Desde Aragón a Australia: el movimiento feminista internacional firma un manifiesto transfronterizo por el 1 de mayo

Este manifiesto ha atravesado las fronteras del planeta desde Ecuador a Australia, pasando por Francia, Chile, Bélgica, EEUU, Italia, Argentina, Suiza, México, Uruguay, Alemania, Países Bajos, Bolivia y ahora Aragón. Un único objetivo: “si nos unimos no solo podemos salir de la pandemia, sino cambiarlo todo”.

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Protesta en Zaragoza contra la sentencia de la violación grupal en sanfermines en 2018. Foto: Pablo Ibáñez.

Decenas de organizaciones y entidades feministas de todo el planeta han firmado el “Manifiesto Transfronterizo para salir juntes de la pandemia y cambiar el sistema”, entre ellas se encuentra la red del 8M en Aragón. “No volveremos a la normalidad porque la normalidad era el problema”, con este lema arranca este manifiesto que ha atravesado todas las fronteras desde Ecuador a Australia, pasando por Francia, Chile, Bélgica, EEUU, Italia, Argentina, Suiza, México, Uruguay, Alemania, Países Bajos, Bolivia y ahora Aragón.

De la misma manera que las organizaciones sindicales han tenido que adaptarse a la emergencia sanitaria para la celebración del 1 de mayo, el movimiento feminista y transfeminista internacional asegura que “no se rinde al aislamiento” y las medidas de restricción no “silenciarán” las luchas en cada uno de los territorios.

“En todo el mundo hay mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries, que rechazan someterse a las violencias exacerbadas por la pandemia global y que empiezan a organizarse entrelazando sus prácticas rebeldes, fortalecidas por la potencia de los últimos años de huelgas globales feministas”, señalan.

Esta crisis, explican, desvela e intensifica las violencias, las jerarquías y las raíces estructurales de opresión, explotación y desigualdad del patriarcado capitalista colonial, contra el que siempre hemos luchado y seguiremos luchando. Y es aquí, donde aseguran nacer “nuevas formas de resistencia y solidaridad de las que somos parte, a las que queremos sumarnos y hacer resonar a nivel global a través de nuestra voz colectiva para que juntas y juntes podamos salir del aislamiento y socavar los paradigmas dominantes, afirmando los saberes y prácticas feministas, transfeministas y antipatriarcales”.

El coronavirus golpea a todas y todes, pero los efectos de la pandemia son diferenciados, aún más si los miramos desde una perspectiva transfronteriza que parte desde posiciones las de las mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries. “Nos dijeron que nos quedáramos en las casas, sin considerar que las casas no son lugares seguros para muchas de nosotres y que hay personas que ni siquiera tienen una casa”, denuncian en el manifiesto.

Los feminicidios y la violencia hacia las mujeres y disidencias se han ido intensificando desde el comienzo de esta crisis, y las medidas de cuarentena y toque de queda han hecho aún más difícil rebelarse ante la violencia machista y que las mujeres expresen su voluntad de libertad y autodeterminación. Así lo han confirmado el Instituto Aragonés de las Mujeres y la Casa de la Mujer de Zaragoza, que desde que comenzara la emergencia sanitaria han podido comprobar como las llamadas al número habilitado para denunciar agresiones han aumentado.

La crisis ataca las diferentes condiciones materiales de reproducción, intensificando y precarizando mayormente el trabajo productivo y reproductivo de las mujeres y disidencias: “mientras que estos siempre han sido invisibilizados y explotados, ahora se hace visible su necesidad, poniendo de manifiesto la centralidad política que tienen y que nosotras siempre hemos afirmado”. Algunas de las primeras denuncias que llegaron hasta la redacción de AraInfo fueron las de las trabajadoras del hogar y los cuidados que perdieron de la noche a la mañana sus empleos y en muchas ocasiones su casa, dado que algunas de ellas eran internas.

