Investigadores aragoneses coinciden en la urgencia de la adaptación al cambio climático, que ya es una realidad presente

Anticipar los impactos, reducir la emisión de gases y apoyar la investigación científica fueron algunos de los consensos expresados ayer en la mesa Ciencia-Sociedad organizada por la Alianza por la Emergencia Climática de Aragón en la Universidad de Zaragoza

Foto: Gobierno de Aragón

La Alianza por la Emergencia Climática de Aragón reunió ayer a investigadores de la talla de Idoia Arauzo, José María Cuadrat, Alfredo Ollero, Miguel Ángel Saz, Alicia Valero o Blas Valero en una mesa Ciencia-Sociedad para abordar la adaptación y mitigación del cambio climático.

El grupo de científicos aragoneses repasó en el salón de actos de la Biblioteca María Moliner de la Universidad de Zaragoza algunos de los retos de Aragón ante el cambio climático, “una realidad  presente”, tal y como explicaron todos ellos. La totalidad de los intervinientes coincidió en la necesidad urgente de desarrollar la adaptación al cambio climático, anticipando los impactos, reduciendo las emisiones de gases y apoyando la investigación científica, así como cambiar nuestro modelo de producción y consumo y coordinar la respuesta ante el cambio climático de un modo global.

Idoia Arauzo, científica del Observatorio Pirenaico de Cambio Climático enumeró los desafíos incluidos en el último informe de este organismo transfronterizo. En primer lugar, preparar a la población. Las afecciones a la salud pública, a la calidad de los ecosistemas o al propio sistema económico requerirán adaptaciones. Asimismo, hay que prestar especial atención a la seguridad. Las inundaciones, los aludes o los deslizamientos de laderas cada vez serán más frecuentes, por los efectos del cambio climático en el Pirineo. Además, la región debe prepararse para la escasez hídrica y las eventuales sequías en periodos de estiaje. En cuanto a las aguas, también se debe cuidar la calidad, tanto en superficie como las subterráneas. Otro de los puntos que recoge el informe es la necesidad de mantener y diversificar el atractivo turístico de los Pirineos, más allá del turismo de nieve. En el ámbito económico, el informe también apunta a estudiar con atención la productividad y calidad de los cultivos del Pirineo, que están variando con el aumento de temperaturas y el descenso de precipitaciones. Se advierte sobre la necesidad de “prever cambios irreversibles en el paisaje de lagos, turberas, bosques, etc.”, así como tratar de frenar la pérdida de biodiversidad. Por último, el OPCC apunta a las variaciones que van a sufrir la oferta y demanda energética de la región pirenaica, así como las nuevas enfermedades, plagas y especies invasoras que van a aprovechar los nuevos nichos bioclimáticos.

En este sentido, Arauzo, señaló los problemas de descenso de superficie para algunas especies, dado que las montañas tienen forma cónica y hay flora y fauna que está ascendiendo su ámbito de desarrollo en altitud, al mismo tiempo que asciende la temperatura.

La investigadora del OPCC alertó sobre el especial impacto a los glaciares (ya sólo quedan 19 en todo el Pirineo) y otros ecosistemas como las turberas, que son sumideros de CO2 pero que en un contexto de incremento de temperatura pueden pasar a ser emisores de CO2. Asimismo, hizo hincapié en el incremento de riesgo de incendios forestales y en la importancia de tener “mapas de vigilancia climática para controlar el estrés forestal”. Asimismo, señaló opciones que pueden ofrecer beneficios ecosistémicos, como el agro pastoralismo o la introducción de cultivos resilientes como la vid, que aguanten desde sequías a lluvias torrenciales.

A continuación, el catedrático experto en clima, José María Cuadrat, demostró los incrementos probados en la temperatura global y también de España, con una media de 1’2ºC. A las causas naturales tales como el vulcanismo, las variaciones en la órbita terrestre o las manchas solares, Cuadrat sumó la acción del ser humano como factor decisivo en estos cambios de temperatura. Los efectos se han podido comprobar empíricamente por las aragonesas y aragoneses en las temperaturas récord alcanzadas el pasado mes de junio, con noches tropicales en las que se agrava el estrés térmico. En dichas noches no se puede descansar bien porque la temperatura no baja de los 20ºC. En este sentido, Cuadrat puso especial atención en el caso de Zaragoza, por sufrir el efecto de la llamada “isla de calor”, motivado por el tráfico motorizado, la ubicación de los edificios y la planificación urbanística o los sistemas de climatización. En el caso de Zaragoza, el incremento de temperatura en los últimos 10 años ha sido de 1’6ºC, habiéndose reducido el número de heladas notablemente. En cuanto a los picos de calor de este verano, el catedrático ha señalado la relación directa con el incremento de inhumaciones en el Cementerio de Torrero.

Cuadrat también se refirió al informe del OPCC y, en cuanto al clima pirenaico, ha advertido una fuerte variabilidad interanual en las precipitaciones, pero mucha más en la nieve, con un cierto descenso en las altitudes medias. “La nieve no sólo es un recurso turístico, también es nuestro mejor embalse”, señaló el catedrático, que mostró un modelo de predicción que apuntaba a un leve descenso en la innivación hacia medidados del siglo XXI y, después, un fuerte descenso de la nieve pirenaica de 2050 a 2100.

