El acoso escolar racista y xenófobo: ¿cómo denunciar lo que se supone que no existe?

No existen datos, estudios o informes actuales pero decenas de familias deben hacer frente todos los días a las humillaciones, insultos, motes y prejuicios por el mero hecho de haber nacido con un color de piel determinado o en el lugar equivocado. Hablamos con Jatou, Sonia y Mayren sobre ello.

Mural de dos niños en un colegio del barrio del oliver para ilustrar este artículo sobre el acoso
Un ejemplo de mural en un colegio que visibiliza la diversidad y convivencia. Foto: AZ

Resulta tan fácil convertirse en víctima de acoso escolar como acabar siendo una bully (o eso dicen). Sin embargo, desde 2018 en Aragón existe un protocolo que determina cómo algunos “elementos” o “características” pueden facilitar que acabes odiando ir a la escuela.

Básicamente, estos componentes se resumen en que si no eres un niño cishetero blanco con ocho apellido españoles y unas capacidades “normales” tu paso por Primaria y Secundaria puede complicarse. Según el Protocolo de Actuación ante Situaciones Escolares de la DGA el acoso escolar puede articularse a través de la identidad de género y orientación sexual, la clase social, alguna desventaja sociocultural o determinado aspecto y origen.

En términos generales el teléfono contra el acoso escolar ha registrado en el curso 2021-2022 un total de 107 llamadas, que se han concretado en 8 notificaciones. Se trata de un servicio que se presta 24 horas los 365 días del año y es atendido por profesionales de Psicología especializados.

Por otra parte, los centros educativos han iniciado este curso escolar 211 protocolos ante un posible caso de acoso escolar, de los que hasta el momento un 8% han concluido que había una situación de acoso, habiendo un 43% todavía en seguimiento.

Resulta realmente complicado encontrar cifras segregadas sobre los diferentes tipos de acoso escolar, uno de los más invisibles es el racista o el xenófobo.

¿Hay diferencia entre el racismo y la xenofobia?

SOS Racismo apunta que la definición de racismo que debería contemplar la Real Academia Española es la de: "Sistema de opresión histórico e ideológico que motiva la discriminación o persecución de otro u otros, y que alienta la subordinación mediante la idea de que las diferencias raciales -etnia, color, lengua, cultura y religión-, producen una superioridad inherente a una raza en particular: la blanca".

En este sentido, la xenofobia, rechazo u odio al extranjero o inmigrante basado en un sentimiento exacerbado de nacionalismo, puede ir acompañada del racismo pero no siempre. Como advierte Jatou, del colectivo zaragozano Kemet: “El racismo que sufren las personas no blancas es muy distinto al que sufren las personas occidentales nacidas en Europa. No son las mismas realidades”.

tres personas con un cartel que pone hartas de tanto racismo
Concentración contra el racismo en Zaragoza. Foto: Rocío Durán Hermosilla.

No siempre es fácil denunciar

Encontrar un espacio seguro para denunciar el acoso escolar con tintes racistas o xenófobos no siempre es fácil, como explica Kemet, muchas comunidades educativas no están preparadas para identificarlo: “La cuestión es cómo se denuncia, cuándo se denuncia y que repercusión tiene esa denuncia”.

De hecho, la activista Jatou matiza que no podemos hablar solo de acoso escolar: “Si no llamas las cosas por su nombre al final se pierde el carácter racista, se pierde esa parte importante que hace que existan esos prejuicios y que esos prejuicios lleven a la discriminación y esa discriminación lleve al acoso”. Y esto deriva en lo que las entidades consideran el gran problema: la infradenuncia de los casos de acoso escolar de carácter racista.

Todos los días niños, niñas y niñes reciben insultos, se les ponen motes, se difunden rumores falsos o directamente sufren agresiones físicas por tener un determinado color de piel o por que su familia o ellas han nacido al otro lado de las fronteras españolas.

“Hijo de Putin”

Situaciones como estas son las que relata Sonia, madre de Ivan, que aunque reconoce que la xenofobia siempre ha estado presente, desde el inicio de la guerra entre Ucrania y Rusia ha denunciado en su colegio que sufre acoso escolar por el mero hecho de haber nacido en los Urales. Aunque Iván ha crecido desde los cuatro años (ahora tiene nueve) en Zaragoza, no se despega del mote de “ruso”, y ahora también del de “hijo de Putin”.

Su madre achaca este aumento de la xenofobia contra la población de origen ruso a la falta de información, el sesgo de las noticias que llegan hasta nuestras casas y las fake news pero también a que la comunidad educativa (profesorado y familias) no ha sabido abordar los últimos acontecimientos desde el punto de vista de la convivencia y la paz.

Según el protocolo de la DGA, tras una denuncia por acoso escolar el centro debe abrir una investigación y tomar medidas para proteger al menor en un día lectivo.

No existen datos sobre la cantidad de denuncias que nunca llegan a tramitarse por lo que resulta complicado tratar de aproximarse a la magnitud del problema pero sí existe una sensación general de frustración e impotencia por parte de las familias de menores que sufren acoso racista y xenófobo. La de Iván es la historia de un número desconocido de menores que ven cómo la discriminación se transforma en violencia.

¿Qué es el acoso escolar?

