Lo de Lenore, Goad y las identity politics. Érase una vez un debate que parecía interesante

Detalle de la portada de 'Manifiesto redneck' de Jim Goad.

1. CLICKBAIT ON THE LEFT. Resulta que un señor, Víctor Lenore, escribe un artículo de título contundente El año en que la derecha le dio una paliza a la izquierda en ensayo político. Bueno, más que contundente tiene bastante de lo que en internet se llama clickbait.

El titular de Lenore es el equivalente a “14 cosas que no creerías sobre Pamela Anderson” o “El día que Chuck Berry le pego un puñetazo a Keith Richards” para público izquierdista ilustrado. Una técnica de marketing de contenidos digital a través de determinado tipo de titulares.

Pero vamos que ya puedes saber pronunciar en perfecto inglés de Harvard lo de clickbait que es ver un titular de esos y p’allí que te vas.

En todo caso el artículo se ha convertido en la polémica de moda. El equivalente a estar al día del último mixtape de Young Beef en la cosa de izquierdas. Aquí te lo contamos.

PD: Lo cierto es que todo esto tiene interés más allá de estar puestos en los temas de actualidad: la polémica dibuja los contornos de algunos de los principales debates que se están produciendo en la izquierda contemporánea.

2. LA POLEMIQUITA. Clickbait aparte Lenore plantea, a través de la reseña de una serie de libros de autores americanos con cierto éxito editorial (Lenore es un crítico cultural), la idea de que las identity politics están en crisis.

Las identity politics constituyen en el contexto anglosajón uno de los pilares fundamentales de la política de izquierda o progresista (liberal dicen en los EEUU) de la últimas cuatro décadas. Lo del contexto anglosajón tiene cierta importancia. Pero de eso hablaremos luego.

Una serie de personajes destacados de la new wave de la izquierda ibérica (Pablo Iglesias, Monedero, Nega) apoyan pública y candorosamente el artículo de Lenore.

Al mismo tiempo, el artículo genera una ola en sentido contrario. Activistas e influencers del ámbito post-15M (@teclista @nichtmitmachen) salen a llevarle la contraria.

La cosa es que la opinión de esta gente siempre me produce respeto. También me parece que hay algo bastante interesante en el tema que Lenore señala.

No sé si exactamente como lo plantea sino que aquello que plantea: una cierta crisis del paradigma político heredado de la política de los nuevos movimientos sociales que ha sido hegemónica los últimos 40 años en la izquierda.

Hay algo en lo que nadie parece reparar excesivamente: los autores que reseña Lenore son anglosajones. El hecho es que las identity politics no han tenido un recorrido similar en el estado español al del mundo anglosajón. Así que la cosa tiene mucho más que ver con referentes que con un análisis de las prácticas políticas.

Efectivamente: la polemiquita gira muy rápido a una cuestión de referentes. La cosa es que sinceramente medirnos los referentes es una forma bastante estéril de debate. No entiendo porque Althusser no puede ser leído con Foucault. Joder, el propio Foucault lo hacía.

Va y resulta que Althusser fue el caimán de Foucault en la Ecole. Foucault no deja de debatir con Althusser. De pensar con Althusser. JODER NO ME TOQUEIS A ALTHUSSER QUE ME VUELVO MUY LOCO.

Como bien queda reflejado en el párrafo anterior los debates sobre referentes son una mierda de debates. No digo que no tengan su importancia, pero es fácil quedar atrapados en la cosa discursiva y la confrontación entre biografías políticas.

No es cierto que no todo el mundo repara en ello. Los que si lo hacen plantean una cuestión interesante: ¿Qué papel juega la propia crítica de las idpols?

En tanto la crítica y la parodia de las idpols es uno de los frentes que se ha convertido en baluarte de la derecha el silogismo aparece inmediatamente: toda crítica de las políticas de identidad es susceptible de hacerle el caldo gordo a la derecha.

Lo cual es al mismo tiempo cierto y extraordinariamente limitante para una práctica de crítica (del griego y de κρίνειν krínein «discernir, analizar, separar») de nuestras condiciones y prácticas políticas. Vamos, un lio.

Plantear que las políticas de identidad estén en crisis no significa ipso facto que el feminismo esté en crisis. Por el contrario da muestras de una vitalidad extraordinaria. Lo interesante sería ver, por ejemplo, ver hasta qué punto en el interior de las prácticas feministas las políticas de identidad han perdido centralidad y están siendo problematizadas.

Lo cierto es cierto que Lenore saca a colación unos referentes bastante cuestionables para nuestro gusto adquirido. Y ese es parte del problema. Así que en la polemiquita aparece bastante, y bastante rápido, el argumento ad hominem. Pero la Wikipedia ya nos explica qué pasa con el argumento ad hominem: es un tipo de falacia (argumento que, por su forma o contenido, no está capacitado para sostener una tesis) que consiste en dar por sentada la falsedad de una afirmación tomando como argumento quién es el emisor de esta.

