Violencia machista y sumisión química en Aragón: el alcohol y las mal llamadas burundanga y éxtasis líquido

Estos días están surgiendo muchos rumores en las redes sociales, entre los colectivos feministas y los corrillos de amistades sobre un posible aumento de agresiones sexuales con sumisión química, o lo que es lo mismo, drogarte para que no puedas defenderte de una violación. Aquí va un poco de luz y alguna herramienta.

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Foto: Marina Turrión.

Estos días están surgiendo muchos rumores en las redes sociales, entre los colectivos feministas y los corrillos de amistades sobre un posible aumento de agresiones sexuales con sumisión química, o lo que es lo mismo, drogarte para que no puedas defenderte de una violación.

Un artículo sobre este tipo de violencia machista requiere no solo la indicación de hacer de una llamada rápida a la Policía o al hospital de turno, también es necesario entrar de lleno en el tabú de las drogas legales y las ilegales, aclarar algunos de los mitos que tantos titulares dan y, sobre todo, ofrecer herramientas para saber actuar a tiempo.

Un vistazo rápido en Google y aparecen numerosas noticias de aquí y de allá sobre el uso de GHB o de la burundanga en Reino Unido, Bruselas, Madrid o Zaragoza. De todas ellas, destaca la creación del movimiento #DenunciaTuBar, una cuenta de Instagram en la que se van recopilando relatos de mujeres que han sido drogadas y agredidas sexualmente. Una red de autodefensa para tener localizados los espacios donde han ocurrido agresiones y, sobre todo, de cómo han gestionado estos sucesos.

¿Qué está pasando en Aragón?

Más adelante trataremos de arrojar luz sobre qué hacer si alguien nos pide ayuda en estos casos pero antes, bajemos el foco a Zaragoza. A fecha de este jueves, 18 de noviembre, la Policía española no tenía constancia de ninguna denuncia de agresiones sexuales con sumisión química.

Si bien ha reconocido a AraInfo que recientemente hubo una denuncia de una joven, los análisis dieron negativo en la presencia de sustancias ilegales. Como explican desde este cuerpo policial, esto no quiere decir que la denuncia sea falsa, si no que puede ser que en el momento de las pruebas el cuerpo ya hubiera eliminado la sustancia. Por su parte, el Hospital Miguel Servet de Zaragoza ha asegurado a AraInfo que no tiene constancia de ningún caso.

Pero hablemos de drogas, el programa de reducción de riesgos Consumo ConCiencia ha aclarado algunas cuestiones relativas a los posibles rumores sobre las drogas sedantes o depresoras ilegales. En primer lugar, Javier Sánchez, fundador de este servicio, señala que en Aragón la presencia del mal llamado “éxtasis líquido”, (según algunos medios, “la droga del violador”) o su nombre correcto GHB, es mínima, sobre todo en comparación con otros territorios. Alguna vez se ha detectado la también mal llamada “burundanga” y cuyo nombre correcto es escopolamina.

No obstante, la guía de prevención sobre sexo y drogas elaborada por este programa recalca en su apartado “Sumisión química. Mitos y realidades” que su uso es rarísimo “aunque haya sido muy magnificado por los medios, que prácticamente la promocionan, más que colaborar en la prevención”. Los casos de intoxicación con escopolamina certificados por análisis de laboratorio en todo el Estado hasta 2019 no llegaban a la decena.

Desde Consumo ConCiencia reconocen que existen más de los que se pueden constatar dada la dificultad de la detección de esta sustancia tras una agresión pero que “queda lejísimos del sensacionalismo mediático y de su ansia por llenar titulares e infundir miedos desmedidos”.

Conocer el origen de las sustancias es fundamental para determinar no solo el peligro sino también los síntomas, el tratamiento y por supuesto, los tiempos de actuación. Por eso aquí van algunos datos sobre la escopolamina.

No la llames burundanga, llámala escopolamina

Esta sustancia no es “buena o mala” en sí misma, en algunos lugares del mundo es utilizada para usos medicinales, de hecho, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios incluye el fármaco Escopolamina Bromhidrato. El problema de esta droga, como el de todas las demás, explica ConsumoConCiencia, es el uso que se le dé.

Su margen de seguridad (la relación entre la dosis activa y la dosis letal) es muy bajo comparada con otras sustancias: si para el cannabis no se conoce dosis mortal (en personas sanas) o el margen del LSD supera el 1-600, el de la escopolamina puede establecerse en torno a 1 a 7 o 1 a 8. Mezclar sustancias siempre aumenta los riesgos y en este caso la combinación con el alcohol potencia su acción sedante.

Además, como explica este programa de reducción de riesgos, su tiempo de detección sería aproximadamente de seis horas en sangre y unas 48 horas en la orina.

