Jorge Azcón dejará de ser alcalde de Zaragoza el próximo 17 de junio, cuatro años y dos días después de haber sido investido con el apoyo de Vox tras situarlo Albert Rivera como el principal beneficiario local de los incipientes movimientos de derribo con los que comenzaba a sacudir Ciudadanos desde dentro.
Han sido cuatro años de humo, de mucho humo incluso, con más anuncios de los que un ciudadano medio podría recordar. “Muchas cosas se han ‘vendido’ hasta tres veces, en tres presupuestos distintos. Se han hecho cosas, pero hay más no hecho que hecho”, señala un veterano observador del día a día de la capital aragonesa.
La Zaragoza que ha ido anunciando el ya casi exalcalde Azcón sería, en cualquier caso y como dice la canción, una de esas ‘ciudades que nunca existió’ y en la que sigue pendiente la materialización de un amplio paquete de propuestas que siguen siendo inexistentes pese a su en ocasiones machacona difusión a golpe de propaganda.
El discurso ha sonado en estos casos a “fabuloso”, con todas las letras de una de las escasas palabras que sirve para definir algo y su contrario: “fantástico, irreal o imaginario”, por lo inexistente, y “extraordinario, increíble o fuera de lo común” por lo que solo existió en los anuncios.
Si algo ha brillado en estos cuatro años han sido las ausencias, o quizás las entelequias, categorías en las que, se mire como se mire, está incrustado de lleno el nuevo estadio de La Romareda, que sigue siendo el antiguo que ya era y que, en cualquier caso, va a tardar tiempo en poder comenzar a ser otra cosa.
El listado que sigue apunta a que una de las principales aportaciones del saliente equipo de gobierno de PP y Cs en los últimos cuatro años ha sido la de exponer a la capital aragonesa a frecuentes mangas de riego con lo que en el país se conoce como agua de borrajas, ese vegetal que por mucho que se pise nunca empreña, como ocurre con el decir.
El no estadio: “Hay que hacer muchas cosas, pero posiblemente mañana empecemos a trabajar en la reforma de La Romareda porque las legislaturas pasan volando y antes de que te des cuenta han pasado los cuatro años y no has empezado a hacer proyectos importantes”, explicaba Azcón en El Periódico de Aragón al día siguiente de ser investido como alcalde. Era toda una declaración de intenciones que quedaba tapada por la alusión al campo de fútbol: el plan consistía en “hacer proyectos”. Y, visto lo visto, quizás no tanto en materializarlos.
Y para muestra, un estadio; el mismo recinto que se ha consolidado como la no-realidad de la que más se ha hablado y escrito durante los últimos cuatro años en la Zaragoza oficial e institucional. Y que lleva camino de seguir en ese estado mucho tiempo visto que, de entrada, ni siquiera está claro quién es el dueño de las parcelas sobre las que se pretendía edificar el nuevo campo, una circunstancia que entraña la posibilidad de paralizar cualquier movimiento si esas diferencias llegan al juzgado y alguien realiza una “inscripción de litigiosidad”.
Ni ‘trambús’ ni aparcamientos solares: ¿dónde está el ‘trambús’, el autobús de grandes dimensiones que iba a hacer innecesaria la segunda línea de tranvía? Nunca más se supo, más allá de los comentarios en los que Azcón apuntaba que su llegada debería poder financiarse con Fondos Next Generation, una vía de pago a la que también parece quedar postergada la varias veces anunciada remodelación del servicio de bicicletas públicas de alquiler ante el inminente vencimiento del contrato del Bizi.
Ni las nuevas bicicletas ni los ‘trambuses’ podrán aparcar, porque ni unos ni otros existen, en ninguno de los trece estacionamientos con placas solares del Actur y el Arrabal en torno a los cuales iban a ponerse en marcha otras tantas comunidades de autoconsumo energético que iban a abaratar el recibo de la luz de 18.000 familias y 200 comercios de esos barrios.
