Ahora que se va la térmica

Ya parece definitivo y ya era hora: la térmica de carbón de Andorra echa el cierre y ya veremos que se hace con todos los excedentes de carbón que andan pululando por allí y por muchas otras instalaciones. Es de estas industrias muy sucias que, una vez sacado el oportuno beneficio del territorio, tienden a olvidarse de él. Ya era hora porque simplemente no quedaba otro remedio, ni tenía sentido la agonía de la industria carbonífera que se sabía condenada, pese al empeño en negar la realidad. El carbón es un combustible abocado a la desaparición desde hace tres décadas …

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El proyecto de hidrógeno verde de Endesa en Andorra se ubicará en las instalaciones de la central térmica. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

Ya parece definitivo y ya era hora: la térmica de carbón de Andorra echa el cierre y ya veremos que se hace con todos los excedentes de carbón que andan pululando por allí y por muchas otras instalaciones. Es de estas industrias muy sucias que, una vez sacado el oportuno beneficio del territorio, tienden a olvidarse de él.

Ya era hora porque simplemente no quedaba otro remedio, ni tenía sentido la agonía de la industria carbonífera que se sabía condenada, pese al empeño en negar la realidad.

El carbón es un combustible abocado a la desaparición desde hace tres décadas por lo menos pero en el que en esta tierra hemos seguido insistiendo. Además empecinados en la extracción de lignito, más contaminante y de menor poder calorífico e importando millones de toneladas de otras variedades como antracita para buscar un mix menos dañino para el ambiente.

Mucho más grave desde el punto de vista social es ver lo que sucederá con la comarca de Andorra-Sierra de Arcos, tan dependiente de esta instalación. Parece que los más de 1000 millones del plan Miner y el Fite (Fondo de Inversiones de Teruel) invertidos en los últimos 20 años de poco o nada han servido.

Básicamente porque se han matado moscas a cañonazos. Se han invertido millonadas en grandes obras. Polígonos industriales que se han quedado vacíos, obras hidraúlicas dudosas o costosas instalaciones gasistas por no hablar del pozo sin fondo de Motorland, en vez de trabajar en proyectos más humildes y pegados al territorio. Sacar partido de lo que ya hay o pensar que a lo mejor no es tan importante una autovía para que los pueblos vean los coches pasar como una buena red intercomarcal de servicios o dar una vuelta a la industria agropecuaria.

Porque lo que parece claro es que Endesa, como tantas otras multinacionales, ya ha hecho caja y ahora, con una manita económica del Estado, desmantelará la térmica y a seguir ganando dinero con negocios en boga como las renovables.

Pero la huella dejada por la minería y la térmica en Teruel ahí se queda. Son muchas toneladas de residuos, muchas las hectáreas de tierra contaminada, eso sin tener en cuenta el coste humano.

La experiencia enseña, además, que los territorios que dejó la minería de carbón tienen una difícil recuperación, así que el reto es muy grande y parece poco probable que se llegue a una situación óptima.

Quiero pensar que no somos tan tontos en esta tierra. Que cuando en 1998 se empezaron a licitar las ayudas del Miner alguien se dio cuenta que aquello se iba al garete. O que cuando Endesa fue encadenando una parada tras otra de la térmica de Andorra alguno supuso que no quedaba futuro.

Quizás alguien se dio cuenta que cuando las líneas de investigación sobre descarbonización cada vez avanzaban más era porque el carbón se acababa. O igual no.

La cosa no da más de sí. De momento nos quedaremos con sus residuos, unas cuantas prejubilaciones el que tenga suerte (de nuevo) y el que no al paro. También nos quedará algo muy nuetro como es la despoblación. Mal panorama. El último que apague la luz. Pero que no digan que no nos habíamos enterado.

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