Quiero bailar como Terry Hall

El pasado domingo fallecía de un cáncer fulminante Terry Hall. El tipo esquivo que me cautivó. El de la mirada perdida. El chico pálido de la sonrisa a medias.

Terry Hall | Foto: thespecials.com

Corría el año 1991. Vivíamos los meses previos a la farsa más grande de la Marca España. En unos meses vendrían la Expo, las Olimpiadas y el Quinto Centenario. Como bien ha resumido Biznaga treinta años después, ‘aquella flecha trucada todavía nos tiene atravesados’. Era julio y algunos aprovechábamos la ausencia paterna en casa de un amigo para beber unos litros de Ambar y ver unos vídeos. Por aquel entonces este que escribe acababa de empezar a descubrir el mundo subcultural que rodeaba lo skinhead. Yo cabalgaba entre el punk y el ska revival, cuando no buscaba unas Martens baratas de forma desesperada.

En aquella tarde calurosa, con las ventanas abiertas de par en par, esperábamos un soplo de viento que enfriara nuestro enfado perpetuo, entonces, un vídeo se abrió paso a través de la lucera del televisor. Unos rudeboys caminaban por una oscura calle inglesa. Después, un fondo blanco y unos tipos en dos tonos, blancos y negros, que se apropiaban del que ya era un clásico jamaicano ‘Rudie, a message to you’ de Dandy Livingstone, sin que ninguno de nosotros lo supiéramos.

Algunos de los partícipes de aquella fiesta paraban el vídeo en las imágenes callejeras que se alternaban a los deslumbrantes planos de la banda tocando. Examinaban cada pulgada de las vestimentas de aquellos jóvenes que posaban ante las cámaras, pues era la única forma que tenían de acercarse al estilo buscado. Yo deseaba volver a ver al coro que formaban dos jóvenes negros custodiando a uno blanco que acababa de copar toda mi atención. Aquella mirada subrayada por un lápiz de ojos me había cautivado.

  • “¿Cómo se llama el cantante de The Specials?”
  • Terry Hall− respondió alguien al que no miré.
  • Quiero bailar como él.

Todavía no sé si lo que quería era bailar como él, pero de lo que estoy convencido es que había algo en su rostro, en su manera de moverse o en su elegancia que me llamaba poderosamente la atención. Y lo siguió haciendo por siempre.

Su actitud tenía algo amenazante quizá por esa mirada apática. Sus movimientos tenían la elegancia del que pudo ser el mejor delantero del West Bromwich Albion, pero no fue. Su apariencia sobre los escenarios, aquellos que sólo podíamos ver en vídeos como el ‘Dance Craze’, oscilaba entre la agresividad muda de una mirada inescrutable y medias sonrisas y la electricidad propia de otras voces del postpunk como John Lydon o Ian Curtis. En aquellos gestos tímidos había peligro y eso era lo verdaderamente cautivador.

Se podrían escribir mil páginas sobre aquellos Coventry Atutomatic’s venidos en The Specials pues fueron y han sido, hasta hace tres días, mensaje necesario de antirracismo y descripción brutal de una sociedad británica descompuesta, primero bajo el yugo de Thatcher y, después, destruida casi totalmente en los coletazos salvajes de un neoliberalismo terminal. Una banda que no hubiera existido sin Terry Hall. Una banda que se desmoronó precisamente en el mismo momento que alcanzaba la gloria con aquel irrepetible y atemporal ‘Ghost Town’. Curiosamente Hall anunciaría que se bajaba del barco impulsado por Jerry Dammers en el backstage del Top of The Pops, antes de presentar el tema. ‘Ghost Town’ se colocaría en el número 1 de ventas durante tres semanas seguidas en los albores del verano de 1981, semanas después de los disturbios de Brixton y anticipando el posterior invierno del descontento que se extendería por toda Inglaterra.

Tras su salida de The Specials vendrían en su, probablemente minusvalorada, carrera Fun Boy Three, junto a Neville Staples y Lynval Golding, aquellos con los cantaba a coro el clásico de Dandy Livingstone. En 1983 Hall abandonaría a sus compañeros para tratar de distanciarse definitivamente de The Specials. Se mudaría a Manchester para formar Colourfield. Más tarde se acercaría a terrenos inexplorados en Terry, Blair y Anouchka, en Vegas junto a David A. Stewart (Eurythmics) o en su faceta en solitario y en las múltiples colaboraciones y composiciones con y para otros artistas.

El rostro de Terry Hall seguía seduciendo por el gesto apático y las sonrisas inacabadas. Hasta que, en 2004, tras un intento de suicidio, fue diagnosticado con trastorno bipolar. Años más tarde desveló que cuando tenía 12 años había sido víctima de una red de pederastas, lo que le sumió en una depresión, le recetaron Valium siendo apenas un adolescente, dejó la escuela a los 15 años y se volcó en el alcohol a la vez que estallaba el punk, que siempre una ola que protegió a muchos desdichados. La salud mental no le acompañó en décadas, pero Terry había conseguido encauzar su vida, curiosamente a la vez que se reencontraba con sus compañeros en The Specials.

En los últimos conciertos de la banda podía verse un puesto en el que se leía “Never Mind the Stigma” al que la audiencia de The Specials podía acercarse para hablar de cualquier problema de salud mental que sufriera o hubiera sufrido. Terry se volcó con la salud mental que tanto le había atormentado y, quizá liberado de un peso que había arrastrado varias décadas, pudo disfrutar de los últimos años de su vida tanto en lo musical como en su vida privada. Sin embargo, era cínico hasta en la felicidad. En una entrevista a The Telegraph de agosto de 2021 bromeó: “la gente siempre me dice que sonría. Entonces les digo ‘bueno, dame una razón para sonreír y lo haré’. Pero por lo general no lo hacen”.

The Specials habían retomado una carrera que no era precisamente un revival irrelevante como el de otras bandas de la era punk. Tras la reunión en 2009, la publicación en 2019 de su álbum ‘Encore’, trajo de vuelta el necesario mensaje antirracista y crítico no sólo a Inglaterra sino a todo el planeta. Sus nuevos temas reunieron a diversas generaciones alrededor de los escenarios y ellos subieron al carro a Saffiyah Khan, aquella joven que se había enfrentado en Birmingham, en abril de 2017 con Ian Crossland, el líder del grupo fascista Liga de Defensa Inglesa, ataviada con una camiseta clásica de The Specials, quizá la imagen que definía que el mensaje de la banda había saltado intacto varias generaciones.

El pasado domingo fallecía de un cáncer fulminante Terry Hall. Ese tipo esquivo que me cautivó a través de una pantalla. El de la mirada perdida subrayada con lápiz de ojos. El chico pálido de la sonrisa a medias. Descanse en paz Terry Hall.

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