Concluyó señalando cinco retos ante el cambio climático. El primero de ellos, que se trata de un problema global y requiere una respuesta global. Pero, ante todo, subrayó la necesaria adaptación. “El cambio climático es un gran trasatlántico -comparó-, con una inercia muy grande, y, si respondemos de manera adecuada, se podrá parar, pero tardaremos mucho tiempo”. “En países ricos como el nuestro seremos capaces de paliar sus efectos, pero va a haber muchos países pobres sin capacidad de adaptación, cuya población tendrá que abandonar sus hogares para sobrevivir, y tendremos que ayudarles y gestionar dichos movimientos migratorios”, subrayó Cuadrat. “Debemos pensar a largo plazo y fomentar la cooperación internacional, con el cambio climático no hay que ser ni optimistas ni pesimistas, hay que ser activistas, cambiar estilos de vida y aplicar soluciones basadas en la ciencia y el conocimiento”.

Por su parte, el experto en geomorfología fluvial y profesor de la Universidad de Zaragoza, Alfredo Ollero, describió los efectos que están sufriendo los ríos europeos con el Cambio Climático. “Se están generalizando variaciones: un estrechamiento de los cauces, simplificación de los mismos e incisión”. En este sentido, además del Cambio Climático, señaló la acción directa del ser humano, con embalses o malas prácticas locales, tales como la canalización de los ríos, los dragados o las limpiezas del cauce. “Los ríos se adaptan solos y autoajustan, pero hay que aprender de ellos para ayudarles en su adaptación”, indicó Ollero. “Debemos favorecer conectividades fluviales y permeabilizar los obstáculos que encuentra el río”, añadió. Ollero describió el caso del río italiano Cordevole, que tiene el triste record de incisión del cauce, con un descenso de hasta 10 metros. El efecto directo es que las riberas, donde hay asentada población, se descalcen. No obstante, Ollero señaló que ya se puede observar la incisión de hasta cinco metros de altura en algunos puntos de las orillas del río Gállego.

Reconstruir el clima del pasado gracias a los anillos de los árboles y la climatología histórica es la principal vía de investigación del profesor doctor Miguel Ángel Saz, de la Universidad de Zaragoza.  Achaca a la actividad antrópica la principal responsabilidad de cambio climático lamentando que “hemos quemado todo el carbono depositado durante millones de años en la corteza terrestre y los niveles de CO2 son los máximos de los últimos millones de años”. Si bien no estableció una causa efecto, Miguel Ángel Saz sí que apuntó a que las sociedades, a lo largo de la historia, han funcionado bien cuando el clima ha sido estable.  “Quien seguro que no sobrevive a esta crisis climática es la forma en la que el ser humano se relaciona con los recursos naturales”, finalizó Saz.

La doctora ingeniera química por la Universidad de Zaragoza Alicia Valero imparte clases de termodinámica en la facultad de Ingeniería y trabaja en la fundación CIRCE, y compartió su visión sobre la sobre explotación de recursos y el peligro del avance exponencial del cambio climático. “A mis alumnos les explico que la ingeniería sin ética sólo es destrucción”, arrancó Alicia Valero, señalando que el planeta sufre un déficit ecológico desde los años 70. “Este 2019, el día de sobrecapacidad de la tierra fue el 29 de julio, día a partir del cual, el planeta debe vivir de rentas”, denunció. Asimismo, apuntó el problema de que el ser humano tiene pensamiento lineal, pero hay fenómenos que tienen un crecimiento exponencial, como el cambio climático o el crecimiento de la población mundial. Hoy somos 7.700 millones de personas, pero en 2050 seremos ya 10.000 millones. “Cuando nos demos cuenta del problema ya será demasiado tarde”, advirtió. “No sólo crece la población, también los deseos de consumo de los individuos”, alertó Valero, indicando que la escasez de materiales será muy grave. “Hoy, cada aparato tecnológico que usamos, contiene casi toda la tabla periódica de los elementos y Europa no los produce”, indicó Alicia Valero.

Por último, Blas Valero, investigador de la Universidad de Zaragoza especializado en analizar los sedimentos de los ibones del Pirineo para estudiar las variaciones de los ecosistemas del pasado, intervino para detallar cómo han cambiado los paisajes de la cordillera en relación con esos cambios en el clima. Valero indica cuándo y con qué velocidad se han producido estos cambios. Denunció “cómo hemos llegado a los límites que se planteaban de partes por millón de CO2 en la atmósfera, de tal manera que el 30 de noviembre de 2019 ya estábamos en 410’57 ppm”.

“Si bien a lo largo de la historia ha habido cambios en el clima -ha apuntado Valero-, hoy nos debemos plantear la rapidez de dichos cambios de cara a la adaptación”. Blas Valero confirmó que los indicios científicos de cambio climático son incontestables: temperaturas, precipitaciones, retroceso de glaciares, altura del nivel del mar… y que la acción del ser humano a lo largo del siglo XX y lo que llevamos del XXI es la principal causante.

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