El “Somos” de Labordeta, interpretado por los rockeros ejeanos Tako que celebran su 40 aniversario en los escenarios, y los fuegos artificiales con 600 kilos de pirotecnia lanzada desde la arboleda de Macanaz sobre el Ebro han puesto este lunes por la noche el punto final a los Pilares 2025, los más largos de los últimos años. Diez días de fiestas con 2,6 millones de participantes, según el Ayuntamiento, y una nota de 7,9 en la encuesta municipal. Cifra similar a la media de la última década, pero que poco tiene que ver con el sentir de una parte de la ciudadanía que percibe unas fiestas cada vez más domesticadas y menos populares.
El "Somos" de Tako emociona a una plaza entregada para cerrar las fiestas del #Pilar25 Todo te lo hemos contado aquí en @arainfonoticias https://t.co/fYGmLl43n5 pic.twitter.com/oOjIvTicZH
— Mary Carmen Bozal 💜 (@mcbozal) October 13, 2025
Los terceros Pilares del mandato de Natalia Chueca (PP-Vox) han vuelto a ser una demostración de poder institucional, de símbolos y de control del relato. El gobierno municipal ha teñido de rojo y amarillo el Puente del Tercer Milenio, la fachada de la Casa Consistorial y la Puerta del Carmen, proclamando a Zaragoza “centro mundial de la Hispanidad”. Un gesto más en una política cultural que busca imponer una visión uniforme de la ciudad, subordinar lo aragonés a lo español y relegar la diversidad que la caracteriza.
La ofrenda y su disputa simbólica
En esta línea, la Ofrenda de Flores, con récord de 120.000 participantes, volvió a ser utilizada por la alcaldesa para reivindicar la “devoción que crece año tras año”. Pero la realidad es más compleja. La ofrenda sigue siendo un espacio de encuentro, de memoria y de pertenencia para miles de personas que participan no desde la fe, sino desde el vínculo con su tierra y con sus raíces. Para muchas, esto va de sacar el traje que te hizo tu abuela, la falda que heredaste de tu madre, el refajo cosido con una colcha vieja del pueblo. De reencontrarte con la gente, de almorzar juntas. Un acto popular que trasciende lo religioso, incluso cuando el poder intenta apropiárselo como exaltación de la hispanidad. Porque no hay orgullo posible en un pasado construido sobre el colonialismo y la violencia, sino en la diversidad, los cuidados y el respeto que queremos para el presente.
Curas, censura y borrado feminista
Las fiestas arrancaron con Vox marcando el ritmo y un PP disfrutando: un cura reconvertido en DJ, contratado por 50.000 euros de dinero público, inauguró el programa oficial envuelto en un bulo de propaganda reaccionaria que terminó en pinchazo. “Legitima el discurso ultraderechista y precariza los espacios de ocio alternativo”, denunciaron colectivos feministas, laicos y LGTBIQA+. Todo ello mientras se entregaban medallas a la élite mediática —Yarza, Heraldo y Henneo— y distinciones a asociaciones antiabortistas. Para el Gobierno de Chueca, esto no es “polarizar”; sí lo es, en cambio, alzar la voz contra el genocidio en Palestina. Para reforzar su control, la alcaldesa ya ha anunciado que cambiarán la fórmula para elegir a los Hijos e Hijas Predilectos de Zaragoza: es decir, ajustar el sistema para que siempre se cumplan sus reglas.
Al mismo tiempo, el Ayuntamiento eliminaba los Puntos Violeta, fruto de los pactos con Vox, y los sustituía por la nada, los llamados “espacios seguros unisex”. Frente a ese borrado institucional, el 8M Zaragoza abrió un Punto Violeta Virtual de atención y acompañamiento con perspectiva de género y LGTBIQA+, Bielas Salvajes organizó una bicicletada para reivindicar unos Pilares transfeministas y el movimiento feminista unido alzó la voz en un Martes Lila combativo: “Invisibilizar el machismo nos desprotege”.
A ello se suma la agresión sexista denunciada por una menor en Valdespartera, que recuerda que la violencia no desaparece por decreto ni por propaganda.
