Tour 2023: montaña rusa en la segunda semana

En la semana previa a las elecciones estatales, sólo nos queda avisar que el ciclismo es dolor y sufrimiento, pero siempre termina. Ahora bien, negar la violencia de género es tan peligroso que al final lo que no existe (lo que no se nombra) nos abre a un abismo de sufrimiento y miedo para las mujeres. Eso es Vox. Que niega tantas cosas, que su caos sólo nos lleva a un mundo oscuro. Podemos y debemos pararlos. Volvamos a las bicis, que también son cuestionadas como medio de transporte por estos neofascistas. 

Pogaçar y Vingegaard, en uno de sus duelos diarios | Foto: @TeamEmiratesUAE

El dolor solo es soportable si sabemos que terminará, no si negamos que exista”. Viktor Frankl.

Las etapas tras el día de descanso suelen ser curiosas. Piernas cargadas e ilusiones renovadas. La turra ciclista en forma de crónica. En la 110 edición de Le Tour tampoco falló este supuesto. Y el recorrido acompañaba para una buena fuga y escaramuzas, con 167 km en la décima etapa (Vulcania-Issoire), terreno quebrado, de media montaña, con varios puertos de segunda y tercera. Casi de inicio, cuando se conformaba la escapada, Pogaçar, Vingegaard y los hermanos Yates se filtraron también. ¡Pero qué locura! Bora e Ineos tuvieron que ponerse a trabajar. Gaudu y Bardet se descolgaban. Todo esto a un mundo de meta, en un día clásico de calor y por unas pestosas carreteras de sube y baja. Cuando se consolidó la escapada todo se calmó. Y el desenlace de esta fue precioso, con bastantes corredores de calidad (Pello Bilbao, Chaves, Barguil o Asgreen) y una persecución de más ciclistas, buscando enlazar con la cabeza de carrera. Por allí andaban O'Connor, Alaphilippe o Kwiatkowski. Neilands fue el que hizo la apuesta más fuerte, pero termino siendo engullido por un cuarteto que se había seleccionado previamente. La punta de velocidad del vasco Pello Bilbao (Bahrain) se impuso. Dedicatoria para Mäder y encima, un buen salto en la general (unos tres minutos, pasando del 11º al 5º puesto). Win-win para este corredorazo, silencioso y eficaz como pocos.

El landismo continúa con su eterna esquizofrenia entre los deseos y la realidad. Mikel anda un poco perdido de sus objetivos iniciales, a un mundo del podio (7 minutos) y sin aparentes buenas sensaciones en sus piernas. Pero el landismo es hacer de cada día un Vietnam, tal y como cuenta Iban Vega, ya que es un ciclista con capacidad de sobra para liarla. Hace ocho años de aquel Giro mágico que pudo ganar, por piernas y mentalidad. Todo lo demás ha sido un tratar de volver a ese instante. Algo efímero como la vida. Pero Landa es un fondista, contra más dureza, más se crece. El año pasado, podio en la Corsa Rosa. Sus mejores tiempos ya pasaron. Pero nunca se sabe...

En una segunda semana de seis etapas, la única oportunidad para los sprinters se daría en la 11ª etapa, entre Clermont-Ferrand y Moulins (179 km), con la amenaza de viento y abanicos -se quedó en eso-, un poco de lluvia y una fuga del día (Daniel Oss, Matis Louvel y Andrey Amador) que intentó sin éxito llegar a buen puerto. Al final, cuarta victoria de Jasper Philipsen, coco y verdugo, imponiéndose con gran autoridad a Groenewegen, Bauhaus o Coquard.

