Resulta tremendamente complicado no caer en la tentación de llamar patán a un fulano que, por una de esas crueldades del destino ostenta una alta representación política en este lastimoso país.
El individuo en cuestión, además de otra serie de lindezas, anima a unos estudiantes de educación secundaria, a plantearse como duda, el carácter democrático de la II República de España.
Ya es bastante penoso tener que soportar las infames ideas que adornan el currículo del personaje, para tener que aguantar la propagación de ocurrencias de las que fue capaz de hacer alarde en su comparecencia en la conferencia/charla que masculló en un colegio concertado; es decir, pagado con dinero público por obra y gracia de una penosa decisión de Felipe González.
La falta de plazas públicas para universalizar la enseñanza, sirvió de excusa a la camada de Suresnes para que la jerarquía católica siguiera mangoneando la enseñanza en España.
Felipe, Guerra y compañía lo hicieron tan, tan bien, que 40 años después seguimos con la escuela concertada como bastión de la enseñanza pública, universal y gratuita en nuestro país. Hoy cuantiosamente potenciada por Gobiernos centrales y autonómicos de uno y otro signo. Es el denominado poder de las sotanas.
Pues bien, con la audiencia de alumnos descrita, un personaje incapaz de llamar golpe de estado a la sublevación perpetrada por Francisco Franco y con la misma capacidad intelectual que una ameba, duda del carácter democrático de la II República.
Debe de ser que para el señorito lo verdaderamente democrático es acceder a la Jefatura del Estado vía vaginal (a través de la fecundación de una hembra por medio de un varón, transmisor de las esencias de la estirpe) que el magnánimo dedo del genocida dictador designó como legítimo depositario de los valores del movimiento nacional.
Por muchas lecturas e interpretaciones que la rancia carcunda hispánica se empeñe en propagar es inevitable admitir - incluso para los más reaccionarios - que al fascista golpe de estado de algunos generales se le enfrentó la heroica defensa de la legalidad del régimen republicano surgido de la voluntad popular.
El capital, la iglesia y el fascismo político se apoyaron en la traición de unos militares desleales con su patria y la sumieron en una devastadora guerra que algunos infames tratan de vendernos como un enfrentamiento entre bandos discrepantes.
¡No! Fue la agresión de una banda de facinerosos uniformados para destrozar la legalidad institucional surgida de las urnas.
Olvidan un principio fundamental que rigen las naciones modernas: la fuerza y el uso de la violencia es potestad exclusiva del Estado. Únicamente el Estado es depositario del uso de la fuerza. Todo lo demás es un ataque a la legalidad establecida.
Tenemos que seguir explicando al señor Tamames y a todos los que proclaman lo mismo que él que en la guerra no hubo dos bandos. Hubo una nación defendiéndose de la agresión de un grupo de facinerosos, que se apropiaron del ejército cuya misión es la defensa de la nación. Contra esa encomienda los militares sublevados utilizaron las armas que en sus manos había depositado el pueblo español.
A día de hoy escuchamos en el Congreso, en el Senado, en los Parlamentos Autonómicos a penosos representantes de una España que pensábamos superada.
No, no es así. Los herederos de aquellos fascistas que condenaron a los españoles a cuarenta años de miseria, desesperación y degradación, hoy ocupan escaños de diputados y pavonean su ideología dando vivas a un rey heredero del impuesto por el dictador.
El día 14 de abril sería una buena fecha para que de una vez por todas se cumpliera un principio de justicia universalmente aceptado cuando se ha cometido un delito: La restitución del mal ocasionado.
Nadie va a poder devolver la vida a los asesinados por defender la legalidad republicana, nadie va a devolver los 40 años perdidos durante la oprobiosa dictadura, pero sería gratificante ver juzgados a los responsables del levantamiento militar aunque sea a título póstumo ¡Claro que se puede sentar en un banquillo a la memoria de los responsables del golpe de estado! Pero sobre todo se debe juzgar la acción criminal: el Alzamiento Nacional.
Y sobre todas las cosas se tendría que volver a la legalidad pre-levantamiento restituyendo la República. Todo lo demás son apaños como el de Adolfo Suarez tapándose el micrófono para no preguntar por la monarquía impuesta.
Este 14 de abril los republicanos de este país añoraremos, un año más, la llegada de un régimen igualitario, laico, democrático y representativo.