El Centro de Salud no es el centro de la salud: redes de apoyo aragonesas durante la pandemia

Una de las labores más invisibilizadas de la Atención Primaria es el trabajo con la comunidad. A las redes comunitarias y de promoción de salud ya existentes se han unido nuevas iniciativas, como las redes vecinales, en respuesta a una crisis que se sumaba a las otras crisis latentes en nuestra sociedad (medioambiental, económica, de cuidados...).

De todas es sabido el impacto que ha generado la pandemia de la COVID-19 en la Atención Primaria aragonesa. En un ejercicio de adaptación constante a la situación epidemiológica cambiante que ha repercutido de forma directa en nuestras vidas, los equipos de Atención Primaria aragoneses han continuado con una labor asistencial fundamental (e infravalorada en muchas ocasiones) en el cuidado de la salud de nuestra población.

Una de las labores más invisibilizadas de la Atención Primaria es el trabajo con la comunidad: la llamada Atención Comunitaria. Ésta, en su definición, prevé la identificación de los recursos comunitarios disponibles, priorizando las intervenciones y elaborando programas y protocolos orientados a mejorar la salud de la comunidad. La evidencia científica respalda la importancia de esta labor, que viene reforzada en una situación pandémica como la actual.

Como escribe el profesor, Glenn Laverack, desde su experiencia en promoción de salud y brotes, “no existe un modelo único para la comunicación y la participación comunitaria durante una pandemia. Cada país debe desarrollar su propio enfoque basado en las fortalezas y debilidades de su contexto sociocultural, político, económico, de infraestructura e histórico.” Y en reciente conversación con él nos comentaba cómo, si bien “en brotes cortos desde los gobiernos hay que actuar con medidas rápidas, para asegurar el éxito de los programas de protección y promoción de la salud hay que trabajar con las comunidades.” Es decir: “No hay excusa para no involucrar activamente a las comunidades en una respuesta a un brote de enfermedad”. Y así proteger a las personas más vulnerables y vulneradas, quienes sufren más desigualdad y por tanto mayor impacto negativo en salud tendrán a consecuencia de la COVID-19.

El valor de las redes vecinales en el cuidado de nuestra población, sobre todo de la más vulnerable, en estos meses es incuestionable. A las redes comunitarias y de promoción de salud ya existentes y que se han ido adaptando a la situación que estamos viviendo, se han unido nuevas iniciativas como respuesta a una crisis que se sumaba a las otras crisis latentes en nuestra sociedad (medioambiental, económica, de cuidados...).

En abril el propio Ministerio de Sanidad publicó un documento con el objetivo de dar una información práctica para el desarrollo de redes comunitarias locales en respuesta a la pandemia de COVID-19.  Entre los ejemplos de iniciativas surgidas, dos aragonesas: la red Chafardero, de los municipios de la Val d´Echo, Chasa y Aragüés del Puerto y la Plataforma Utebo en red sin virus, del municipio de Utebo.

Identificar y dar valor a estas redes desde las instituciones no es tarea fácil. Entran en conflicto el miedo a colonizar espacios de autoorganización ciudadana, los límites y carencias de lo público, la horizontalidad en los espacios de co-producción de salud...y otros tantos interrogantes que van surgiendo en diferentes espacios y sobre los que tenemos que reflexionar e investigar, para poder construir herramientas comunes que resulten transformadoras y puedan constatar el impacto positivo en salud de las iniciativas de participación comunitaria.

La Revista Comunidad incluye en su último número un artículo de investigación del Grupo Aragonés de Investigación en Atención Primaria (GAIAP) junto al PACAP Aragón (Programa de Actividades Comunitarias en Atención Primaria) que pretende hacer una aproximación al trabajo de coordinación entre los equipos de Atención Primaria y las redes comunitarias y de apoyo mutuo en Aragón. Si bien el periodo del estudio abarca únicamente del 15 de marzo al 10 de mayo de 2020, se identificaron cerca de 50 iniciativas de colaboración entre los centros de salud y las redes comunitarias de toda la geografía aragonesa.

El trabajo de investigación, que incluyó revisión documental y entrevistas, destaca la importancia de estas redes comunitarias en el cuidado de la salud de la población aragonesa durante la pandemia, el valor del trabajo en equipo, destacando el Trabajo social y su motivación. Las dificultades derivadas del miedo, la sobrecarga y los protocolos sin orientación comunitaria. La importancia de la colaboración, del enfoque de equidad y del trabajo intersectorial. Y pone el foco en muchas iniciativas a compartir y de las que aprender.

En estos meses hemos tenido que lamentar la pérdida de compañeros, limitar el contacto presencial con las usuarias de los servicios sociosanitarios (en aras de la protección frente al contagio), leer y aplicar decenas de protocolos variables, tratar de mantener la calma en situaciones laborales muy adversas, contener brotes, seguir atendiendo las patologías que ya estaban presentes antes de que el SARS COV2 apareciese en nuestras vidas y que no han dado tregua, aunque pareciese que “todo es Covid”. De hecho, muchas dolencias se han visto incrementadas por toda esta situación y estamos alerta ante los efectos para la salud que trascienden lo infeccioso y que generan sufrimiento en nuestra población.

No está siendo nada fácil.

De ahí la importancia de [re]conocer y aliarse con nuestras comunidades. Es una de las claves en promoción de salud si queremos que esta pandemia no siga llevándose vidas por delante.

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