Los ataques a la sanidad pública y el trasvase del presupuesto a la privada

Las políticas de los diferentes gobiernos de turno han ido deteriorando drásticamente la sanidad pública en beneficio de la privada y en perjuicio de los sectores populares que no pueden acceder a esta, así como del conjunto de los trabajadores del sector

Han utilizado la crisis como excusa, para ir degradando la calidad del empleo, tanto en la sanidad pública como en la privada.

Temporalidad del empleo en la sanidad pública, ausencia de derechos en la privada

La sanidad es el sector, junto con la educación, en los que más se han cebado con los recortes presupuestarios. Está claro, que estas políticas desmanteladoras han repercutido en este sector de la clase trabajadora. La precariedad llega a la sanidad en diferentes formatos, la temporalidad, la parcialidad y la bajada de salarios.

El año 2014 concluyó con una tasa de temporalidad del 28,6%, de estos, un 10% son mayores de 55 años. Los trabajadores y trabajadoras con más antigüedad han visto sus salarios continuamente congelados, y los más jóvenes, los que llevan un año, o menos en el sector, cobran un 13,8% menos de lo que se cobraba en el 2008. Los nuevos empleos son cada vez más precarios, temporales y mal pagados. Hay que tener en cuenta que el personal de la sanidad es de los más envejecidos, de hecho se prevé que un 10,5% se jubile en el próximo lustro. Es decir que se jubilarán entre 55.000 y 60.000 trabajadores y trabajadoras que aún mantienen, a duras penas, mejores condiciones laborales y si se continúa por este oscuro sendero, las nuevas generaciones del personal sanitario tendrán cada vez menos derechos laborales.

Mientras, el sector privado se vanagloria diciendo que ha reducido la temporalidad al 18,5%. Sin embargo lo que no dicen es que la mayoría de estos contratos son de jornada parcial. Además, en el ámbito privado, en muchas comunidades autónomas los trabajadores no tienen ni siquiera convenio.

En Zaragoza por ejemplo, el pasado mes de noviembre el personal de la sanidad que trabaja en la privada, se movilizaba exigiendo “un convenio digno para el sector”. En un comunicado leído al finalizar la concentración, la presidenta del Comité de empresa de la clínica Montpellier de Asisa, resumía las reivindicaciones del sector de esta manera: “la principal pretensión es la regulación de las condiciones laborales, sin volver a las prácticas de pactos individuales propias del siglo pasado”.

La sanidad pública, universal y de calidad se ve constantemente amenazada en el capitalismo, en el que la prioridad son los beneficios empresariales. La crisis capitalista iniciada en 2008 deja al denudo este hecho.

Hay cifras objetivas que lo ponen de manifiesto. Según un interesante estudio recientemente publicado por CCOO, mientras que el empleo en el sector público sanitario crecía a un ritmo anual del 3,8% entre el 2002 y el 2008, en los años que transcurren desde entonces hasta el 2014 el crecimiento medio fue de un irrisorio 0,1%. El grueso del retroceso se centró en la franja temporal que va desde el 2011 al 2013. Durante este periodo se perdieron en el sector alrededor de 47.000 puestos de trabajo, de los cuales 43.700 corresponden a hospitales y al sector público Si hacemos una vista panorámica que vaya más allá de la sanidad, nos encontramos con 360.000 empleos públicos menos entre el 2011 y el 2014 ; sobre este total el sector sanitario representa el 7,7%.

Al mismo tiempo que en el sector público ha ido cayendo drásticamente el empleo, en el ámbito privado creció un 8,5% entre el año 2002 y el 2008. Manteniéndose hasta un 2,6% de crecimiento en los años posteriores. Es evidente que en los dos ámbitos ha habido un retroceso durante los años que la crisis ha golpeado más duramente, pero la privada aún está lejos del 0,1% “de crecimiento” de la sanidad pública.

La destrucción de la sanidad pública va claramente en beneficio de la privada. Tenemos que tener muy presente, que la sanidad no es un mero “servicio público”, la sanidad es un derecho universal. Sólo la sanidad pública puede garantizar que el carácter universal de este derecho se haga efectivo.

Chorreo” de dinero púbico para la sanidad privada

Los presupuestos para la sanidad que vienen siendo “usurpados” desde hace años para beneficio de la privada, de sus servicios y de sus clínicas que muchas personas ni utilizamos ni podemos pagar.

Este “pillaje” alcanza los 7600 millones de euros anuales, los que suponen un 10,5% del gasto sanitario público, unos 72 millones de euros al año. Teniendo en cuenta que el presupuesto en sanidad se ha reducido entre el 2009 y el 2014 en 9000 millones de euros. Los formatos para trasvasar el dinero público son muchos y enrevesados, convenios, conciertos, diferentes servicios sanitarios que se externalizan etc...

A lo largo y ancho del panorama estatal nos encontramos con diferentes grados en el traspaso del presupuesto público a la sanidad privada, puesto que desde el 2002 son los gobiernos de las Comunidades Autónomas los encargados de gestionar el presupuesto sanitario en cada comunidad, por ello no se da exactamente la misma situación en Cataluña, que en Aragón, o en Madrid por poner un ejemplo.

Cataluña es la comunidad Autónoma que viene “regalando” a la privada el trozo de pastel más grande. En los últimos años ha traspasado el 24,1% del presupuesto público que asciende a 2.450 millones de euros cada año. Canarias le “dedica” a la privada un 10,3% es decir, 286 millones de euros, Madrid un 8%, 713 millones de euros, Andalucía un 4,7%, 446 millones de euros, Aragón un 4%, y así, una tras otra, todas las Comunidades Autónomas con independencia de quien lo gobierne , en mayor o menor grado vienen trasvasando el dinero público a la sanidad privada.

Es evidente que la tendencia general es la misma, sabotear la sanidad pública, deteriorarla para “dejarla sin aire” y de esta forma, ponerla en una situación cada vez más grave, con menos recursos, menos personal, pero eso sí, con cada vez más pacientes en listas de espera, más saturación en la asistencia primaria y en urgencias, etc. Para que sea la privada, la que vaya poco a poco supliendo estos “servicios”.

Esta situación pone en mejores condiciones a los empresarios de la privada que se están enriqueciendo, entre otras cosas, a costa de la pública y que lanzan el mensaje de que sanidad privada es más rápida y ágil y que la atención es mejor, para ganarse así determinados sectores de la población y preparar el terreno de la “opinión pública” para un avance en la privatización de la sanidad

De fondo, sectores importantes e influyentes de la burguesía europea pretenden que esto sea el principio del fin de la sanidad pública. Puesto que obviamente, esto conlleva a que sea la sanidad privada prácticamente la única que tengamos, como ocurre en otros modelos, como el modelo de sanidad de EEUU, es decir la sanidad al servicio del que se la pueda pagar.

Sólo la organización y la lucha constante del personal sanitario, apelando a la solidaridad del resto de sectores y de los millones de usuarios, pueden frenar estos planes. Es necesario retomar con fuerza la tradición de la Marea Blanca y de otros colectivos para defender la sanidad. Esta es la única forma de garantizar una sanidad pública, gratuita, de calidad y universal. Esta es la única forma de garantizar nuestros derechos.

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