Escribe Irene Vallejo en “El infinito en un junco” que “los tiempos que unos consideran decadentes mientras los viven son la región de la nostalgia para otros”. Y así supongo que han de ser los designios de la percepción humana. Cualquier tiempo pasado, a pesar de un presente tan jodido como el nuestro, no fue mejor, pero, déjennos, a quienes vivimos nuestra juventud en tiempos de Ixo Rai, que pensemos, aunque sea solo por un momento, como viejos nostálgicos, y creamos que sí, que ese ayer fue más divertido, más solidario y más colorido que nuestro presente. La fiesta de “la fin” fue un cierre de ciclo necesario que, además de servir para divertirnos, reencontrarnos y abrazarnos con viejos amigos, nos ha servido, en cierta forma, para darnos un pequeño toque de atención y tomar conciencia, una vez más, del presente.
El pasado viernes 7 de octubre, Ixo Rai daba comienzo a los pilares populares, fuera del programa oficial de las fiestas a pesar de haber sido nombrados hijos predilectos de la ciudad de Zaragoza. Cuatro mil entradas agotadas pedían que la mejor despedida hubiese sido en la plaza del Pilar, gratis, y donde mucha gente que se quedó sin entrada los hubiera podido disfrutar. Sin embargo, no sé, parece que la censura del azconato a la música popular aragonesa, llegó hasta el mondongo de Ixo Rai. Nadie negará, por otro lado, que fue justicia poética ver al día siguiente de la fiesta de “la fin”, a curas, militares y “políticos de mala ralea”, aplaudiendo a los miembros del grupo tras recibir la distinguida mención.
Estalla la fiesta con la mosica y el mondongo de Ixo Rai! pic.twitter.com/RHX3gbUYLu
— Iker G. Izagirre (@igoiz17) October 7, 2022
El día de la fiesta de “la fin”, me decía un amigo, que en nuestra juventud escuchábamos música con valores, con los que ahora puedes estar o no de acuerdo, pero que aquellas canciones nos educaron, y nos hicieron crecer. Nos hicieron cuestionarnos algunos aspectos que entonces nos parecían injustos, e incluso nos hicieron discutir. Había algunas canciones que nos llevaban a debatir de política. Puede parecer una fantasía, pero era así. “Un País” nos hacía preguntarnos si éramos independentistas, o federalistas, o tal vez solo socialistas sin más. Pues no, también un poco anarquistas. Letras como la de “A fuesa unibersal” sirvieron para hablar del SIDA en el instituto, y viejos profesores como Don Lino vinieron a clase con el radiocasete para que escucháramos “El jefe de Seattle”, y que nos preguntásemos que, a lo mejor, lo que ponía en el libro de historia, no era del todo cierto. Recuerdo una huelga educativa, recién estrenada la LOGSE, impulsada por las madres, en la que los y las jóvenes preadolescentes, no sabíamos las causas concretas de la huelga, pero nos sentíamos poderosos cantando “Me dicen que no quieres” con el puño en alto.

Recordábamos el día 7, que aquella fue una época interesante de retroalimentación político-cultural, de toma de conciencia popular en clave aragonesa, e Ixo Rai, de una forma u otra, estuvo presente en muchas de aquellas movidas. Nos decíamos que Ixo Rai fue también ese nexo de unión entre generaciones, entre unos padres y madres que crecieron en el antifranquismo con la canción protesta aragonesa y las reivindicaciones autonomistas, y unos hijos que asumieron esa herencia política y musical, pero a su vez querían algo más. Eran heavies y punks, tocaban en bandas ruidosas, pero les gustaba el folk y se emocionaban no solo con “Pastora la galana”, sino también con “Yebra folk África” o con la “polka buendios”.

Fue curioso ese rejuvenecimiento y actualización del folklore aragonés, pues nunca un chicotén o un salterio se colaron en tantas cadenas de música de las peñas aragonesas. Ixo Rai fue la manifestación cultural de la izquierda somarda aragonesa, que tuvo a bien pasar por encima a aquella izquierda depresiva aragonesa. Y bien falta que hacía, y que bien lo hicieron.
Después de 20 años y en el mismo lugar en el que estuvimos en aquel “A todo cerdo le llega su San Martín”, nos acordábamos que éramos capaces de aprendernos de memoria la letra de una canción sin estribillo y tan poco bailable como “Chuan Garcés”, los del apellido de la resistencia de Chánobas. O más aún, como no nos dejábamos ni una sílaba de aquel country, “Whindemoney maña”, escrito en lo que, por aquel entonces, como dijo Jota, era la cuarta lengua de Aragón, el spanglish, aislada en el territorio de Garrapinillos. Yankees go home, au d´Aragón.
Las fiestas populares de Zaragoza arrancan de la mejor manera, con el concierto de Ixo Rai! en una Multiusos a reventar. Y la campaña #Absolución6deZGZ presente en el escenario: https://t.co/hs7SEqHxLY pic.twitter.com/89GZKtbQYa
— Iker G. Izagirre (@igoiz17) October 7, 2022
El concierto del 23 de abril comenzó con unas palabras muy emotivas y llenas de amor hacia Juanito, razón última de esta vuelta. Palabras que han estado presentes durante toda la gira, y lo estuvieron hasta el último minuto del concierto del pasado día 7. Una gira en la que Aragón le ha vuelto a cantar al Che, a los insumisos, al Kurdistán, a los barrios y a un país contradictorio y diverso. Viejas batallas que se hicieron canción desde las barricadas de la alegría en aquellos años 90. Ixo Rai fue para los jóvenes de entonces una escuela de valores a defender y de ideas a cuestionar. Fue el antidogma que nos ha vuelto a dar, en este último concierto, otra lección de humor, humildad y sencillez.

Y en fin, parece que Ixo Rai ha vuelto a la escena cultural aragonesa para recordarnos este fin de ciclo, en el que ya no hay insumisos, pero sigue habiendo gente en Zaragoza a la que le piden años de cárcel por protestar contra el fascismo de nuevo cuño de Vox (Los 6 de Zaragoza estuvieron presentes durante todo el concierto); un fin de ciclo en el que el origen de la emigración ha cambiado, o en el que los macroproyectos se pintan de verde, la extrema derecha condiciona las políticas institucionales y ha desaparecido cualquier atisbo de retroalimentación político cultural entre la cultura popular y una izquierda desnortada.

Nos quedamos con el sentimiento de Eva Amaral y Juan Aguirre entonando el “canto a la libertad”, el desenfado de los Artistas del Gremio, la belleza que le puso María José Hernández a la “Carta de amor” o el flow de Santi del Campo, de aquella banda, Los Especialistas, que se adelantaron a su tiempo, y se quedaron por el camino. Esta tierra es Aragón. Nos quedamos con el recuerdo a Juanito y a su irreverencia iconoclasta y, en fin, como señaló Jota, Ixo Rai se quedará en la memoria de las y los aragoneses, “que es lo que nos da sentido”.
Como dijo Labordeta, “gracias por el desgarro anarco-nacionalista que inventasteis”.
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