El "robo" del siglo de Palestina

Desde la era Carter hasta Trump todos los presidentes estadounidenses han propuesto planes de "paz" con mapas y líneas divisorias que nunca se ajustaban a las resoluciones internacionales, al menos no a la Resolución 194 de la ONU sobre el derecho inalienable del retorno de la gente palestina refugiada. Trump es, con creces, el presidente estadounidense que más ha dado por el proyecto de colonización de Palestina.

Trump y Netanyahu. Photo: Amos Ben Gershom GPO (CC BY-NC 2.0)

El llamado "Acuerdo del Siglo", apodado "el robo del siglo" por el pueblo árabe, no es nada nuevo bajo el sol, es más bien más de lo mismo pero articulado en un documento y presentado en vivo y en directo a todo el mundo desde Washington. Como dice Luna Abuswaireh, directora del Centro de Estudios Panarabista con sede en Beirut, la responsabilidad es de los líderes palestinos y "todas aquellas personas que aplaudisteis, bendijisteis, participasteis, apoyasteis [los Acuerdos de] Oslo" en 1993. Porque Oslo allanó el camino del "Acuerdo del Siglo".

Es cierto que Abu Ammar (Yaser Arafat) que firmó Oslo, firmaba una progresiva entrega de zonas ocupadas, algo que el gobierno israelí no cumplió aun cuando la Organización para la Liberación de Palestina e Israel habían hecho público el reconocimiento mutuo. También es cierto que ninguna personalidad palestina ha estado presente en la rueda de prensa de Washington, que todo ha sido orquestado únicamente por mentes israelíes y estadounidenses. Todo esto, sin embargo, no convierte en héroes a ninguno de los líderes políticos palestinos que se han opuesto rotundamente al recién presentado plan, como su propio pueblo indica.

Un nuevo plan de colonización

Hubo una época donde los cascos azules de la ONU se paseaban por la franja de Gaza. Años después los palestinos han pedido varias veces a la ONU que vuelvan, pero las resoluciones internacionales del organismo sobre Palestina no están vinculadas al Capítulo VII que habla de "acción en caso de amenazas a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresión". Y eso que el "Acuerdo del Siglo" cumple todas esas condiciones. Nadie, ni siquiera la ONU, se atreve a amedrentar a Israel en sus ansias expansionistas. Desde la Secretaría General de las Naciones Unidas la reacción ha sido verbalizar, una vez más, el mantra de la solución de dos Estados y resolver el "conflicto" según las resoluciones internacionales.

El mal traducido como "Acuerdo del Siglo" no es un acuerdo, es un trato donde se repite lo que ocurrió con la Declaración del Barón Balfour en 1917: se da una tierra que no se posee a quien no la merece.

Es triste que desde el Ministerio de Asuntos Exteriores español se haya dicho que se va a "estudiar" el plan, dando así legitimidad a un documento ilegal de per se. Es un paso incoherente para alguien que realmente quiera la paz. Quizá lo que ha llamado la atención sean los 50.000 millones de dólares que el "acuerdo" añade como forma de "reavivar la economía palestina". Una economía que ha sido destruida por una ocupación ilegal, sobre todo en la franja de Gaza la cual seguirá bajo bloqueo. Una ocupación que asumirá más zonas ricas en agricultura (como el Valle del Jordán) y seguirá expoliando los recursos naturales palestinos (como el gas del mar Mediterráneo, el agua…).

El "acuerdo" establece unos territorios inconexos, unas islas, como zona palestina. Al proyecto nacional de la Autoridad Palestina, que busca establecer un Estado palestino en las fronteras delimitadas tras la ocupación israelí en 1967, le queda menos del 20% del territorio con dicho plan.

En Cisjordania, las colonias israelíes pasarán a ser parte del Estado de Israel. Como contrapartida, el plan planea congelar la expansión de colonias durante cuatro años. El porqué de este aparente acto de "buena voluntad" podría ser como apuntan análisis palestinos: el gobierno de Israel no tiene suficiente dinero para esto. Ya les sucedió en Gaza y se marcharon. Todo tiene razones económicas "de peso".

El Valle del Jordán (Al-Ghor, en dialecto árabe) también pasará, según el plan, a manos israelíes definitivamente. Es uno de los territorios más deseados por Israel. Una tierra que le ofrece beneficios estratégicos, económicos, sociales y militares. Fuente de recursos hídricos (lluvia y acuífero) y explotación comercial y turística del Mar Muerto. En el Valle del Jordán viven cerca de 60.000 palestinos y palestinas.