> El problema con Jim Goad

3. LO DE LA CRISIS DE PARADIGMA POLÍTICO Y LO QUE APRENDIMOS DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES. Como el tema sigue resultando interesante propongo que bajemos a un cierto análisis de las prácticas políticas contemporáneas y de paso nos olvidemos de Lenore y la polemiquita. O lo que es lo mismo, de quien lo dice para ver que se dice.

Sostenemos la tesis: la racionalidad política heredada de los movimientos sociales, que ha sido dominante las últimas décadas, se encuentran en crisis.

Efectivamente, esta afirmación es muy atrevida. Así que habrá que sostenerla con un poco de rigor. Para empezar habrá que aclarar que entiendo por eso de “movimientos sociales” y de “racionalidad política”.

Los años 60 del XX ven aparecer prácticas políticas emergentes que no se encuadraban ni identificaban con las formas de las organizaciones de masas características de la primera mitad del siglo.

El concepto “movimiento sociales” será acuñado para describir estas realidades emergentes. Las cuales se convertirán en hegemónicas en las décadas siguientes y constituyen el sustrato histórico de nuestras propias prácticas políticas.

El feminismo, el pacifismo, el ecologismo y la lucha LGTB son sus formas históricas más acabadas. Aquellas con más largo recorrido y, en cierto sentido, la matriz que sirve de modelo a otras que surgirán.

La aparición de los nuevos movimientos sociales supuso la puesta en acción de una nueva racionalidad política que disputó y desplazo la racionalidad instrumental y estratégica que había caracterizado la dirección de los movimientos de masas.

Esto no surgió de la nada: respondió a una crisis de sentido y efectividad de las prácticas políticas instituidas en el seno de los movimientos obreros. En el contexto de la crisis social de la sociedad capitalista surgida de la 2WW.

La hipótesis es la siguiente: nos encontraríamos en el presente en una situación similar a aquella que dio como respuesta la aparición de los movimientos sociales y un nuevo paradigma de acción y pensamiento político.

Como decimos que los movimientos sociales implica un tipo de racionalidad política específica o paradigma tendremos que caracterizarla:

a) Un nuevo catálogo de prácticas políticas (acción política no convencional) y de temas. Los conflictos de tipo distributivo pierden peso y centralidad en relación a conflictos en torno a la gramática de las formas de vida.

b) Centralidad de valores postmateriales

c) Una orientación política del discurso pluralista, a veces elaborada ad hoc organizada en torno a issues y no en torno a cleavages.

d) Un nuevo estilo de actuación dominado por una racionalidad expresiva, no instrumental y comunicativa.

e) Formas de organización: flexibles, descentralizadas, asamblearias y escasamente burocráticas.

f) Un panorama de acción política disociada (autonomía de las organizaciones, antipartidismo cultural) y un nuevo ámbito de intervención preferente (política no convencional, esfera semipública).

g) Demandas que ya no se dirigen al estado para que intervenga sino que establece, en relación a él, un espacio físico o moral autónoma cuya integridad es irrenunciable. Que el estado se quede fuera es la consigna.

h) Un tempo de actuación dominado por la inmediatez y del corto-medio plazo.

El hecho es que si analizamos las formas emergentes de prácticas políticas, aquellas que están teniendo más éxito y configurando un modelo, ya no responde exactamente a estas características.

La Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH) no establece un conflicto sobre modos de vida, establece un conflicto distributivo en toda regla.

Su modo de funcionamiento se sitúa en la tradición descentralizada y flexible de los movimientos sociales pero lo que sitúa al frente de su estrategia es una política de concertación y demanda de intervención del estado.

Las mareas no surgieron como respuesta a la necesidad de defender un modo de vida amenazado y sus derechos: el del funcionario público. Prefiguran la forma posible de un conflicto en torno a los servicios públicos como dispositivos de redistribución.

El 99%, los de abajo, la casta, la ciudadanía son formas concretas de establecer un clivaje capaz de articular una política de confrontación.

Hay continuidad en las prácticas organizativas características de los movimientos sociales pero una discontinuidad en los temas (conflictos distributivos), la racionalidad política (racionalidad estratégica) y el espacio político de confrontación (esfera público-institucional).

Re-emergencia de lógicas estratégicas cuantitativas y un papel renovado de la esfera público-institucional como espacio de conflicto que no responde meramente a un pasaje tacticista electoral.

Los movimientos sociales históricos no van a desaparecer, y algunos se encuentran en una situación de renovado vigor y actualidad, como los movimientos feministas.

Los conflictos en torno a los modos de vida y sus derechos no han perdido vigencia. Pero si centralidad o, cuanto menos, la centralidad de la que han gozado en décadas precedentes.

Plantear la crisis de la racionalidad política que imprimieron los movimientos sociales no es cuestionar a los movimientos sociales, su papel histórico o su actualidad. Es un ejercicio de análisis de las condiciones de nuestra acción política.

De la crisis de agencia de los movimientos de masas nacieron los nuevos movimientos sociales ¿Estamos asistiendo al parto de una nueva realidad?

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