¿Está la COP21 de París a la altura de las circunstancias?

"El tamaño importa. También el momento". Crónica desde París de Samuel Martín-Sosa Rodríguez, responsable de Internacional de Ecologistas en Acción, para El Salmón Contracorriente

Entre 2030 y ya veremos cuando: demasiado tarde para hacer pico de emisiones

Recientemente el G7 hacía un pomposo llamamiento a acabar el siglo XXI con cero emisiones. Los negociadores parecen dispuestos a hablar de importantes reducciones de emisiones en fechas más bien lejanas y distraen el foco de la importancia que tiene la fecha a partir de la cual las emisiones empiecen a declinar. Y el que las emisiones empiecen a decrecer en un momento o en otro va a determinar lo que tenga que pasar después, es decir, el ritmo de reducción posterior necesario para llegar a los objetivos finales (ya sean 2 ºC o 1,5ºC). Tan relevante es por tanto el tamaño del pico -el nivel máximo que alcancen las emisiones-, como cuándo tenga lugar.

Es necesario poner sobre la mesa la urgencia de comenzar a reducir las emisiones de GEI [1] cuanto antes, de forma que el ritmo de reducción sea realista, y teniendo en cuenta las limitaciones existentes y la dificultad que supone transformar un sistema productivo de gran inercia.

El borrador del Acuerdo de París manejado hasta ahora, en su apartado dedicado a mitigación, en lo relativo al “Objetivo colectivo a largo plazo” planteaba como una de las opciones alcanzar el pico global de emisiones hacia 2030. Otra opción planteada era fijar otra fecha (anterior o posterior). Y una última posibilidad era dejarlo en un vaguísimo “tan pronto como sea posible”.

Como vemos, todo se plantea muy abierto. En el último borrador presentado, el jueves 4 de diciembre, se optaba ya directamente por la opción menos comprometida (“tan pronto como sea posible”) y se caía de momento la posibilidad de definir una fecha concreta. Veremos si de aquí al 9 de diciembre, en que se presentará un nuevo borrador en la cumbre sobre el que trabajen los ministros del ramo, hay avances sobre este asunto. Si bien no definir una fecha demuestra una clara falta de compromiso, la fecha que hasta ahora pulula por el imaginario colectivo, la de 2030, no representa en absoluto una opción deseable. Por el momento hay economías como la China -primer emisor mundial con un 25% de las emisiones globales-, que ya han dejado claro en sus INDCs (las promesas de mitigación que cada país ha puesto sobre la mesa) que su fecha es 2030, aunque algunos expertos indican que podría alcanzar el pico antes. Estado Unidos, segundo emisor mundial, ha prometido reducir en 2025 sus emisiones entre un 26 y un 28 por ciento, respecto a los niveles de 2005.

¿Qué implica retrasar la fecha en que las emisiones hagan pico?

Como vemos en la siguiente gráfica, al ritmo actual de crecimiento anual de emisiones, si esperamos a 2025 para comenzar la reducción, acabaremos teniendo a final de siglo un incremento de unos 2,5ºC, y eso con un muy exigente y costoso ritmo de decrecimiento de emisiones a partir de entonces de un 2,4% anual, nada fácil de conseguir. Si retrasamos el pico hasta 2035, la temperatura a final de siglo será 3ºC superior.

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Fuente:“Impact of delay in reducing carbon dioxide emissions”, Allen y Stocker (2013)
Fuente: “Impact of delay in reducing carbon dioxide emissions”, Allen y Stocker (2013)

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Sin embargo, el IPCC también avala en su quinto y último informe la fecha de 2030 [2] como el momento hasta el que podemos retrasar el pico global de emisiones. Hace unos meses Oliver Geden recordaba en un muy oportuno artículo en Nature que en el anterior informe del IPCC (el cuarto), la fecha recomendada para hacer pico de emisiones era la de 2015, para poder decrecer a un ritmo de un 3% anual. Ante la inacción gubernamental que a estas alturas imposibilita ya esa fecha, el nuevo objetivo asumido en el imaginario colectivo es el de 2030. Esto nos obligaría a un ritmo extremadamente pronunciado de reducción de emisiones, para poder alcanzar el objetivo de 2ºC a final de siglo. Según el IPCC alcanzar un pico de 55 Gt de CO2eq [3] requeriría un ritmo de reducción anual del 6% entre 2030 y 2050.

¿Es posible reducir las emisiones al 6% anual?

Ritmos pronunciados de reducción de emisiones son mucho más costosos que ritmos graduales. Cuanto mayor sea el ritmo necesario de reducción, mayor riesgo tendremos de no alcanzar el objetivo global de temperatura de 2 ºC -y mucho menos el de 1,5 ºC-, y mayor dependencia tendremos de tecnologías de eliminación del CO2 de la atmósfera de dudosa viabilidad (en la próxima entrada hablaremos sobre este tema).

Un ritmo de reducción de emisiones del 6% no tiene precedentes. Los ritmos de reducción más pronunciados vistos hasta la fecha fueron del 2-4%, experimentados tras el colapso de la Unión Soviética. Durante la última década las emisiones globales han crecido a un ritmo cercano al 2% anual. Pensar que podremos reducir las emisiones a ritmos superiores a aquellos con los que hemos venido creciendo puede que no se compadezca con el realismo. Incluso para aquellos países que se han comprometido con un ritmo de reducción de emisiones de 1,5% anual de aquí al 2030, el objetivo de los 2ºC les obligará a reducciones anuales del 3-4% a partir de esa fecha, lo que supone ya un objetivo que podría no ser técnicamente posible, además de muy costoso. El Informe sobre la Disparidad de las Emisiones del PNUMA [4] estima que el camino menos costoso para el objetivo de los 2ºC sería bajar a 48 Gt de CO2eq en 2025 y continuar bajando hasta 42 en 2030.

Por tanto, dado lo exigente de las necesarias reducciones de emisiones de las que nos habla la ciencia [5] y el hecho de que posponer el momento en que las emisiones hagan pico nos obligará a ritmos anuales de disminución de emisiones que pueden ser imposibles de cumplir por no ser realistas, la comunidad internacional está moralmente obligada a acordar en la cumbre de París una fecha inminente para comenzar la reducción. Definitivamente no podemos esperar a 2030. Y desde luego, tampoco es aceptable la falta de compromiso con una fecha concreta.

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Notas

[1] Gases de Efecto Invernadero

[2] Es importante recordar que de no hacer nada y seguir en un escenario tendencial (BAU), es decir, sin contar con las promesas hechas por los países de cara a París, 2030 sería la fecha en la que según el IPCC alcanzaríamos las 450 ppm de CO2 en la atmósfera.

[3] CO2 equivalentes es la medida utilizada, en términos de concentración de CO2, para unificar el forzamineto radiativo provocado por los diferentes gases de efecto invernadero

[4] Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente

[5] Hansen J, Kharecha P, Sato M, Masson-Delmotte V, Ackerman F, y col.: “Assessing ’Dangerous Climate Change’: Required Reduction of Carbon Emissions to Protect Young People, Future Generations and Nature”. En PLoS ONE vol. 8, nº 12, 2013.

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Crónica desde París de Samuel Martín-Sosa Rodríguez, responsable de Internacional de Ecologistas en Acción, para El Salmón Contracorriente.

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