Los avances en la movilidad, parcela que gestiona la candidata popular a la alcaldía, Natalia Chueca, han acabado alineadas con las expectativas que ya levantaron en los primeros meses de la legislatura iniciativas como el rociado, un día tras otro, de las bicicletas del Bizi con lejía, que provocó corrosión en los vehículos y destartaló la parte electrónica de más de una estación.
Los museos que no han sido: la lista de ‘exitos’ en esta parcela, competencia de la vicealcaldesa Sara Fernández, una de las concejales de C’s que se ha pasado al PP tras dos años de intentos tan tenaces como infructuosos por controlar el partido naranja, la encabeza una ausencia de magnitud similar al no-estadio de La Romareda: el no-museo de Goya que iba a convertir La Lonja en un centro virtual sobre el pintor a partir del cual la ciudad iba a elaborar un nuevo discurso sobre esa figura cultural para situarla como eje de reclamo turístico.
El proyecto ha acabado sumergido en el agua de borrajas, una situación en la que también se encuentran el museo de la Zaragoza Andalusí que iba a ubicarse en el área de Pontoneros o la reapertura de los Baños Judíos del Coso Bajo, un proyecto cuya asignación presupuestaria fur eliminada por el equipo de PP y Cs.
Las galerías comerciales: los toldos que iban a transformar la calle Delicias en algo tan pintoresco como una galería comercial al aire libre, y cuyo polémico proceso de contratación lleva camino de acabar el Fiscalía según ha anunciado el Gobierno de Aragón, se convirtieron al quedar desarbolados en la primera tormenta en una metáfora de este ámbito de la gestión municipal gestionado por Fernández y por Carmen Herrarte, en el que las no-realidades alcanzan el número de once.
Aquel corredor de drones: se llamaba Hera Drone Hub e iba a ser “un foco tractor del sector logístico” que “en pleno corredor del Ebro e integrado en el casco urbano, representa el primer espacio autorizado en Europa para el vuelo de drones de hasta 500 kilos en entorno urbano”.
La cosa consistía, entre otras cosas, en ensayar sistemas de reparto a domicilio con aeronaves no tripuladas. “Apostamos fuertemente por el futuro y el futuro ya está aquí, en forma de movilidad aérea urbana. Y lo estamos haciendo con hechos", llegó a asegurar Azcón. Meses después, su web ofrece vagas explicaciones y un formulario de contacto. Y hasta ahí.
Los proyectos del limbo: entre los proyectos anunciados que se han caído de los presupuestos, que no han sido ejecutados o cuyos expedientes vagan por los laberintos de la burocracia destacan la construcción de las viviendas de alquiler del parque Pignatelli, las actuaciones complementarias en la casa del encargado de llaves de los antiguos depósitos, el acondicionamiento de la banqueta del Canal Imperial a su paso por San José (ha figurado en al menos tres presupuestos), la construcción del centro cívico de Hispanidad o de las piscinas de L'Almozara, recientemente sacadas a licitación después de que ninguna empresa se interesara por la concesión en el primer intento.
Las obras de la familia: por no salir adelante, ni siquiera lo han hecho finalmente los dos polémicos proyectos inmobiliarios de las inmediaciones de Tenor Fleta desencallados una década después con el voto favorable del alcalde pese a que en ellos participaban algunos familiares como propietarios y como técnicos.
La herencia recibida: eso fue, quizás, de lo mejor que se encontró Azcón, que en sus primeros meses en la alcaldía pudo inaugurar actuaciones lanzadas en la anterior legislatura como la reforma del Mercado Central y la cúpula geodésica del Parque de La Granja o anotarse la adjudicación de las 26 viviendas sociales de la antigua Imprenta Blasco, amén de anunciar como victorias judiciales del ayuntamiento dos pleitos planteados por los equipos del PSOE (Juan Alberto Belloch) y de ZeC (Pedro Santisteve) cuando él se encontraba en la oposición: los 33,5 millones de euros que ha tenido que pagar el Gobierno de Aragón para liquidar las obras del tranvía y los 8,5 que debe desembolsar el Club Tiro de Pichón por la expropiación fraudulenta de tierras okupadas al río. El PP de Azcón se había opuesto a ambas demandas.