El COI pone en el punto de mira la X de Raven Saunders, el gesto que une a todos los colectivos oprimidos del mundo

La arcaica normativa del Comité Olímpico Internacional prohíbe a las y los atletas expresarse libremente. Pero aunque el COI quiera evitar "politizar" el deporte -el mismo COI que organizó unos Juegos en la Alemania nazi-, Raven Saunders es ya uno de los grandes nombres propios de Tokio 2020 por su resilencia y resistencia.

Raven Saunders en el podio de Tokio 2020. Foto: @WomensRunning

El Comité Olímpico Internacional (COI), organizador de los Juegos Olímpicos, anunció este lunes que "estudiará todos los detalles" relacionados con el gesto realizado en el podio de lanzamiento de peso por la atleta Raven Saunders, medallista de plata en Tokio 2020, que cruzó los brazos sobre su cabeza en forma de X. Un gesto que representa la interseccionalidad que une a todos los colectivos oprimidos del planeta.

"La X es la intersección donde todas las personas oprimidas se unen. Dedicado a toda mi gente negra, dedicado a la comunidad LGTBIQ, dedicado a todas las personas que lidian con la salud mental, a la comunidad afroamericana, a la gente negra del mundo", manifestó la atleta y activista estadounidense de 25 años con una brutal historia de lucha vital, y que también se hizo viral por portar una mascarilla de Hulk, su apodo, durante la final del pasado sábado.

La arcaica normativa del COI prohíbe a las y los atletas expresarse libremente en los podios, los estadios y las ceremonias. Unas reglas que se mantienen inamovibles en el tiempo, sin evolucionar, ajenas a los cambios que ocurren en la calle, en la sociedad. Pero aunque el COI quiera evitar "politizar" el deporte -el mismo COI que organizó unos Juegos en la Alemania nazi-, Saunders es ya uno de los grandes nombres propios de Tokio 2020. Y no solo por su medalla de plata en la prueba de peso. Su historia personal de lucha contra la depresión, la discriminación y la LGTBIQfobia, "para ser yo, no para disculparme", son ejemplo de resistencia y resilencia en unos Juegos donde se está hablando más que nunca de la salud mental en el deporte de élite.

En 2018, dos años después de los Juegos Olímpicos de Río, donde terminó quinta, Saunders llegó al límite. Le diagnosticaron depresión, ansiedad y síndrome de estrés postraumático. "Era joven, negra y gay. Hay muchos estigmas alrededor de eso y llegué a pensar que no iba a encontrar una salida. El atletismo me distraía, pero los problemas persistían. Un día conduciendo se me pasó por la cabeza. Creo que estuve a 15 minutos del suicidio", explica. Tres años más tarde, en Tokio 2020, "haber ganado esta medalla y que pueda servir de inspiración al colectivo LGTBI, a las personas que han tenido problemas de salud mental, a la gente negra y a las minorías oprimidas, lo significa todo".

Este miércoles, el COI ha comunicado que Raven Saunders no sería "castigada" por su su gesto. La comunicación del máximo organismo olímpico llegaba el mismo día que la atleta anunciaba en sus redes sociales otro durísimo golpe: la muerte de su madre, Clarissa, "mi ángel guardián número uno", en Orlando, donde se encontraba para asistir a una fiesta de homenaje a su hija.

El caso de Saunders no ha sido la única caza de brujas en Tokio 2020. El COI también ha pedido explicaciones a China después de que las ciclistas Zhong Tianshi y Bao Shanju, campeonas olímpicas en la prueba de velocidad por equipos, subieran al podio del Velódromo con unas chapas de Mao Zedong, principal dirigente del Partido Comunista chino y fundador de la República Popular China, según informa Naiz.


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