El protocolo de la DGA ofrece un concepto claro y sencillo de lo que se denomina en su origen inglés, bullying: “La intimidación y el maltrato entre escolares de forma repetida y mantenida en el tiempo casi siempre lejos de los adultos, con la intención de humillar y someter abusivamente a una víctima indefensa por parte de un abusón o un grupo de matones, a través de agresiones físicas, verbales y sociales y con consecuencias de victimización psicológica y rechazo social”.

Este mismo protocolo recuerda que no es fácil para una niña, niñe o niño denunciar el acoso y muchas veces hace falta ver señales en otros lugares. Por ejemplo, en el caso de Ivan, Sonia explica cómo desde que empezó la guerra sus notas han bajado y ya no tiene ganas de ir al colegio.

A la pregunta sobre cómo abordar estos casos de acoso escolar racista o xenófobo, Jatou no tiene una única respuesta pero coincide con Sonia cuando pone el acento en el profesorado. “Hay un componente muy educativo que se tiene que tratar tanto en las aulas con el alumnado pero también con el profesorado”, y añade la activista de Kemet, “el profesorado si no tiene esa conciencia y esa deconstrucción no puede inculcar otra cosa a los alumnos”.

Además señala cual es el punto de partida: “Creo que deberíamos empezar a escuchar más a los chavales y las chavalas en sus quejas”. Para Jatou “la escucha es muy importante”, pero advierte: “Que la persona se sienta escuchada, que sienta que hay una personas que está ahí para escucharla y sentirse apoyada. No es una cuestión de que te escucho y ya. Es una cosa de que te escucho, estoy aquí y vamos a hacer todo lo posible para que esto no vuelva a suceder”.

No obstante, recuerda que nunca se debe recurrir al punitivismo: “El castigo no es la solución, sino la educación. Hablar con los padres, madres, tutores o tutoras legales, hablar con el director del centro, con la persona implicada la que propicia este acto. Y luego con los padres de la persona que ha hecho el acto de violencia. Y las formaciones. Se puede cambiar muchísimo”.

¿Cómo acabar con el racismo y la xenofobia en las aulas?

Aquí entra, por ejemplo, el trabajo de proyectos como el de Mayren, Alejandro y Silveria. A través de un hermanamiento ‘Cuentacuentos sobre Nicaragua’ recorre los centros escolares con sus historias sobre ecologismo, convivencia y amistad.

Mayren nos explica uno de ellos: “Los cuentos que nosotras hacemos en los coles, uno es de medio ambiente pero el cuento lo hemos modificado muchísimo. Son dos amiguitos y uno viene de otro país entonces le metemos, por ejemplo, que si hay niños y niñas que vienen de otros sitios que cómo se sienten, habla de los amigos, de las amigas, cómo se apoyan. De cómo se siente uno al llegar a un sitio nuevo, cómo conoce lo que se hace allí”.

Como explicaba la maestra gitana Adelina Jiménez, hablar de historias donde se pueda sentir todo el mundo identificado es clave para romper con la discriminación, y así lo cuenta Mayren, “si hay niños y niñas pues que ellos o sus padres vienen de otro país notamos la diferencia, se nota en la actitud distinta, de hecho, hablamos de Nicaragua y, por ejemplo, introducimos palabras como las decimos allá, por ejemplo, si decimos zancudo que es el mosquito, chimbomba que es el globo. Ya ellos le dan una validez a su cultura”.

“También hablamos de que el país tiene lagos y volcanes y a estos niños les cambia totalmente porque sí que comentan que el país es pobre y que ellos tienen mucha vergüenza, se sienten inferiores, cuando llegamos nosotros con este cuento se ponen súper contentos y contentas”, relata Mayren.

Otra tarea pendiente para conseguir eliminar el acoso escolar de carácter racista que tanto Kemet, SOS Racismo, o Mayren del proyecto Cuentos sobre Nicaragua apuntan es la inclusión de otras culturas en el currículo escolar.

En el caso del racismo, Jatou bromea sobre la cantidad de personas negras que aparecen en los currículos y sobre cómo se cuenta la historia de África y, por ejemplo, la colonización: “Yo realmente pensaba que nos estaban haciendo un favor al colonizarnos. Un acto tan atroz, tan violento, tan inhumano y tú piensas que te están haciendo un favor”.

La herramientas también están fuera del aula

El sentimiento de inferioridad es un catalizador del acoso escolar pero para Jatou ha cambiado a lo largo del tiempo. Por suerte, ser una niña negra en los primeros dosmil no es lo mismo que en 2022 y ahora es más fácil empoderarse: “Las referencias son una clave importantísima. No es que no hubiese referencias en ese momento sino que estaban invisibilizadas. A día de hoy se pueden ver a través de las redes sociales. Podemos acceder a más información, Google nos lo chiva todo. Está la información a nuestro alcance”.

La falta de datos sobre cómo influye el racismo y la xenofobia en el acoso escolar es y seguirá siendo un impedimento para afrontar el problema. Todas las personas entrevistadas coinciden en que una de las frases más escuchadas es “en este colegio no hay racismo” o “ha sido un malentendido”. Aunque cada vez hay más herramientas, materiales escolares elaborados por colectivos y organizaciones, y referentes, todavía hay muchas preguntas por responder.

Jatou se hace algunas: “¿Qué importancia tiene el racismo en las aulas? ¿Cuántos niñas, niños y niñes racializades se suicidan por acoso con carácter racial y no se dice? ¿Qué importancia se le dan a esas vidas y qué importancia se le da al racismo en estas sociedades?”.

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