Los mitos sobre la sumisión química

Cualquier acto no consentido y, sobre todo, no deseado debe ser criticado, denunciado y perseguido. No decir “acto sexual” es una decisión premeditada porque las violencias machistas son muchas y muy variadas y todas ellas, independientemente de si son físicas o psicológicas deben ser condenadas.

En el caso concreto de la sumisión química existen multitud de estereotipos y narrativas que lejos de informar y prevenir la agresión acaban criminalizando las drogas e invisibilizando a los agresores. Antes de hablar de mitos y prejuicios es fundamental subrayar que el mero hecho del consumo de sustancias sin consentimiento ya es una agresión en sí misma.

Consumo ConCiencia nos recuerda una investigación de la Universidad de Alcalá de Henares que ha trabajado sobre tres grandes mitos. El primero rompe con la idea del agresor desconocido, la gran mayoría de estas violencias se producen por alguien del entorno cercano a la agredida.

El segundo mito asociado a estas prácticas son las intoxicaciones premeditadas o intencionadas. Según la citada guía de prevención sobre sexo y drogas de esta asociación, la mayor parte de los casos son “oportunistas”. Así, advierten que “existir, existen, sí, pero de hecho, la mayor parte de los casos son oportunistas. Por cierto, jamás… ¡jamás! es admisible aprovecharse de una persona que no esté con un nivel de consciencia suficiente como para tomar una decisión”.

El tercer mito está relacionado con el tipo de drogas que se utilizan, como hemos mencionado antes, existen agresiones con drogas facilitadoras del sueño pero “la inmensa mayoría de los casos, la droga facilitadora de la agresiones (sexuales o de otro tipo) es el alcohol”.

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Foto: Marina Turrión.

En este sentido Javier Sánchez insiste en que no se puede hablar de sumisión química sin hablar de alcohol, dejarlo fuera de la ecuación es invisibilizar el principal vehículo químico de la gran mayoría de las agresiones.

Además, en relación a los estereotipos machistas relacionados con el ocio nocturno, la directora del Instituto Aragonés de las Mujeres, María Goikoetxea, subraya que "lo que no podemos es culpabilizar a la víctima una vez más".

"Lo que se trata es de generar espacios seguros y señalar a los agresores y cuando nos damos cuenta de que algo así está sucediendo que tanto los propietarios del bar como la gente está ahí tiene que poner los medios para que no suceda y denunciarlo para que desde aquí podamos establecer las medidas oportunas", explica.

El alcohol

El alcohol etílico o etanol es un depresor del sistema nervioso central, esto es, ralentiza las funciones vitales. Sin embargo, a dosis bajas y/o moderadas puede provocar estados de euforia por la desinhibición que provoca adormecer la parte responsable del control.

El prospecto de esta sustancia advierte de que en caso de ingestión de grandes cantidades del producto, pueden aparecer síntomas diversos como la disminución del nivel de conciencia (que puede llegar incluso al coma y la muerte por parada cardiorrespiratoria).

En el momento en que alguno de estos síntomas aparece, se debe parar de beber inmediatamente, tomar algo de vitamina B (en zumos y frutas) y, en caso de que la persona se encuentre muy mal, acudir inmediatamente al médico o a cualquier dispositivo sanitario cercano.

¿Qué hacer en caso de sumisión química?

El origen de este artículo radica aquí. Al margen de las medias verdades, rumores o datos inexactos, lo que parecía más apremiante a la hora de abordar este tema es qué hacer en caso de sufrir una intoxicación involuntaria, una agresión o encontrarte durante una noche de fiesta a alguna chica confusa y desorientada y “hacerlo mal”. Si trabajas en un bar, lee atentamente, esto te interesa.

El protocolo de actuación ante agresiones químicas en espacios de ocio de Consumo ConCiencia, una sencilla hoja de indicaciones para saber actuar en contextos de ocio nocturno, recomienda siempre no minusvalorar las indicaciones de las personas que comunican una sintomatología extraña, no correspondiente con lo que voluntariamente han consumido: “Pese a que siempre existe la posibilidad de una pérdida de control, la gente en general sabe cómo le afecta lo que consume y desde luego sabe diferenciar una borrachera de los efectos de la escopolamina”.

Velar por la seguridad de esta persona hasta el momento en el pueda tutelarse a sí misma puede ser decisivo. Además, este protocolo apunta tres pasos fundamentales. El primero es dirigirse lo antes posible al centro hospitalario más cercano, en el caso de Zaragoza recomienda si es posible acudir al Hospital Clínico Lozano Blesa, y pedir análisis de sangre y orina.

Después acudir a interponer la correspondiente denuncia en una comisaria, preferentemente a la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Policía española. Por último, solicitar que se realicen pruebas de pelo o de uñas de las personas agredidas, si el tiempo de detección en orina hubiera sido sobrepasado y faltasen las pruebas analíticas necesarias para que la denuncia prospere. En demasiadas ocasiones, estos casos suceden sin que quede evidencia documental de ellos, por no haberse agotados todas la posibilidades analíticas.

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