El futuro de la Franja de Gaza es de dependencia económica absoluta de Israel y Egipto. Las autoridades israelíes seguirán controlando el movimiento de personas y mercancías, y seguramente continuarán gravando dichos movimientos. Tanto Cisjordania como la Franja tienen la experiencia acumulada de tener 'bypass', carreteras de circunvalación según los términos de la ONU (carreteras de apartheid, para entendernos) de uso exclusivo para colonos y colonas israelíes. Las consecuencias son nefastas y, como tampoco son sostenibles para los propios usuarios, están condenadas a ser, bien rodeadas por muros, bien "aseguradas" por la eliminación de la gente nativa palestina.

El plan prevé unir la franja de Gaza con un territorio desértico a lo largo de la frontera con Egipto, una idea que viene a sustituir el viejo plan de entregar territorio del desierto del Sinaí a la franja de Gaza. Este punto ayuda a Israel a levantar una zona colchón que impida la llegada de gente refugiada, sobre todo de Eritrea, Sudán y Somalia. Vienen de estas zonas del Cuerno de África donde la miseria y los peores tipos de violencia ponen en peligro sus vidas. Sin embargo, para el gobierno israelí son (solo) migrantes económicos y expulsó a unas 38.000 personas refugiadas, contraviniendo (de nuevo) las leyes internacionales.

Pasos previos al "acuerdo"

Antes de presentar el acuerdo, sus mecenas tuvieron que resolver algunos aspectos. Los mandatarios israelíes comenzaron hace alrededor de tres años a sellar relaciones diplomáticas con países árabes los cuales reabrieron embajadas israelíes, permitieron la entrada a sus países a la ciudadanía israelí y se hicieron fotos públicamente junto a políticos israelíes.

La causa palestina había sido una causa enarbolada por estandartes panarabistas desde el comienzo de la aparición de milicias sionistas en tierra de la Palestina histórica. En 1948, la Nakba o calamidad palestina provocó la guerra árabe-israelí y quedó patente el interés árabe por proteger territorio palestino, para evitar enemistades los estrategas israelíes y estadounidenses desarrollaron un plan para comprar el apoyo de mandatarios árabes. Su objetivo era legitimar su "Acuerdo del Siglo" haciendo oídos sordos a las voces disonantes de la Autoridad Palestina y la OLP.  Ganarse a los jeques árabes ha sido fácil también gracias a que Israel les prometió su apoyo contra Irán. Es una guerra del siglo XXI en la que no se emplean tanques en el propio suelo, si no guerras de poder, indirectas, usando propaganda o sanciones económicas para ahogar a la población.

No se puede analizar el "Acuerdo del Siglo" sin hablar de Irán; las intenciones de debilitar al país salpican contundentemente en zonas como Irak o el Líbano donde actores del "eje de la resistencia" siguen expandiéndose. En este contexto cabe hablar de las sanciones o inclusión en listas de terrorismo a más figuras de mencionado "eje de la resistencia". Destacan miembros de Hezbolá o Hamas. Estos últimos han virado militarmente hacia Irán en los últimos años. Con sanciones o listados de terrorismo, EEUU está cortando vías de financiación o de movimiento de dinero de dichos grupos. Sin dinero no hay armas y sin armas no hay peligro para Israel.

Antes del anuncio de dicho "acuerdo" hemos visto cómo EEUU ha intentado desacreditar (y casi provocar la desaparición) de la UNRWA, la Agencia de la ONU para Refugiados de Palestina. Querían que las personas palestinas que tienen estatus de refugiado o refugiada en base a la expulsión de sus hogares en 1948 (un estatus que pasa de padre a hijos e hijas) pasasen al amparo del ACNUR, la 'otra' agencia de la ONU para refugiados, en general. Si esto hubiese ocurrido habrían eliminado otra traba a la que se enfrenta el proyecto sionista: la resolución 194 de la ONU del derecho inalienable al retorno de refugiados y refugiadas palestinas.

