Lo que en principio es un hecho a reivindicar como la victoria sobre el fascismo en Europa y el fin de la Segunda Guerra Mundial o la Gran Guerra Patria, como la llaman en las ex-repúblicas soviéticas, y que debería unir a cualquier demócrata y antifascista que se precie, se ha convertido este 80 aniversario en una fiesta de ruptura entre los partidarios de Rusia y los de Ucrania
