Tras una semana de fuertes enfrentamientos entre las fuerzas policiales y las y los manifestantes, el conflicto catalán parece haber entrado en un periodo de calma. Afirmar que las acciones contestarías y la represión han terminado es a todas luces una sentencia demasiado arriesgada. Sin embargo, parece que de nuevo la pelota está en el tejado de la política, por mucho que desde el Gobierno del Estado español y el Govern català la inoperancia es absoluta.
Pedro Sánchez, en plena campaña para las elecciones del 10 de noviembre, repite sin descanso la misma quimera: si Quim Torra quiere hablar deberá condenar la violencia en las calles. Su postura es un sinsentido, pues el president de la Generalitat ha condenado –para el desagrado de muchas personas- la quema de contenedores y destrozos de mobiliario urbano ocurridos en Catalunya. Con todo, la Moncloa mantiene las líneas telefónicas cerradas y el único acercamiento que ha hecho en la última semana fue la visita de Sánchez para dar su apoyo a las fuerzas de seguridad del estado, olvidándose de las personas heridas por la policía.
La postura de Sánchez está teñida de electoralismo. Con el paso de las semanas y la intensificación del conflicto catalán, la extrema derecha española –PP y Vox, en este caso- está aumentando sus expectativas de voto y ahora el PSOE trata de no perder a sus votantes más reaccionarios.
Por su parte, desde las instituciones catalanas, a falta de interlocutores, se ha vuelto a alzar la maquinaria soberanista. Este martes, los tres principales partidos independentistas, JxCat, ERC y la CUP, consensuaban una moción contra la sentencia que condena a casi 100 años de prisión a las y los líderes independentistas y a favor de la autodeterminación de Catalunya que se votará en unas semanas, justo después de las elecciones estatales.
La moción, que la CUP ha decidido impulsar pese a ser muy crítica con el Govern por su tibia reacción ante la represión policial, incluye una propuesta del partido anticapitalista para que se promuevan “iniciativas políticas, sociales e institucionales que sean necesarias en el ámbito nacional, estatal e internacional, para conseguir una solución democrática al conflicto político entre Catalunya y el Estado”.
Será la Mesa del Parlament quien dirima si la moción entra dentro de la legalidad, y hasta que eso no sucede, el Gobierno del Estado español ha decidido no pronunciarse ni impulsar al Tribunal Constitucional para que vete la propuesta. Con todo, desde las instituciones catalanas se recuerda que son numerosos los parlamentos territoriales que constantemente promueven mociones que no están inscritas dentro de sus competencias.
La represión sigue
Este martes algunos medios, entre los cuales estaba TV3, se hacían eco del llamado Síndrome de Sherwood. Esta teoría expuesta por el excomisario de los Mossos d’Esquadra, David Piqué, en un trabajo académico y analizado en primicia por La Directa en 2012, consiste en generar un clima de aceptación de la violencia policial a través de los medios de comunicación que a la postre permita llevar a cabo una dura represión policial contra los movimientos sociales.
A las voces desde las televisiones de ámbito estatal que han analizado lo sucedido en Barcelona desde una óptica que cualquier mosso o policía nacional aplaudiría, se están añadiendo muchas opiniones desde el independentismo que, sin haber pisado la calle estos días, condenan con fervor la actuación de las y los manifestantes.
La aceptación del marco mental policial cuesta de creer tras unas actuaciones que dejan alrededor de 600 personas heridas de los cuales 65 son periodistas –con cuatro personas que han perdido la visión de un ojo y con una herida de mucha gravedad- y 200 personas detenidas de las cuales 28 han sido encarceladas y 76 están en libertad con medidas cautelares. Entre estas personas también hay que destacar a dos a las que se les ha abierto un expediente de internamiento en CIEs y a una a la que se le ha abierto un proceso de extradición.
A todo ello hay que añadir el lento goteo de videos que cada día aparecen en las redes sociales y que muestran la brutalidad policial. En este caso estamos enfrente de la detención en Tarragona de Laura Solé:
Moment de la brutal detenció de la Laura Solé a #Tarragona. pic.twitter.com/Cy5LSh1rVP
— EL PUTU AMU! (@elputuamu) October 22, 2019
En la vertiente opuesta, este miércoles la policía detenía a un tercer fascista por la brutal agresión a un joven del jueves pasado. Cabe recordar que ese mismo día un grupo neonazi campó por Barcelona con total impunidad, casi escoltado por la policía.
La lucha sigue
La tensión ha descendido, ciertamente. Sin embargo las acciones esporádicas desde el independentismo –y los movimientos antirepresivos- siguen. Las concentraciones de los CDR son menores pero más diseminadas en el territorio. Este martes un millar de personas ocupaba la plaça Espanya de Barcelona para rociarla de Fairy y este miércoles se llevaban a cabo ocupaciones en carreteras secundarias de Catalunya y numerosas universidades paraban clases.
Son solo tres ejemplos de las acciones contestarías de estos días que culminarán el 26 de octubre en una gran movilización de sindicatos y organizaciones cívicas que tendrá lugar en Barcelona. Será entonces cuando se pueda poner el termómetro al movimiento independentista. Es decir, saber si ha vuelto a circunscribirse dentro de sus propios límites o si como demandan todas las personalidades políticas del mismo ha conseguido ampliar su base social.