Un 8 de febrero de 1921 moría en Dmítrov el conocido como "Príncipe" anarquista, Piotr Alekséyevich Kropotkin.
De familia noble, pasó a convertirse en uno de los teóricos del anarquismo más influyentes del siglo XX, considerándole el padre de Anarcocomunismo. Su faceta de pensador anarquista es la más conocida, pero sus estudios e investigaciones en el campo científico y económico, hicieron de Kropotkin un hombre muy polifacético. Sus obras más destacadas para mí son: "Campos, Fábricas y Talleres: La industria combinada con la agricultura y el trabajo manual con el intelectual" y su obra maestra; "El Apoyo Mutuo: Un factor de la evolución". Ambos ensayos fuero fruto de grandes estudios sobre el terreno y una labor de investigación. Pudiera parecer que son obras antiguas, pero a pesar de los años, están más de moda que nunca.
En una sociedad cada vez más individualizada, desarraigada de la naturaleza, donde la despoblación del medio rural y la deshumanización de las ciudades es preocupante y en la que prima unas relaciones laborales donde nuestros derechos se ven cada día más mermados, con empresas multinacionales que no se asientan en el territorio, donde sus sedes se encuentran a miles de kilómetros del lugar de producción; en definitiva, una sociedad donde prima un sistema que pone por delante el capital a las personas y el entorno. Los estudios de Kropotkin nos enseñan el camino que podemos tomar para revertir esta situación y cambiar el sistema hacia uno más humano y ecológico.
No es necesario declararse anarquista para leer a Kropotkin, ni siquiera para llevar a cabo sus ideas. Pues como él ya observó, el apoyo mutuo era una característica innata en muchos seres vivos incluido el ser humano. El apoyo mutuo es un factor relevante para que muchas especies puedan sobrevivir a largos viajes, o mismamente es necesario para poder alimentarse; un ejemplo claro lo tenemos en las aves migratorias o las manadas de lobos cuando cazan.
¿Y en la especie humana? El ser humano es el ejemplo más claro de ser social y necesitado de apoyo mutuo. No hace falta remontarse a las antiguas tribus, ni a los gremios medievales, como hace Kropotkin, para darse cuenta que los humanos necesitamos del apoyo para seguir adelante. La situación de pandemia que estamos viviendo o las inclemencias climáticas nos lo demuestra día tras día. Las redes de apoyo mutuo de los barrios que se crearon durante los meses de confinamiento estricto para ayudar a las personas más necesitadas, el trabajo de la ciudadanía limpiando la nieve en sus pueblos cuando la administración les deja tirados, ayudando en la extinción de incendios forestales y un largo etcétera demuestran que el apoyo mutuo es una necesidad.
Por otro lado, en "Campos, Fabricas y talleres" encontramos la clave para desarrollar una sociedad que vuelva a sus raíces, que pueda repoblar eso que han dado en llamar la "España Vaciada" e incluso humanizar las ciudades. La descentralización de la industria, la combinación del trabajo manual con el intelectual son fundamentales. No debemos esperar que vengan una empresa a instalarse en nuestro pueblo o pequeña ciudad, pues como ya sabemos, la economía a escala no permite una rentabilidad financiera en estos lugares, por lo que no se instalarán por iniciativa propia. La iniciativa debe venir de los propios ciudadanos, organizándose de forma cooperativa (aquí descarto las sociedades cooperativas actuales que forman parte del sistema) y coordinada entre varios sectores. Algunos podrán decir que es una utopía, pero ya existen ejemplos que funcionan de jóvenes emprendedores con una mentalidad que introduce en sus negocios una visión diferente y en Aragón tenemos varios: Empenta Artieda, Ecomonegros, Ecotambo, Ebronautas, Sabores Próximos, etc.
La extensión de la Economía Social, la Economía Ecológica, la coordinación de los ciudadanos en sus comarcas, en sus barrios; la soberanía alimentaria... Son términos que corroboran los estudios realizados por Kropotkin hace más de 100 años y que están más de actualidad que nunca.
Con todo lo dicho, me atrevo a decir que Kropotkin no solo fue un excelente científico y un teórico anarquista muy popular, sino también un visionario con ideas atemporales.