Leonor va al cole

En estos días, en los que las familias y el alumnado se preparan para la vuelta al cole, los medios de comunicación, no solo los de la prensa rosa, nos han metido hasta en la sopa el inicio de curso de una alumna llamada Leonor. No sería noticia, ni serviría para incrementar audiencias, si no fuera una princesa que, por esos designios del dictador que nombró rey a su emérito, y huido, abuelo, es heredera del trono de España. ¿Cuántas Leonores más van a empezar el curso estos días? Muchas, igual que lo empezarán muchos y muchas otras que no …

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En estos días, en los que las familias y el alumnado se preparan para la vuelta al cole, los medios de comunicación, no solo los de la prensa rosa, nos han metido hasta en la sopa el inicio de curso de una alumna llamada Leonor.

No sería noticia, ni serviría para incrementar audiencias, si no fuera una princesa que, por esos designios del dictador que nombró rey a su emérito, y huido, abuelo, es heredera del trono de España.

¿Cuántas Leonores más van a empezar el curso estos días? Muchas, igual que lo empezarán muchos y muchas otras que no irán a clase al castillo mágico de Harry Potter, que no cursarán estudios en un centro que tiene su propio campo de regatas, piscinas, zonas de rafting y escalada y cursos de equitación para esas actividades complementarias a las formativas.

Todas esas otras Leonores, al igual que el resto del alumnado, excepción hecha de quienes tienen posibles y pueden pagar colegios exclusivos, irán al colegio que les corresponde en el sistema educativo propio.

Ciertamente que algunos/as, gracias a esa educación privada que tan alegremente considera nuestra nueva Ministra de Educación necesaria, irán a colegios que pagamos entre todos y todas que no tendrán aulas prefabricadas, que no tienen problemas para abordar el mantenimiento, que no tienen campos de regatas pero que tienen patios escolares, gimnasios y polideportivos cubiertos e instalaciones bien cuidadas y bien mantenidas.

Mientras tanto, mientras Leonor (la princesa) se va a vivir su cuento de hadas mientras cursa sus estudios, Leonor (la hija de trabajadores) y los/as miles de compañeros y compañeras (hijos e hijas de trabajadores/as) vivirán esas aulas superpobladas porque no reducen las ratios. Tendrán que pagarse las fotocopias porque no llega el dinero de los gastos de funcionamiento a sus centros. Harán kilómetros en autobús, porque en su pueblo no hay escuela, estarán en colegios y centros que tienen baches en los patios y que necesitan alguna que otra mano de pintura y mantenimiento.

Leonor, la princesa, se relacionará con gente que se apellida de Bélgica, o de Holanda, o de Jordania. Vamos, con esa gente que va a colegios tan clasistas y elitistas. Leonor, la hija de trabajadores, como los/as miles de compañeros/as, se relacionará con quienes conviven en su barrio, conocerá y hablará de lo que viven en sus casas, de los problemas para llegar a fin de mes, de lo que cuesta el recibo de la luz.

Leonor, la princesa, vivirá ese cuento de hadas totalmente artificial, en esa burbuja de opulencia y clasismo que impide ver la realidad. Estas cosas vienen de lejos, de muy lejos. La famosa frase de “si no tienen pan que coman bollos” es un ejemplo muy claro de cómo las princesas no tienen ni puñetera idea de lo que la vida les depara a los y las demás. Leonor, la hija de trabajadores, al igual que el resto del alumnado, conocerá lo que es vivir el capitalismo salvaje y una sociedad tan individualista e insolidaria que deja por el camino a millones de personas.

El papá de Leonor, la princesa, se ha apresurado a salir al quite y proclamar que los 39.000€ que cuesta el curso de su hija los paga él. Pero él tiene un sueldo público que no se ha ganado en ninguna oposición, ni en ninguna elección democrática. Eso que él paga por los estudios de su hija viene de los impuestos que pagamos todos y todas, exceptuando esos/as españoles/as que defraudan o que evaden al fisco viviendo en paraísos fiscales.

La plaza escolar de Leonor, la que no es princesa, cuesta 8.000€ (es la media de lo que declaran las diferentes autonomías). Yo supongo que, hasta quienes están muy a gusto siendo súbditos, pueden llegar a pensar en la discriminación que significa que Leonor, la princesa, nos cueste cinco veces más y, además, viva como una futura reina.

No acaba aquí la cosa porque Leonor, la hija de trabajadores, no necesita escolta, ni coches oficiales, ni asistentes/as que también van a nuestra cuenta.

Todo ello en tiempos de pandemia, cuando los recortes en sanidad y educación no se han recuperado, cuando hay dos millones de familias en la pobreza, cuando se está cuestionando por la derecha y el facherío subir unos euros el SMI.

Con todo, lo peor, lo más inadmisible, lo que demuestra la calaña de nuestra familia real, es el daño que hace a todo el sistema educativo de nuestro país. Demuestra, enviando a su hija a un colegio de élite del exterior, un desprecio absoluto por el profesorado, por la educación y por la cultura de este país.

Ya ven, este es el Jefe del Estado que tenemos. No me digan que no es un motivo más para reclamar un régimen republicano.

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