La cultura es una herramienta fundamental en el arraigo y normalización de ciertas ideas en cualquier sociedad. Puede servir para defender el proyecto de dignidad de Rojava o para legitimar el terror del Daesh. Puede ser un arma contra las empresas que quieren especular en el valle de A Fueva o puede ser un aliado de estas. Para bien y para mal, la cultura es un arma de doble filo.
En estos últimos tiempos se ha dado visibilidad a grupos musicales que, tras el disfraz de transgresores o de rebeldes, han lanzado proclamas de odio que cuestionan ciertos consensos en torno a las violencias machistas, la crisis climática o la propia memoria democrática, con cánticos como “Vamos a volver al 36”. Discursos y formas de pensar que los medios de comunicación mayoritarios en programas como 'Horizonte', así como ciertos youtubers con cierta relevancia han contribuido a normalizar.
Conscientes de esta situación de emergencia, en el año 2021 más de mil bandas de rock suscribieron un manifiesto contra el fascismo. “Nos hemos visto con la necesidad de decir basta ya, explicaba Fernando Madina, cantante de Reincidentes y uno de sus promotores. Añadiendo que “de un tiempo a esta parte se está blanqueando poco a poco una ideología que tiene el odio y la xenofobia como principales líneas de pensamiento".
“Si algo ha sido el rock, desde que nació, desde su semilla en los bluses de los esclavos, es antifascista. ¡No al fascismo!”, expresan en el manifiesto.
Sin ir muy lejos, hace dos años la banda Obús se vio entre la espada y la pared por un concierto que tenía previsto dar en Madrid junto con Los Barones. El detonante de la problemática fueron las declaraciones ultraderechistas de Sherpa, el cantante de Los Barones. Este llegó a solicitar que se recibiese a los inmigrantes con metralletas y se bombardearan los cayucos con F18. Afirmaciones que obligaron a que la plataforma de Rock contra el fascismo enviase un contundente mensaje: “No podemos permitir que haya conciertos que normalicen un discurso rancio, profundamente racista, xenófobo, homófobo y que no debe ser normalizado”. Finalmente, Obús canceló el concierto con Los Barones.
Este hecho, lejos de convertirse en una mera anécdota nos puede dar pistas de cuál debe ser la estrategia a seguir en todos los ámbitos para plantar cara a la bestia fascista: intolerancia con la intolerancia.
Los reaccionarios siempre han gozado de expresiones musicales que han tratado de influir en la política. Desde grupos abiertamente nazis de estilo RAC (Eduardo Clavero, conocido cantante de uno de estos grupos fue condenado por asesinar a un joven de 19 años con un arma blanca y nunca se arrepintió), hasta otros más edulcorados en donde los mensajes retrógrados y de odio se camuflan más sutilmente. Y es que, la música tiene algo de Dragón Khan: te puede hacer disfrutar al máximo como el “Pasacarreras de Carnaval” de la Ronda de Boltaña, o te puede llegar a crear una absoluta aversión como el cutre y casposo himno de España de Marta Sánchez.
No podemos infravalorar a la cultura, ya que en todas sus vertientes tiene una gran capacidad de difundir valores y modos de ver la vida. ¿Cuánta gente joven ha tomado cierta conciencia crítica de la realidad tras analizar el 'Guernica' de Picasso o escuchar a grupos como La Polla o Kortatu? Nadie puede negar que la politización a través de la cultura, y en concreto de la música, es una ecuación que ha jugado un papel significativo en la historia. Por eso, la cultura nunca puede ser apolítica.
En los movimientos sociales y populares, la música ha tenido un enorme peso a la hora de generar espacios de socialización atravesados por la solidaridad, la reivindicación y el sentimiento de pertenencia. Permitiendo configurar acciones tan necesarias como el Sáhara Colour Rice en Campo, el Esfendemos a Tierra que se hacía en Artieda, conciertos para recaudar fondos para los seis de Zaragoza o para contribuir con los represaliados de la CNT Logroño en la huelga del 14N de 2012, vivencias autogestionadas y rurales como el Ariza Rock, u homenajes a Vicente Basanta en donde el Coro Libertario de Torrero nos recuerda su imborrable huella interpretando canciones de los RIP como “Terrorismo policial”.
