Domingo, mediodía, junto al Canal Imperial. Un centenar de personas se dan la mano en torno al viejo roble, símbolo de resistencia y memoria colectiva. Cada año son más quienes participan en este acto que cumple ya sus diez ediciones: un abrazo entre los barrios zaragozanos de San José y Torrero. Un acto nacido desde la lucha vecinal para defender el arbolado urbano, proteger el entorno del Canal y reclamar el prometido Parque Lineal que sigue sin llegar 25 años después. En esta edición, el gesto multiplica su significado: frente a la tala de los Pinares de Venecia, frente al cemento, frente a la venta del suelo público en Alumalsa, apenas a cincuenta metros del árbol centenario.
Se cerraban así las Fiestas del Pinar, tras cinco días de intensas actividades bajo tres palabras clave: alegría, reivindicación y comunidad. Pero el último acto, el Abrazo al Roble, fue también una denuncia.
“No se puede tener una vida digna si no se dispone de un espacio digno en el que vivir”
El roble se encuentra justo al lado de los antiguos terrenos de Alumalsa, donde el Gobierno municipal de Natalia Chueca (PP-Vox) ha puesto a la venta suelo público para construir 106 pisos de lujo y una torre de 15 plantas. Lo que el informe urbanístico describe como un “obelisco barroco” destinado a regenerar el barrio.
“Regenerar”, dicen. Pero lo que ven las vecinas y vecinos es la pérdida del último suelo reservado para vivienda de promoción pública en régimen de alquiler en San José. “Que las instituciones vendan suelo público para financiarse es un atropello y una mala práctica que va contra el derecho a la vivienda, un bien de primera necesidad, y más en un contexto de emergencia social como el que vivimos actualmente”, denunció Isabel Aina, de la Asociación Vecinal San José, durante la rueda de prensa celebrada el pasado jueves en la FABZ. Allí estuvo arropada por Chema Gregorio y Bea De Arriba, representantes de las vecinales de Torrero y de la Plataforma 'Salvemos los Pinares de Venecia'.
“El Ayuntamiento impide que 106 personas o familias puedan acceder a un alquiler asequible y además incumple sus compromisos con el barrio”, añadió Aina. La representante vecinal puso sobre la mesa “un verdadero drama para miles de personas”: el precio de los alquileres ha aumentado un 19% en un año, según la Cátedra de Mercado Inmobiliario de la Universidad de Zaragoza, y el metro cuadrado en San José supera ya los 2.200 euros. “No se puede tener una vida digna si no se dispone de un espacio digno en el que vivir”, subrayó.

El frente vecinal lleva el caso a la Chusticia d’Aragón
En esa rueda de prensa, también anunciaron la presentación ante la Chusticia d’Aragón de un escrito, firmado por las asociaciones vecinales de San José, Venecia-Montes de Torrero, La Paz y la Asociación Naturalista ANSAR, para denunciar la venta de los suelos municipales de Alumalsa por un precio sin IVA de 7,2 millones de euros. Una operación aprobada el 25 de julio por el Gobierno de Chueca.
En el documento, los cuatro colectivos recuerdan que las parcelas —de propiedad pública desde 1986— estaban destinadas por ley a vivienda de promoción pública en régimen de alquiler. Citan el artículo 52 de la Ley estatal de Suelo y el artículo 105 de la Ley de Urbanismo de Aragón, que obligan a mantener ese destino, y mencionan además la jurisprudencia del Tribunal Supremo (STS 9 de mayo de 2011) que prohíbe a los ayuntamientos usar el patrimonio municipal del suelo para financiar sus proyectos.
Los colectivos insisten en que los suelos públicos deben destinarse a vivienda de alquiler social y demandan la aprobación de una normativa que impida su venta. De forma paralela, y siguiendo con las reivindicaciones históricas, exigen que se acondicione la ribera del Canal Imperial en San José respetando el arbolado existente y que se realicen mejoras integrales en las zonas del barrio que más lo necesitan.
El Ayuntamiento de Natalia Chueca, señalan, incumple sus compromisos en el tramo del Canal que delimita San José, el único pendiente de mejora en toda la ciudad de Zaragoza, pese a estar rodeado de equipamientos muy utilizados, como el CDM Pepe Garcés o el Parque de la Paz. El proyecto de acondicionamiento aprobado en 2023, que contempla respetar los árboles, ganar espacio y mejorar la seguridad peatonal, sigue sin ejecutarse.
A ello se suma la construcción prevista de esa torre de 15 plantas en los antiguos suelos de Alumalsa, presentada por el Gobierno PP como “símbolo de regeneración urbana”. “Hace falta ser frívolo y estar indocumentado. Esta zona tiene historia, paisaje y memoria colectiva. Rehabilitar no es construir rascacielos: es mejorar aceras, plantar árboles y resolver problemas prácticos como el aparcamiento”, enfatizó Isabel Aina.

“Alegría, reivindicación y comunidad”
El Abrazo al Roble estuvo acompañado por el sonido de la gaita y la guitarra y la voz de Diego Escusol, que puso música a una jornada cargada de sentido colectivo. Tomaron la palabra representantes de los colectivos organizadores —las asociaciones vecinales de Venecia y San José, la Asociación Cultural El Cantero, ANSAR y la Plataforma 'Salvemos los Pinares de Venecia'—. También intervinieron mujeres aragonesas del campamento “Salir de casa por Gaza”, celebrado estos días en Bruselas, enlazando las luchas locales con la solidaridad con Palestina. El acto culminó con el “Somos” de Labordeta, cantado a coro, como un recordatorio de que esta ciudad sigue teniendo voz.
“Alegría, reivindicación y comunidad”, repitieron las organizadoras al cierre. En el mismo lugar donde el Ayuntamiento ve un “hito urbano”, en una operación urbanística aprobada en pleno verano que sustituye las promesas de vivienda pública por pisos de lujo, el movimiento vecinal ve un símbolo de desposesión y de soberbia. Pero el roble resiste frente a una torre que aún no se ha construido, pero que ya se proyecta como símbolo de un modelo de ciudad fallido, un modelo que desprecia el derecho a la vivienda y glorifica los intereses privados.

