Sentencia Anti-bici

Llevar al juzgado asuntos de convivencia y que afectan a la movilidad ciudadana ni resuelven los problemas de convivencia, ni benefician a la movilidad

Foto: José CFR (CC BY-SA 4.0)

Tenemos nuevos límites a la circulación de bicicletas, en esta ocasión por las calles de tráfico restringido del Casco Histórico zaragozano, que incluirá varias plazas como la del Pilar. Todo ello fruto de un auto judicial que representa la constatación de varias cosas. Todas un tanto absurdas y fuera de lugar de cara a una ciudad más cómoda y que anulan una disposición anterior del Ayuntamiento.

Para empezar, considero que llevar al juzgado asuntos de convivencia y que afectan a la movilidad ciudadana ni resuelven los problemas de convivencia, ni benefician a la movilidad. Esta reclamación presentada en su momento por Zalesco (ellos sabrán obedeciendo a qué intereses, aunque los podemos intuir) no ha servido más que para retroceder en algo que en los países con estándares más altos de calidad de vida en Europa, se da por normalizado, como es ponerlo fácil a los vehículos no contaminantes.

Porque sería curioso cuando menos que alguien me explicara cómo de terribles son las molestias que ocasionan las bicis que atraviesan por los miles de metros cuadrados de la plaza del Pilar. O en qué obstaculiza el tránsito que las bicis circulen por los 30 metros que se les permite en calle Mayor conviviendo con los peatones o a través de la plaza de la Magdalena.

También estaría bien explicar en qué beneficia que en el Casco Histórico se prohíba el paso a las bicis en calles por las que los vehículos a motor hacen, en la práctica, lo que les da la santa gana de siempre y nada indica que vayan a dejar de hacerlo. Vías en que las restricciones llevan muchos años existiendo. Hablo de calles como san Agustín, san Pablo, Méndez Núñez o Boggiero, por poner cuatro ejemplos de calles de tráfico restringido en que circulan vehículos a motor sin el menor problema. Sería casi una broma pesada que se empezara a multar a ciclistas en vías en las que con los vehículos motorizados hay una tolerancia más que demostrada.

Por otro lado, esta medida va en sentido contrario a lo que se está implementando desde hace mucho tiempo en Europa con buenos resultados, como es flexibilizar las ordenanzas de circulación para los vehículos no contaminantes.

En nuestro entorno más cercano existen normas como dejar circular bicis en contradirección en calles de poco tráfico, compartir carril con el transporte público, circular por la plataforma del tranvía o permitir el tránsito por algunas zonas peatonales. Asuntos, que, contra lo que es una tendencia general, en Zaragoza se han convertido en anatema.

Paradojas de la vida los países que permiten estas prácticas son los que se ponen de ejemplo para casi todo: Alemania, Austria, Dinamarca, Holanda, por citar algunos. Además de cada vez más ciudades francesas que son un ejemplo de inserción de la movilidad ciclista dentro de lo que se ha llamado intermodalidad, o sea, en hacer eficiente el transporte de personas y mercancías por diferentes medios.

Quizás haya que retomar las viejas consignas ciclistas: las instituciones que no se enteran de que la gente pedalea. Las instituciones, incluso la judicial, no pueden permanecer ajenas a la realidad de una cifra creciente de personas que no vamos a dejar de usar la bici porque hace tiempo que descubrimos que es un medio rápido, cómodo, económico y ecológico de movernos por la ciudad.

Que lo pongan más difícil realmente no beneficia a nadie. A lo mejor algunos miembros de la judicatura se deberían dar un paseo por nuestros países vecinos y tomar nota. Si es en bici, mejor.

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