El “Canto a la Libertad” de Labordeta o el “Asti soniaré” de Mallacán no se pueden desligar de las luchas sociales y del propio contexto territorial, cultural y social. Y es que, multitud de bandas en todos los territorios nos hacen fantasear con historias de todo tipo, contándonos anécdotas divertidas y también tristes, hablándonos de la lucha contra los pantanos, de la despoblación, de noches en la cabaña de Turmo, del río Ebro, de los aquelarres en Tella y el Turbón, de la lucha por la igualdad o recordándonos que Lucrecia, Carlos Palomino y Guillem Agulló deberían estar aquí junto a nosotros. Y no, la música con letras totalitarias, xenófobas o que defienden la opresión a los pueblos jamás pueden equipararse a aquellas que defienden la emancipación social, el antirracismo o la autodeterminación de los pueblos.
Por suerte, quienes disfrutan con los grupos del territorio, con letras divertidas, comprometidas o conmemorativas tienen una cita este sábado, ya que de la mano de la Asociación de músicos aragonesa Ixufrina Aceda en colaboración con Comunica n’Roll, llega a la capital del cierzo el Ixufrina Fest Zaragoza. Un festival que según la propia asociación “pretende traer a la capital su espíritu reivindicativo e impulsor de la lengua y la cultura aragonesa".
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Unas reivindicaciones convertidas en necesidad en tiempos en donde quienes defienden las posturas más totalitarias e irracionales del nacionalismo español están desatados y se han echado al monte. Y no nos engañemos, en esta ecuación no solo está la derecha y la ultraderecha como era de esperar, sino socialistas como Javier Lamban, el mismo que recientemente acaba de atentar contra el medioambiente de Aragón aprobando un decretazo para destrozar Canal Roya.
Por eso, es necesario defender y apoyar festivales como el Ixufrina Fest Zaragoza, comprometido con Aragón y con las reivindicaciones de las gentes del lugar. Festivales que transcienden lo estrictamente festivo, ya que eso es una pata más de un proyecto cultural mucho más amplio.
Esta primera edición será inaugurada por La Cara B de Uesca, cuyas insurgentes y afiladas letras se solidarizan con raperos como Pablo Hasél o Valtonyc. A parte de eso, no dejan títere con cabeza y cargan contra los capitalistas asesinos, caciques, especuladores, urbanitas, directivos de Ibercaja, el Opus Dei, Javier Tebas y el fútbol moderno, la monarquía, o contra el papel que juegan empresas como como Monsanto en Monzón, Fibrin en Binefar o Inquinosa en Samianigo, responsable de la contaminación del río Galligo. Un caso de contaminación ambiental conocido como el Chernóbil español. Recientemente también han sacado piezas como B-illancico o La Gualtera, cuyos videoclips no tienen desperdicio.
El segundo grupo en actuar será Mallazo, caracterizado por sus canciones rítmicas, pegadizas y sandungueras que nos hablan de historias de todo tipo. Con temas tan necesarios como “El cuartel”, en un contexto en el que la dependencia emocional de ciertas relaciones puede anular la personalidad de una persona provocando que no se reconozca ni en el espejo, o “Una conversación”, en la que entre noches de cervezas, suspiros y Rock&Roll nos hacen mirar al pasado con cierta nostalgia. Además, tienen una increíble cover de la Ronda de Boltaña o canciones como “En la orilla” donde nos hacen fantasear con nuevos hogares. Todos estos temas aparecen en su primer disco, “Sin bajar del autobús”, estrenado hace unos pocos meses.
El último grupo en actuar será Au D’Asti, banda cuyas canciones, principalmente en aragonés, suelen habitar las alcobas de Instagram, ya que cada vez más gente decide subir historias con sus temas (especialmente si hay un partido del Uesca, son fiestas de un pueblo y ya ni hablamos de si hay un chupinazo de por medio…). Sus letras nos hablan de la problemática del mundo rural, de la alienación que provoca que la clase obrera se vea a sí misma como clase media, del racismo, de la vida en la gran ciudad o de las chiretas de la Ribagorza. Y como no, hay que resaltar uno de sus grandes himnos, “Puya”, canción que nos habla del Aragón rebelde y cuyo videolyric fue realizado por el diseñador Rubén Hervás.
Si aun no conoces a estos grupazos, estate tranquilo, tienes la oportunidad de verlos este sábado en el CMA Las Armas. Y, si ya los conoces, ¡Aun tienes más motivo para acudir!