No podemos olvidar, por supuesto, otro movimiento estadounidense previo al acuerdo: trasladar la Embajada de EEUU de Tel Aviv, capital israelí, a Jerusalén, animando así a que el resto de países hicieran lo mismo. Es la misma táctica empleada para la "legalización unilateral" de la administración de Trump con respecto a los asentamientos, ilegales ante la ley internacional o declarar los Altos del Golán sirios ocupados como israelíes.

No hay que dejar de mencionar aquí a Rusia, un país con el que Israel mantiene cordiales relaciones a pesar de ser enemigos en campos como el sirio. En este punto existe mucho pragmatismo y previas reuniones con Putin antes de lanzar el "Acuerdo del Siglo".

Además, la guerra contra el BDS, movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones contra Israel, se ha endurecido. La opinión pública sigue otra estrategia que llevarse a su bando a mandatarios, por eso, la guerra del departamento anti BDS israelí continúa sin muchos frutos. Su arma más poderosa es el antisemitismo. Su debilidad más grande es la falta de simpatía hacia Israel de cada vez más gente judía estadounidense (debido a los crímenes de guerra perpetrados en Palestina).

Factores que se les escapan de las manos

Por un lado, y a pesar de intentar legitimar antes sus planes a nivel internacional, de opinión pública o 'privada', Israel no ha logrado controlar una serie de factores. El primero, son los crímenes de guerra por los que ahora será investigado en la Corte Penal Internacional. También están los juicios abiertos contra Netanyahu, en Israel, y el impeachment de Trump en EEUU o la inestabilidad política en Israel que celebrará por tercera vez la repetición de elecciones parlamentarias. Todo esto ha hecho posponer la presentación del "Acuerdo del Siglo" al público en varias ocasiones.

Israel sigue usando la amenaza iraní nuclear. Menos mal que gracias al ingeniero israelí Mordechai Vanunu conocemos algo más sobre el programa nuclear de Israel. Vanunu trabajaba en una planta del desierto del Negev donde se llevaba a cabo dicho programa nuclear. Decidió hacer fotos y publicarlas en 1986. Su historia es de novela. Lo pillaron gracias a una espía y lo encerraron. En 2018 fue puesto en libertad, pero con muchas restricciones de movimiento.

El factor "solución dos Estados" también está muy presente y, tristemente, es el freno que ponen los actores de la comunidad internacional a Israel y no los crímenes de guerra flagrantes cometidos. Desde la Secretaría General de la ONU, la reacción al "acuerdo" fue abogar por "la solución de dos Estados y resolver el conflicto según resoluciones internacionales".

Y, sin olvidar que en Israel siguen viviendo cientos de miles de personas palestinas, llamados "árabes de Israel". El "acuerdo" pretende "solucionar" este factor interno con la expulsión de dicha ciudadanía palestina del territorio donde viven en Israel llamado el "triángulo" a territorio administrado por la Autoridad Palestina.

¿Dónde está el pueblo árabe?

"¿Dónde están la multitud? ¿Dónde está el pueblo árabe? ¿Dónde está la ira árabe? ¿Dónde está la sangre, el honor árabe?".

Así comenzaba una de las canciones árabes más reivindicativas de los años 80, justo después de estallar la Primera Intifada palestina. Desde entonces, sigue escuchándose en emisoras de radio o manifestaciones por los derechos del pueblo palestino en todo Oriente Medio. Ahora, tras el anuncio del llamado "Acuerdo del Siglo" de Trump y Netanyahu, sonará más fuerte. ¿Qué ha pasado con los países árabes que siempre han estado junto a Palestina y ahora abrazan amigablemente el anuncio oficial de la expansión territorial israelí sobre suelo palestino?

Los países árabes que antaño daban la mano y las tropas militares para parar los pies al plan sionista de colonizar Palestina ahora trabajan junto a Israel. Egipto, mediador histórico entre israelíes y palestinos, tras el anuncio del "acuerdo", animó a los líderes palestinos a considerarlo. Arabia Saudí fue más allá y apreció oficialmente "los esfuerzos de la administración Trump para desarrollar un plan de paz exhaustivo entre las partes palestina e israelí".

El "Acuerdo del Siglo" es el "robo del Siglo" y esto no lo han dicho los jeques árabes sino el pueblo, la gente de a pie. Desde Occidente se les habla de libertades y derechos humanos, de democracia nacida del pueblo, pero es el mismo Occidente quien está consintiendo que los déspotas en la política sigan acordando su futuro por un puñado de dólares e intereses.

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