El manifiesto recuerda que por un lado, el sistema patriarcal descarga el cuidado de las personas mayores y de les niñes en las mujeres, incrementando el peso del trabajo doméstico. Por otro lado, hay muchas mujeres – las enfermeras, las doctoras, las trabajadoras de la limpieza, las cajeras, las obreras, las farmacéuticas – que deben estar en primera línea en esta emergencia trabajando en condiciones de riesgo para su salud, con horarios alargados y, a menudo, con salarios míseros. Igualmente, colectivos como las Trabajadoras del Hogar y los Cuidados de Zaragoza, el 12N Zaragoza o las campañas de regularización han compartido en AraInfo otra de las características de este emergencia sanitaria, muchos de los trabajos precarios o informales están a menudo llevados a cabo por mujeres migrantes, afrodescendientes, negras o indígenas que ahora no solo son despedidas y no tienen posibilidad de sustentarse o pagarse los gastos médicos, sino que también se encuentran sin permiso de residencia, más vulnerables a los ataques racistas y más expuestas a la consecuencias sanitarias y económicas y al contagio, ya que a menudo viven en las zonas más pobladas y pobres.

Junto a estos cuerpos “de segunda” que no pese a no parar de trabajar no son reconocidos como productivos, se encuentran los de las personas con diversidad funcional que como explica el manifiesto “están totalmente invisibilizados y desprotegidos”. Algunos territorios, como está ocurriendo en el Estado español, abren las fronteras a les migrantes “sólo cuando sus trabajos son considerados necesarios para asegurar la cadena agroalimentaria en tiempos de pandemia, mientras que otros países cierran las fronteras no solo a les migrantes sino también a sus habitantes, dejándoles en campos de refugiades superpoblados y vulnerando sus derechos a la salud y a volver a su territorio”.

“En los múltiples frentes de guerra y territorios en resistencia, como el kurdo o el palestino, la invasión y la ocupación imperialista y patriarcal complican las posibilidades de recibir tratamientos adecuados, intensificando el ataque a la revolución de las mujeres kurdas y a la lucha de todas las mujeres que quieren liberarse de la dominación colonial y patriarcal”, recuerda el movimiento feminista internacional a través de este manifiesto que tampoco se olvida de otra guerra, la del neoliberalismo salvaje contra la sanidad y los servicios sociales públicos y universales.

En esta crítica al sistema capitalista no se olvidan darle el valor que se merecen a todas las redes solidarias y de apoyo que han surgido en todos los barrios y territorios para ofrecer la asistencia que Gobiernos como el del alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, han recortado hasta en un 70%. Por no hablar de la militarización y la securización de los territorios urbanos, rurales e indígenas por parte de las fuerzas de seguridad que “aprovechan la emergencia y la ya existente fragilidad democrática de los gobiernos para callar todos los rastros de revuelta, criminalizar las redes de solidaridad que están surgiendo y asegurar la cadena de mando del Estado que se vuelve siempre más autoritario y represivo”, señala el manfiesto.

La lucha del movimiento feminista internacional, según este manifiesto, “no solo debe apuntar a nuestra sobrevivencia frente al contagio, sino que tiene que encontrar soluciones a las inmensas consecuencias que esto tendrá sobre nuestras condiciones económicas y materiales”.

Asimismo, el manifiesto no se olvida de otro de los colectivos más invisibles de esta emergencia sanitaria “les trabajadores sexuales siguen demandando la descriminalización de sus trabajos para no ser más excluides de los amortiguadores sociales y estigmatizades por el sistema patriarcal capitalista colonial”. En Rojava, las mujeres kurdas en el medio de una resistencia histórica a la guerra están respondiendo a la pandemia fortaleciendo su autoorganización confederal más allá de las fronteras, su salud comunitaria y ampliando las redes de economía autogestiva y ecológica.

Finalmente, el manifiesto y las organizaciones firmantes se comprometen a apoyar, fortalecer y entrelazar nuestras luchas, resistencias y formas de solidaridad, “desde nuestras diferentes condiciones materiales, pluralidad de lenguajes, heterogeneidad de prácticas y complejidad de discursos”.

“Lo que la huelga feminista global nos ha enseñado en estos cuatro años es que cuando estamos juntes tenemos más fuerza para rebelarnos a la ‘normalidad’ patriarcal y opresora y ahora más que nunca tenemos que mover nuestras millones de voces en la misma dirección para poder evitar la fragmentación que la pandemia nos impone”, y añade, “en este momento no podemos desbordar las calles con nuestra potencia feminista, pero sí seguiremos gritando toda nuestra ira contra la violencia de un sistema que nos explota, oprime y mata, señalando a los culpables, para poder volver aún más numerosas a tomar la primera línea”.

El manifiesto concluye con un único objetivo “si nos unimos no solo podemos salir de la pandemia, sino cambiarlo todo”.

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