“En atención primaria necesitamos Unidades de Salud Femenina en la que exista un buen equipo interdisciplinar”

Con motivo del Día Mundial de la Salud de las Mujeres entrevistamos a la fisioterapeuta Jordina Roche. Por su consulta y sus talleres pasan mujeres que se han topado con problemas de salud de los que, en ocasiones, no habían sido prevenidas.

salud
Jordina Roche.

Jordina Roche es diplomada en Fisioterapia. Conforme iba desarrollando su experiencia profesional observó que existe una íntima relación entre las disfunciones pediátricas y las posibles complicaciones del parto e inició su formación en el campo de la Obstétrica y Uroginecología.

Más tarde se especializaría en Gimnasia Abdominal Hipopresiva, en Neuromioestática, reeducación uroginecológica y digestiva. Se dedica también a la divulgación y prevención en el campo de la fisioterapia y la mujer.

Roche busca la humanización de la atención terapéutica y nuevos caminos de actuación para el fomento de la salud global.

La labor de las y los fisio, ¿es solo tratar con masajes al paciente? ¿Cómo debería ser? ¿Cómo es la realidad (que supongo que dependerá de (la) profesional)? ¿Cuál es tu filosofía profesional y por qué has llegado hasta ahí?

Es curioso el tema de los masajes, a veces se nos identifica bastante con ese concepto de “masajistas” y aunque forma parte de las técnicas manuales que empleamos cualquier persona que acude habitualmente a nuestras consultas sabe que no es ni de lejos la más utilizada.

La realidad, desde mi punto de vista, es que en algunos sectores sería necesaria la incorporación de un mayor número de fisioterapeutas, ampliando los servicios para atender bien a los (las) usuarios; además percibo también una falta de conocimiento de nuestras capacidades y reconocimiento por parte de otros compañeros sanitarios y de la administración.

Somos profesionales generalmente muy bien formadas y nos mantenemos al día en las últimas tendencias en fisioterapia, quizás por eso muchas trabajamos en el sector privado donde sentimos que podemos atender a las personas el tiempo y de la manera que consideramos más adecuada.

Para mí mi profesión es vocacional, ya a los 13 años decidí que quería dedicarme a la fisioterapia, mi familia sabe que esperé aquel verano en el pueblo el listado de admisión con mucha ilusión.

Hoy en día reconozco que acompañar a una persona en un proceso de recuperación, ayudarla a mejorar su calidad de vida, es gratificante y a la vez conlleva una responsabilidad para con quien deposita su confianza en ti.

En líneas generales al/a la profesional de la Fisioterapia se le conoce por tratar dolencias, rehabilitar… pero menos, quizás, en su papel de soporte en la salud de la mujer embarazada y puérpera. ¿A qué se debe?

Creo que se debe a una suma de factores. El origen del problema podría ser que, como en todo el ámbito sanitario, durante años ha fallado la perspectiva de género.

Algunas autoras de divulgación médica describen la incoherencia que supone una excesiva patologización de los procesos naturales de las mujeres (y la consecuente medicalización) y la invisibilización de las disfunciones y enfermedades propias y exclusivas de las personas con una fisiología femenina (y la consecuente falta de atención).

La fisioterapia no ha escapado de este sesgo y dentro de la formación y el desarrollo profesional ha fallado la atención a los problemas de las mujeres, así como nuestra intervención en los programas de divulgación y prevención específicos.

Sin embargo, los fisioterapeutas nos hemos ido adaptando a las necesidades de la población y gracias a su demanda y nuestro compromiso hemos ido ganando en competencias profesionales en el ámbito de la salud femenina. En estos últimos años hemos alcanzado un buen nivel de especialización y la población va conociendo nuestra labor.

Pese a ello, este mes de marzo, se nos denegó desde el Ministerio de Sanidad a los y las fisioterapeutas el reconocimiento de nuestras especialidades algo totalmente ajeno y contrario a la realidad y que, además, va en detrimento de la calidad asistencial.

¿Piensas que la atención de Fisioterapia en la Seguridad Social debería incluir más especialistas, como por ejemplo, especialistas en salud femenina? ