"Las salas somos la base que proporciona cultura durante todo el año a la ciudad"

Tras un verano de macrofestivales, que han acaparado gran parte del dinero público, las salas de Zaragoza son de nuevo las más perjudicadas. Muchas de ellas se ven obligadas a esperar hasta después de Pilares para arrancar la temporada de conciertos, reducida a unos pocos meses buenos. Otras se tiran a la piscina programando en estos días apostando por el talento local. Todas luchan por sobrevivir.

Un concierto en La Lata de Bombillas. Foto: La Lata de Bombillas

Este viernes arrancan los actos de los Pilares 2022, que comenzarán de forma oficial el sábado tras el pregón. Diez días con decenas de conciertos en distintos espacios, públicos y privados. Hemos querido conocer la opinión de personas que viven la música todo el año de forma apasionada, que la llevan en sus venas: Jaume Esteve, productor y promotor de Comunica N'Roll; Javier Benito, responsable de La Lata de Bombillas y presidente de la asociación Aragón en Vivo; Tomás Gómez, programador en la Sala López; y Adrián Lázaro, de la asamblea del espacio autogestionado Arrebato.

El sector de la música en directo ha vivido en "una nube" este año. Afirma Jaume Esteve. "Lo que ha pasado es curioso en todos los sentidos. Ha habido una burbuja de sobresaturación de trabajo y programación, y no ha faltado curro. Esto ha provocado un problema de infraestructura, con falta de material y falta de producción". Pero "una vez más son las salas de conciertos las que han salido perjudicadas", advierte. En general, las salas "siguen sin funcionar como antes. Funciona muy bien el concierto al aire libre, han funcionado muy bien los macrofestivales, y funcionan muy bien las actuaciones gratuitas en las fiestas de los pueblos y ciudades. Pero el típico concierto de sala cuesta, cuesta mucho, sobre todo dentro del género del rock".

En este sentido, Javier Benito apunta, que "la política de eventos más grandes no nos beneficia", y recuerda algo importante: "Las salas pequeñas somos la base que proporciona cultura durante todo el año a la ciudad". Por eso, el presidente de Aragón en Vivo, Asociación Profesional que agrupa a diversas salas de música aragonesas, la mayoría de ellas en la capital -como La Lata de Bombillas, Rock and Blues, López, La Ley Seca, La Casa del Loco, Z, La Bóveda o Creedence-, considera vital que Zaragoza Cultural mantenga su apoyo, "que no se centre solo en los grandes eventos y se olviden de nosotras, de la base".

En esta línea se expresa Tomás Gómez. "Indudablemente una sobreprogramación como la que sucede durante las fiestas de cualquier ciudad afecta a las salas de conciertos privadas, las cuales no sólo son las que sostienen la programación cultural durante todo el resto del año de esa ciudad, sino que además son imprescindibles para que pequeñas bandas desconocidas vayan creciendo en su propia experiencia y aumentando su público".

Respecto al nuevo modelo de Pilares, descentralizado en los barrios pero a costa de suprimir espacios en el centro, como los escenarios de las plazas Justicia -ya desde el pasado año- y el de la música folk en San Bruno -eliminado para estas fiestas-, Javier reconoce que "sí" les perjudica. De hecho, en los encuentros previos al Pilar entre el Ayuntamiento y las diversas asociaciones, reclamaron que se mantuvieran los conciertos en las plazas del centro. Pero no les hicieron caso. Javier advierte que "somos la única ciudad grande con fiestas patronales en las que se queda vacío el centro". Para eliminar estos espacios, "nos pusieron de excusa los incidentes que hubo el pasado año en la plaza del Justicia por un botellón". Sin embargo, "nosotros mantenemos que, precisamente, si la plaza estuviera ocupada con un escenario, con una seguridad propia del escenario, y unas actividades, no se formarían los botellones. Los disturbios se provocaron porque no había nada. Pero durante los conciertos no se hacen botellones", incide Javier dejando claro que está a favor de deslocalizar y de llevar actos a otros barrios, pero que no sea moneda de cambio, "que no se dejen de hacer en el centro, porque somos un barrio más".

Otro gran problema al que se enfrentan las salas en los Pilares es la competencia. "No podemos competir con la programación gratuita del Ayuntamiento", afirma Javier. Por eso, espacios como La Lata de Bombillas -ubicado en la calle Espoz y Mina 17- no programan nada durante las fiestas, excepto en los días previos y el último domingo, el día 16. "Lo hice pensando que no habría nada gordo ese día, y justo tengo en la plaza del Pilar, y gratis, a Los Estanques con Anni B. Sweet y Ángel Stanich. Resultado, mi concierto de Las Ratas Psicodélicas, grupo argentino muy potente con miembros de Los Peyotes, me lo voy a comer porque es un público común". "Eso nos afecta, la programación gratuita y el hecho de que no se hagan actuaciones en las plazas del centro. Ya que no podemos programar, por lo menos que hubiera circulación de gente, porque es verdad que el antes y el después en las plazas Justicia y San Bruno movía mucha gente a las salas del centro", lamenta.

