La inmensa minoría

Un sindicato, que tuvo cientos de miles de afiliados, decide realizar una acción y en vez de repartirse el trabajo entre varios equipos, ve como tienen que ir a realizarla su secretario general y un compañero que pasaba por allí. Ocho organizaciones se reúnen durante meses, cada 15 días, para preparar una mañana de celebraciones y actos, y prácticamente solo consiguen multiplicar por tres el número de convocantes en asistentes, un verdadero derroche de recursos para un vermut lucidito. Concentraciones por temas de gran importancia: derechos humanos, inmigración, Memoria Histórica, violencia machista  que, en teoría, interesan a millones de personas, …

Enrique Gómez tiene artículo sobre expresión paz o la monarquía

Un sindicato, que tuvo cientos de miles de afiliados, decide realizar una acción y en vez de repartirse el trabajo entre varios equipos, ve como tienen que ir a realizarla su secretario general y un compañero que pasaba por allí.

Ocho organizaciones se reúnen durante meses, cada 15 días, para preparar una mañana de celebraciones y actos, y prácticamente solo consiguen multiplicar por tres el número de convocantes en asistentes, un verdadero derroche de recursos para un vermut lucidito. Concentraciones por temas de gran importancia: derechos humanos, inmigración, Memoria Histórica, violencia machista  que, en teoría, interesan a millones de personas, reúnen, en las plazas públicas, a veces, a menos manifestantes que policías van a controlarlos.

¿Qué está pasando con la política?

Hoy en día, no nos engañemos, los que nos hemos visto reflejados e identificados con los párrafos anteriores siempre hemos sido una "inmensa minoría". Quiénes se la jugaban  ante el aparato represor del Régimen, siempre fueron muy poca gente. Prácticamente, en cada localidad se conocían todos.

¿Eso es porque la mayoría estaba de acuerdo con la dictadura? No, por supuesto, que no, pero era más cómodo mirar para otro lado, pensando que la prudencia provenía de nosotros y no de la disuasión del aparato represor o era simple comodidad, como hoy en día.

Un día nos dimos cuenta de que la revolución era imposible. Que derribar un orden mundial que nos parecía terriblemente injusto, que sojuzgaba a dos tercios de los habitantes del mundo, y que nosotros, siempre disconformes, éramos los afortunados del planeta; que destruir el ecosistema a la vez que cualquier esperanza de revertir el discurrir de nuestra existencia era una tarea tan hercúlea como imposible.

El futuro ya no sería la utopía y cada vez se acercaba, y se acerca más, a la distopía, asentada efectivamente en grandes puntos de la Tierra.

Pequeñeces como un horizonte electoral local o nacional siguen ocupando gran parte de nuestros desvelos. Finalmente, esas máquinas de recabar votos y colocar afiliados rumbosos, qué son los partidos políticos institucionales, nos muestran que el poder político en una sociedad capitalista y en un mundo globalizado es de una influencia más bien escasa para controlar el curso de una sociedad.

La Constitución afirma que tenemos una serie de derechos nominales que, de hecho, han de plegarse ante un principio inamovible desde que el mundo es mundo: la propiedad o, dicho de otro modo, el dinero.

De ahí las puertas giratorias. De ahí la imposibilidad de distinguir políticas económicas, teóricamente procedentes de partidos con ideologías aparentemente tan distintas.

¿Se puede hacer algo con el grado de desmovilización y falta de conciencia política de la parte aún mayoritaria de nuestra sociedad? Creo que sí. A veces hay que acertar con la tecla, y mientras nuestra juventud crea que dándole a un Like ya está todo hecho va a tener un porvenir muy negro.

Hay quienes seguiremos yendo a las concentraciones con gayata y en silla de ruedas, aunque solo sea para saludar a esos chavales fortachones de azul de los que ya nos estamos haciendo amigos de tanto vernos. No sabemos actuar de otra manera pero estoy convencido de que, con los pequeños gestos cotidianos, manteniendo el latido de la rebelión, seguirá habiendo esperanza.

El sistema capitalista es despiadado, tiene crisis sistémicas diseñadas para ahondar en la diferenciación social. El sistema planificado de economía, nunca dio los frutos que se esperaban de él.

Pero sabemos que, al menos, esa humanización llamada "estado del bienestar", que ahora quieren liquidar, dentro del sistema liberal capitalista, deberemos retenerla con uñas y dientes.

Mientras pensamos en mantener lo que con tanto esfuerzo lo conseguido no pensamos en ir más adelante, consiguiendo nuevas metas sociales, he aquí una de las estrategias del tira y afloja entre población y dirigentes reales del mundo perfectamente planeada.

Es especialmente deprimente ver como miles de obreros votan a quienes les explotan diariamente.

Es el poder de los medios de comunicación, que saben sazonar tanto el lenguaje y las imágenes que transmiten, que a un electorado poco crítico le impiden ver qué es lo que subyace realmente tras esos políticos a los que tan alegremente votan. No nos toca a nosotros, a los que hemos conocido a los "grises" cambiar esta situación. Seguiremos hasta el final mientras haya fuerzas, porque no sabemos hacer otra cosa; no somos imbéciles, atendiendo al origen griego de la palabra.

Pero es bien cierto que en esta sociedad que solo está unida por unos vínculos inexistentes, eso de las redes sociales, o retomamos las calles y nos volvemos a movilizar, o la pérdida de derechos, más paulatina o más acelerada, será (está siendo ya) un hecho; y eso, la juventud, a los que les toca ahora, lo acabarán descubriendo, me temo que por las malas.

Reconstruir una estructura sólida, solidaria, con los valores revolucionarios de fondo, se antoja una labor muy difícil, pero hacer que la libertad, la igualdad y la fraternidad, vuelvan a estar presentes en nuestras estructuras políticas y sociales. Es algo que concierne a toda la ciudadanía. Puede que aún tenga que tensarse más la cuerda y, por la naturaleza del sistema, lo hará. Cómo respondamos, cuando esté a punto de romperse, o se rompa, es para lo que nos tendremos que preparar. Entretanto sigamos entretenidos.

Y los pertenecientes a esa "inmensa minoría" estaremos prevenidos y expectantes. Al tiempo.

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