la ganadera han de ser protegidas de la nueva situación”.

La industrialización del campo y la ganadería, a juicio de Lobo Aragón “produce otro factor que juega en contra de la actividad pastoril. Esta vez hablamos de otro tipo de producción con una gran alteración del medio y una dependencia total de la industria química y metalúrgica. Al ser esta una actividad industrial de producción de alimento, recibe ayudas que no se puede percibir del todo bien a dónde se dirigen. No sería posible la existencia de grandes factorías de vehículos y aperos agrícolas o de elementos químicos de uso agroganadero si previamente no se aportara dinero público para que el agricultor o ganadero que la practican pudieran adquirirlos, convirtiendo a estas personas en una especie de trabajadores público-privados encargados de recaudar elevadas cantidades de dinero que realmente acaban en manos de los fabricantes de productos químico-industriales”.

“Así pues, se produce un gasto público importante que va de forma irremediable a parar a una cadena económica turbia de industrias metalúrgicas, químicas y corporaciones alimentarias que trabajan a nivel global y que se nutren del dinero público usando al ganadero o al agricultor industrial como coartada”, enfatizan desde la entidad conservacionista.

Evidentemente, señalan, “la producción a niveles industriales de carne y hortalizas es una de las principales causas del colapso de la actividad ganadera y agrícola tradicionales”.

La actividad ganadera y agrícola “no es percibida como se ha descrito anteriormente, basta con escuchar el discurso compartido en sus protestas. Masivamente se movilizan contra la ruina del sector, sufrida por la importación de productos, cuando la mayor parte de lo que ellos producen acaba en terceros países generando la misma situación allá a donde van”. “El motivo de su ruina es el mismo que la del vecino. Lo que en Aragón o en España se dice del producto marroquí es exactamente lo mismo que se dice en Francia del producto aragonés o del español. Baja calidad del producto y uso de fitosanitarios prohibidos, cuando los controles que se realizan en el mercado se producen tanto en producto local como de importación, habiéndose detectado más irregularidades en el producto local, cosa lógica al ser más fresco y tener un tiempo de degradación menor”, recalcan desde Lobo Aragón.

Pero dentro de la ganadería en extensivo “también se realiza una competencia feroz. Si ambos tipos de ganadería perciben las ayudas para mantener el sector de forma artificial, en el caso de la extensiva se producen otro tipo de ayudas por la convivencia con grandes carnívoros allí donde estos están presentes. La rentabilidad de las explotaciones no es la misma que la de la agroganadería industrial, con lo que su práctica y dedicación es más dispar”, recuerdan, y detallan como “existen profesionales que mantienen el ganado como siempre, en modo pastoreo y vigilancia, pero hay quienes intentan una especie de cosa mixta entre la estabulación y el pastoreo, dejando el ganado sin supervisión en entornos más o menos grandes, como si de un vallado se tratase, pero inmersos en la naturaleza. Esto genera los problemas que son de esperar con grandes carnívoros, y que no son diferentes de los que tendría cualquier comercio que pretendiese ahorrarse el coste de la puerta de entrada y la alarma cuando el tendero no está presente. No sería lógico que tratáramos de igual forma a un profesional del comercio que se gasta el dinero en poner una puerta del que no lo hace”, aseveran.

Es por todo ello que “en defensa de la ganadería tradicional, Lobo Aragón también coincide con los pastores. Ante los ataques del lobo, hay que hacer algo. Y lo primero es escuchar al ganadero. Ellos (que no nosotros) plantean dudas de la situación creada cuando algunos ataques se atribuyen a perro en vez de, como ellos aseguran, es lobo, y exigen que se diagnostique mediante ADN”.

“Hemos visto ataques con daños lamentables a ovejas con mordiscos indiscriminados que el pastor asegura son producidos por lobo, en contra del diagnóstico del personal técnico que los atribuye a perro. En este interminable debate, quien pierde es el lobo, que es patrimonio natural de la humanidad y entra en una espiral de discurso de odio”, destacan.

En este sentido, Lobo Aragón propone “la recogida de muestras de ADN en los ataques producidos y establecer a la vez una biblioteca de ADN de los perros de los ganaderos con el fin de discriminar ataques de perros o de lobos, y además poder cerrar el círculo de aquellas personas cuyos perros producen una lesión en el interés público y poder depurar responsabilidades”.

“Las ayudas que se puedan percibir, se perciben como compensación de los daños producidos por la realización de una actividad en la naturaleza que ha de ser compensada. Es una ventaja sobre quienes en el siglo pasado no recibían dicha compensación y por ello se consolaban con la eliminación de los carnívoros. El fraude debe ser castigado, exigiendo responsabilidades si los perros afectan a otro ganadero y retirando las ayudas públicas si no se reparan los daños a otro ganadero, o no indemnizando el ataque producido por perros propios. También debe ser tratado con diferencia quien pone o no pone medios de protección a la hora de las indemnizaciones”, concluyen desde Lobo Aragón.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies