Aquellas hogueras, sin permiso ninguno y amenizadas por una guitarra y cánticos de calidad cuestionable, plantaron el germen de lo que sería la Semana Cultural de la Madalena, que este año cumple 34 ediciones.
Dentro de la semana cultural la hoguera es el acto central, catarsis de todas las fuerzas movilizadas en este barrio de cultura, ocio y reivindicación. Un acto que este año no podrá llevarse a cabo por la prohibición del Ayuntamiento de Zaragoza dirigido por Jorge Azcón, más ocupado en sus affaires ladrilleros que en dinamizar la cultura popular.
Porque lo es, cultura popular es la que hacen miles de personas quemando sus malos rollos cada noche del 23 de junio en el parque Bruil. O la comparsa de diaples de la Madalena inundando las calles de ruido y purnas.
Al igual que ha sucedido con nuestro barrio hermano de Torrero, de nada ha servido presentar alternativas a la hoguera del Bruil, ya prohibida en anteriores ocasiones pese a que nunca ha habido incidente alguno de importancia. Y esto congregando a miles de personas en las últimas ediciones.
Irónico resulta que la hoguera más mediática de la ciudad, la que servía incluso de portada a Heraldo de Aragón, tan alineado con el actual alcalde de Zaragoza, no pueda realizarse. Con la evidente posibilidad de que la medida sea definitiva.
Tampoco le sirve al consistorio que se hayan presentado alternativas en la orilla del Ebro, en zonas que, sobre el papel, cumplen los requisitos de esas normas municipales que permitieron hacer una hoguera en mitad de la plaza San Francisco (organizada por el propio ayuntamiento) pero no en una explanada sin césped ni árboles, como se proponía en Echegaray y Caballero desde la organización de la Semana Cultural.
Los motivos... Siempre hay una norma para todo, pero no parece casual que las dos hogueras del Solsticio de Verano con más arraigo popular y participación ciudadana, como son las de la Madalena y Torrero, desaparezcan del mapa.
El poder, representado con esta oleada de conservadurismo rancio que estamos padeciendo, aborrece lo popular, lo autoorganizado. Unas fiestas que no implican beneficio económico, voluntarias, alegres y libres.
Este año no arderá la hoguera, pero la Madalena arde. Nos vemos en las calles.