Huelgas invisibles, cultura precaria
También ha habido dos huelgas estos Pilares. Las plantillas de Inevent Telson, subcontratada por Henneo y Mediapro, en lucha por la dignidad laboral en el audiovisual aragonés, y la del tranvía, por mejoras laborales, chocaron con el muro del silencio institucional. El Ayuntamiento, lejos de mediar, se alineó con la empresa imponiendo “servicios mínimos máximos” en el transporte público.
La cultura tampoco salió indemne. El colectivo Bloco Rebelason denunció que el Consistorio les dejó fuera de la programación, incumpliendo su promesa de recuperar la música callejera. El Pilar Folk sobrevivió, un año más, pese al desdén institucional. “Nos tratan como si fuéramos unos recién llegados”, lamentó el músico Miguel Ángel Fraile. Mientras tanto, espacios privados como Zity o el Príncipe Felipe imponen precios prohibitivos, para la mayoría de bolsillos, frente a las salas de la ciudad, que resisten programando 66 conciertos durante las fiestas, y que continuarán llenando la ciudad de cultura el resto del año.
Espacios consolidados como los infantiles Río y Juego o el Parque de las Marionetas, y otros que se están consolidando, como el Jardín de Invierno o Estación del Norte para conciertos gratuitos en la calle, han marcado estos Pilares. También Parque Delicias y las propuestas de circo —aunque este año sin compañías aragonesas—, y el Antiteatro Xior, que ha recibido a Pepe Viyuela, Leo Bassi o la despedida de Trapu Zaharra. Sin embargo, Estación del Norte y Xior presentan un gran “pero”: en ambos, público y artistas acaban masticando polvo apenas cinco minutos después de empezar los espectáculos, siendo Xior el caso más sangrante, donde el polvo llega hasta las orejas de quienes actúan. Y es que en los Pilares de Chueca hay dos categorías de espacios, dos formas de tratar la cultura: con o sin cuidado.
“Contra los Pilares del sistema”
Pero hay una Zaragoza que no se rinde. La otra ciudad, la que no cabe en los marcos oficiales, volvió a levantar sus propios Pilares. El antipregón de Radio Topo, los Pilares Solidarios del PCE Aragón, los Pilars en aragonés de Nogará, el encuentro anticolonial de la Plataforma Antirracista, las movilizaciones antitaurinas o una nueva edición del Asalto contracultural “contra los Pilares del sistema” ocuparon las calles y plazas como espacios de resistencia.
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También resonó el grito por Palestina —desde el pregón hasta los escenarios—, el “SOS Zonas Jóvenes” con Califato 3/4 o el compromiso de Aurora Beltrán, que en su concierto en Estación del Norte lució el cachirulo de la Plataforma ‘Libertad 6 de Zaragoza’ en homenaje a las personas presas antifascistas: “No puede ser que pasen estas cosas en los tiempos que corren”.
“Lo que llevo aquí es un crespón. No puede ser que pasen estas cosas en los tiempos que corren”. Aurora Beltrán sube con el cachirulo @Libertad6Zgz a su concierto en Estación del Norte. También critica la eliminación de los Puntos Violeta del #Pilar25 por el Ayuntamiento PP-Vox pic.twitter.com/7iiEoC8ug5
— Iker G. Izagirre (@igoiz17) October 12, 2025
Y quedará en la memoria el pregón de "cine" de Paula Ortiz: “Somos ciudad. Somos foro. Somos asamblea, somos hogar. Lo somos a pesar de que falten aceras, profesores en los colegios públicos, médicos en los hospitales, casas de juventud. A pesar de las guerras que nos avergüenzan y de los genocidios a los que asistimos. Y de quienes nos reprochan denunciar esa vergüenza”. Un discurso que no gustó a la alcaldesa, que tildó a la cineasta de “no ser elegante”. Ortiz respondió: “La elegancia se demuestra en las palabras y en los actos, pero también en la escucha”. Zaragoza escuchó. Y, como cada año, también habló.
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