Un concierto en la Sala López. Foto: Sala López

La López, ubicada a la otra orilla del Ebro, en la calle Sixto Celorrio, nada más cruzar el Puente de Piedra, es de las que se tira a la piscina. "Al contrario que la mayoría de salas, nosotros apostamos desde un principio por mantener una programación alternativa y de calidad durante estas fechas, poniendo en valor, sobre todo, al talento local, ya que consideramos que en los días grandes también tiene que haber cabida para los grupos locales, para que se sientan arropados por su público y por los visitantes", explica Tomás. Aunque remarca que "es muy difícil competir con un gran escenario gratuito", asegura que "siempre habrá un público que prefiere la comodidad y la calidad de un buen concierto en una sala, antes que los tumultos y las colas para acceder a una barra. En estas fechas hay público para todo". No obstante, confiesa que "hace diez años era más fácil contraprogramar a la oferta oficial de las fiestas, pero esta es cada vez de mayor calidad y se hace más difícil encontrar un hueco para organizar algo que no coincida con una propuesta similar de mayor envergadura".

En los Pilares pasados, los "no Pilares", las salas tuvieron que hacer frente al agravio comparativo que sufrieron con respecto a otros espacios en los que sí se programaron actos culturales multitudinarios. Tras la pandemia, las salas se siguen reivindicando como espacios seguros. Un mensaje que parece llegó a gran parte del público. Después de las restricciones hubo un boom, afirma Javier. "Había muchísimas ganas, tanto de programadores, de salas, como de público". En La Lata de Bombillas en particular hicieron muchos “sold out” los primeros meses. Pero desde finales de mayo de este año "ha dado un bajón brutal porque la gente cambia de mentalidad, y se centra en los grandes eventos y macrofestivales. Ven que un concierto en una sala les cuesta 12€, un precio con el que salen unas cuentas muy ramplonas para cubrir gastos, para las bandas, los técnicos y la sala. Y en los grandes festivales en un fin de semana se pegan la panzada y por 100€ ven a 200 bandas". "¿Cuál es el problema? -continúa- Que los grandes eventos acaparan gran parte del dinero público. Reciben muchísima aportación económica y perjudican mucho la cultura de sala que es la que mantiene viva la cultura el resto del año".

Ahora han arrancado con la misma dinámica. "La gente viene del verano, de los grandes eventos, y está costando. Y en Zaragoza, en particular, nos encontramos ya con el Pilar, y que seguimos sin poder programar", puntualiza Javier. Así, la mayoría de las salas están "limitadas" hasta después de las fiestas, "porque septiembre es un mes que haces 'cositas', por arrancar más que por que sea rentable. Y que pasa, que después de Pilares la gente no tendrá dinero, tanto las personas que lo habrán disfrutado en la ciudad como las que lo habrán aprovechado para irse fuera de vacaciones".

La situación es complicada. Aunque Javier afirma ser optimista. "Pienso que se autorregulará un poquito, y que llegará la temporada de invierno y las salas volveremos". Noviembre es un buen mes para ellas, hay muchas giras, y muchas internacionales. "Otra cosa es que haya una sobreprogramación por nuestra parte. Somos muchas salas, hay muchos grupos y solo hay cuatro fines de semana al mes. Y no es cuestión de turnarnos. Hay mucha comunicación entre nosotros e intentamos no coincidir por estilos, pero, aun así, a veces es imposible. Y ¿Quién deja de programar? Si ya la temporada se reduce en meses, y nos vamos privando a nosotros mismos de fines de semana. Es una situación compleja, hay que hacer muchos malabarismos". Y a esto se suma una maraña burocrática. "Hay que hacer las altas de la Seguridad Social de los músicos, los IVA y demás, y realmente para aforos de 100 personas con los precios de entrada que podemos tener y el público que hay, se nos comen los gastos en los trámites administrativos. Cada sala tiene su idiosincrasia, las salas grandes tienen una problemática y las pequeñas tenemos otra", resume.

Pero de lo que no cabe duda es de la altísima calidad de la programación en las salas de Aragón en los últimos años. Javier subraya que "podemos estar orgullosos". Y matiza, "a lo mejor más que exceso de programación, hay falta de público". "Hay clientes de conciertos en salas de toda la vida, gente muy fiel a la música en vivo que nos achacan que coincidamos, pero les decimos: 'Daros cuenta de que tener propuestas de esta calidad en Zaragoza para poder elegir es un lujo'. Ojalá hubiera sido así siempre", concluye Javier.

Arrebato: independiente al modelo de negocio de eventos masivos

Foto: AVV Arrebato

Un caso aparte, por su filosofía, es el de Arrebato. El mítico espacio autogestionado del barrio la Madalena, cuenta con un público fiel y comprometido desde su inauguración hace ya casi tres décadas, en 1994. A su asamblea no les sorprende el modelo de fiestas que se promueve desde el Ayuntamiento con PP-Cs y Vox al mando. "La eliminación de espacios públicos y la apuesta por un modelo de negocio orientado a los eventos masivos que crean beneficios para unos pocos", critica Adrián Lázaro.

Para Arrebato, la idea de consumo de cultura "es otra" y "a lo largo de muchos años se han tejido redes en el Estado que nos permiten mantenernos independientes a este tipo de apuestas. Nuestro trabajo es otro. El de compartir y crear desde abajo con un contacto directo entre público y creador", añade Adrián.

Por suerte, tras la pandemia Arrebato goza de "buena salud" y "afrontamos todos los proyectos que podemos absorber dentro de las limitaciones de tiempo y fuerza que tenemos". De hecho, Arrebato ha programado cuatro conciertos muy potentes para estos días, tres en en el primer fin de semana -viernes, sábado y domingo-, para cerrar el último domingo de Pilares. "En definitiva, hacemos lo que podemos", concluye Adrián.


Más información sobre los Pilars 2022 en este enlace.

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