En la madrugada del 15 de octubre de 2016, un altercado a las puertas del bar Koxka de Altsasu (Nafarroa), en el que se vieron implicados varios jóvenes del pueblo, dos agentes de la Guardia Civil y sus parejas, dejó como primer resultado dos detenidos y un tobillo, el del teniente, roto.
Pronto vendrían más detenciones, cámaras de televisión, acusaciones y condenas, movilizaciones. Hasta convertir Altsasu en lo que, muy a pesar de los propios vecinos y vecinas, es hoy símbolo, mito y trinchera ideológica. Para unos, la palanca con la que intentar apuntalar la unidad de España. Para otros, un dique en la defensa de los derechos humanos, la justicia y la democracia.
Ocho jóvenes del pueblo fueron acusados de “terrorismo” y finalmente condenados en julio de este año a penas de entre dos y 13 años de cárcel por delitos de “lesiones, desórdenes públicos y amenazas”. Adur Ramírez de Alda, Jokin Unamuno y Oihan Arnanz se encuentran en prisión desde hace más de 2 años; Iñaki Abad, Jon Ander Cob, Aratz Urrizolay Julen Goikoetxea, en prisión desde hace más de 170 días-; y Ainara Urkijo es la única de los ocho que se encuentra en libertad.
'Altsasu. El caso Alsasua'. Entre la apisonadora político-judicial y mediática y el propio pueblo, un abismo, donde toman protagonismo asociaciones de víctimas, de guardias civiles, políticos, periodistas sin pudor, jueces y fiscales con afán de estrellato y donde, en esta trepidante crónica periodística, Aritz Intxusta y Aitor Agirrezabal rescatan la parte silenciada por los grandes medios, con múltiples entrevistas y dando voz, por primera vez, a los protagonistas de esta historia, que completan el relato con sus cartas desde la cárcel.
Según afirma la editorial Txalaparta, está contado desde la cercanía y sin revanchismo, "intentando que todos los protagonistas tengan voz, el libro nos acerca a los entresijos jurídico-políticos de un caso paradigmático y arroja luz sobre los intereses ocultos de ciertos sectores del Estado español para sacar partido de, como definió The Guardian, una simple 'pelea de bar”.
Iñaki Abad: “Nos recibió un señor grande, gordo y con un bigote fino. Era como una imagen sacada del cine. Después de la ducha y con un buzo blanco, subimos a las celdas. Jokin y Aratz en una y Oihan y yo en otra. Cuando la pesada puerta se cerró, lo que nos vino a la cabeza fue que todo era una broma. Decíamos que aparecerían nuestros padres y madres con un ramo de flores, las cámaras de televisión y que nos iríamos a Altsasu. Ese momento todavía no ha llegado”
Julen Goikoetxea: “Todos nos decían que iríamos al módulo de jóvenes, pero llegó la notificación del director diciendo que éramos presos peligrosos y nos llevaron al módulo 7 de aislamiento. Bajaba al patio dos horas por la mañana y otras dos por la tarde. Las otras 20 horas del día las pasaba solo en la celda”
Ainara Urkijo: “Tenía días buenos y días malos. Y cuando tenía días malos… Igual he madurado. Siempre con una losa encima, pero he llegado a comprender que porque yo tenga un día malo no tengo que estar mal con los de alrededor. Ellos no lo merecen”