Ferroser cambia de manos

En los mentideros económicos ya se da por hecha la venta de Ferrovial Servicios, más conocida como Ferroser, fragmentada en principio entre dos fondos de capital riesgo: el británico Apax Partners y el estadounidense Apollo Global Management. En Aragón queda uno de los flecos por cerrar.

Protesta del colectivo de limpiadoras en Zaragoza. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

Queda en suspenso la venta de su división británica Amey, que se espera se resuelva pronto y para la que pujan varios fondos como el conocido fondo buitre Blackstone. También la constructora ACS puede que se haga con parte del pastel, entre otras con la filial australiana del grupo de la mano de Apollo. Son movimientos en las altas esferas económicas pero que afectan directamente a trabajadores en activo en nuestro entorno más inmediato y a los servicios públicos externalizados de los que se hacen cargo empresas como Ferroser o la compañía china, antes propiedad de Florentino Pérez, Urbaser.

Ferroser es una compañía dedicada a los servicios que tiene más de 80.000 empleados en medio mundo y que sería repartida entre dos monstruos financieros con bases de negocios en las capitales económicas del planeta como Londres, Hong Kong, Munich, Sanghai o Nueva York. El mismo nombre Ferroser se queda pequeño para aludir a todas las denominaciones a través de sus filiales del grupo empresarial en el mundo. Amey y Riverlinx en Reino Unido, Broadspectrum en Australia o Budinex en Polonia.

Esta maniobra entre grandes empresas toca directamente a trabajadoras e instituciones públicas en Aragón, donde el gigante de los servicios tiene varias adjudicaciones. Conviene no olvidar que Ferroser emplea trabajadores en todas las instituciones del estado a través de contratas de todo tipo: mantenimiento, carreteras, limpieza o jardinería por ejemplo en el caso aragonés.

Solo en el Ayuntamiento de Zaragoza tiene 400 limpiadoras contratadas, gestiona varios centros deportivos y el mantenimiento de los colegios. Ha trabajado o trabaja con todos los niveles de la administración, desde ayuntamientos, DGA, Ministerio de Justicia, Tesorería de la Seguridad Social o Hacienda.

La actual Ferrovial es el resultado de la compra y absorción de varias empresas, la más conocida la constructora Agroman. A lo largo de los años ha creado o comprado varias marcas como Cintra, Eurolimp o Cespa, cada una con su propio sector de negocio, todas ellas como gestoras de servicios. Por el otro lado Ferrovial Agroman se dedica a las actividades de construcción y obra civil e industrial.

Su matriz original fue fundada en 1952 por Rafael del Pino, ya fallecido, patriarca del clan. Una empresa que medró por su buena relación con el régimen franquista que en su momento le proporcionó una millonaria subcontrata con Renfe. Del Pino siempre mantuvo un perfil discreto y llegó a ser uno de los hombres más ricos del mundo. Tuvo cinco hijos, que tampoco se han dado mucho a conocer, aunque el primogénito, Rafael, es la tercera fortuna de España.

Por el camino Ferrovial ha ido comprando empresas, haciéndose con concesiones y gestiona infraestructuras en todo el mundo, desde autopistas a aeropuertos. Lo mismo construyó el Guggenheim que lleva las cafeterías de los trenes. Lo mismo gestiona una autopista en Canadá que fue propietaria de la mayor empresa de handling en aeropuertos, Swissport. Hablar de todos los negocios en que ha estado envuelta Ferrovial daría para libros enteros, muchos más si le sumamos los trabajos realizados en uniones temporales de empresas con otras grandes del sector servicios.

Aunque Ferrovial cotiza en bolsa y hay fondos que tienen importantes paquetes de acciones, la saga de los Del Pino siguen controlando buena parte de la empresa, especialmente Rafael. Como todas las grandes fortunas los Del Pino mantienen sociedades interpuestas para pagar menos impuestos y mover sus inmensas fortunas sin problemas.

Sicavs como Altais o Tosqueta se aseguran de que su dinero esté seguro. El clan familiar también participa en el sector de las aseguradoras. Miembros del mismo se sientan en los consejos de administración de AXA y Zurich Insurance.

En el terreno de la influencia política y económica es destacable el think tank Civismo, del que forma parte Fernando del Pino, ahora desligado del organigrama de la compañía.

En cuanto a los números de la compañía casi marean. La venta se quería cerrar por unos 3000 millones, según valoraciones de Goldman Sachs, pero puede quedar en 2500 millones. Todo ello a cambio de una cartera de contratos a futuros de nada menos que de 19.000 millones de euros. Esto incluye todos los contratos públicos, que cambiarán de gestor sin que las propias instituciones tengan nada que opinar en ello.

Precisamente en Aragón queda uno de los flecos por cerrar: la concesión de la Autovía A2 a Madrid, con base en la Muela, contrato que termina en 2027 y que se concedió por 402 millones en un mix entre infraestructuras y servicios.

La venta de Ferroser se consumará. Miles de trabajadores cambiarán de empleador y podrán notarlo o no. Las grandes maniobras económicas que tanto importan siempre se ejecutan a espaldas de los que mantienen esa economía. La conexión con todos los niveles del estado seguirá allí y sectores de lo público se sostendrán en una empresa privada con sus propios intereses.

La familia del Pino será un poco más rica, al tiempo que mantendrá su discreción y parte de nuestros servicios públicos tendrán un nuevo dueño, aún más oscuro que el anterior.

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