Llevo meses preguntándome, a veces en los muros de Facebook, las razones posibles para que, a estas fechas, con dos guerras −además de las docenas existentes, algunas cronificadas, en una treintena de espacios del planeta− a las puertas de Europa, de una sociedad representada por Bruselas que, cada año que pasa, más se parece a una sociedad mercantil que a una entidad supranacional con aspiraciones de lograr un mundo más justo, igual y libre, ninguna organización, partido representado, den un paso adelante para exigir, con toda rotundidad, algo que se resume en una frase dicha, desgraciadamente, muchas veces: “No a …