La etapa previa al tríptico alpino nos dejó una exhibición a la vieja usanza de Ion Izagirre (Cofidis), en un trazado quebrado con varios puertos de tercera y segunda, ideal para divertirnos con la fuga. Esta 12ª etapa, tras 168 km acababa en Belleville-en-Beaujolais, tierra de vinos ligeros y afrutados, cuya vendimia se sigue realizando prácticamente de forma manual. Una joya como el triunfo de Ion, todo pundonor, calidad y estrategia. Atacando en el momento clave, ante rivales como Pinot, Pedersen, Stuyven, Benoot o Van der Poel. Se la jugó en la última subida, de unos cinco kilómetros con una pendiente media que superaba el 7%, justo cuando engullían al vencedor de la Roubaix. Izagirre soltó su ataque y ya no lo vieron más. 30 km rodando en solitario para volver a dejar su sello en el Tour. Los viejos rockeros nunca mueren.

En términos de la general, las tres etapas que cierran esta crónica (Grand Colombier, Morzine y Saint Gervais) han dejado a Pogaçar a 10 segundos de Vingegaard. 7 segundos recortados. Con todo lo que ha pasado, parece ridículo. Pero hay mucha intrahistoria en este largo fin de semana. Empezando por la etapa unipuerto del viernes 14, ni 140 km de recorrido (poco más de tres horas de carrera) con final en el Grand Colombier, un puerto descubierto en los últimos años. Largo, duro y con esos lacets (lacitos) tan característicos en la primera parte de la ascensión. Ganó un coloso como Michal Kwiatkowski (Ineos), fugado y con un ritmo de crucero, al que nadie de la escapada pudo contener. Un ciclista con mayúsculas, campeón del mundo en 2014, los mejores años de su vida deportiva los dejó pasar para hacer de gregario en el Sky de Froome. Pero siempre guarda perlas como esta victoria. UAE tiró fuerte y al final, ataque pancartero de Pogaçar para arañar segundos y bonificaciones. Poco jugo para 17 km de subida.

En Morzine siempre sucede algo. Una etapa más exigente, por esa subida a La Ramaz y por supuesto, al Joux Plane (11 km al 8,5%), un Mortirolo rebajado, sin árboles, rampas duras y con ese peligroso descenso hacia la meta clásica de Morzine. Savoya en estado puro. El duelo de segundos entre primero y segundo quedó en empate técnico. Pogaçar ataca y Vingegaard a su ritmo, a escasos metros. Nada se rompe, máxima igualdad. Y aquí emergió Carlos Rodríguez, con sus 22 años, el primero de los mortales, a su ritmo machacón, enlazando con los dos superhéroes en el tramo previo del descenso al Joux Plane. El andaluz se lanzó en el descenso, atrevido, fiel a su formación en BMX, soltando a Jonas y Tadej. Gran victoria y tercer puesto en el podio por un segundo, tras el descalabro de Hindley (que se dejaba unos dos minutos en meta). Una etapa que tuvo una montonera grave, al principio. 25 minutos de parón. Y damnificados ilustres que se iban para casa: Bardet o Meintjes, entre otros.

Y para el domingo, 179 km entre Les Gets y Saint Gervais, a los pies del Mont Blanc, un final en alto tras varios pasos de montaña. Otro día para la fuga, con una figura estelar, la de Wout Poels (Bahrain), otro Kwiatkowski del pelotón, aunque más fondista, ganador en una Lieja hace siete años y que fue el más fuerte de una fuga con calidad (Landa, Van Aert, Pinot, Ciccone, Soler...). Llegó en solitario y casi ni lo vimos, ya que la guerra psicológica entre Pogaçar y Vingegaard se desataba en esta ascensión a Saint Gervais. El esloveno no parecía ir bien del todo y el danés, con sensación de contemporizar. Mientras Adam Yates se postula como el máximo rival para Carlos Rodríguez en ese disputado tercer puesto del cajón.

La montaña rusa sigue. Para todas. Un Tour apasionante que nos deja una tercera semana en la que puede ocurrir de todo. O no. El gato de Schrödinger como paradoja eterna del ciclismo.


Más información, clasificaciones y perfiles de etapa en la web oficial del Tour de Francia.

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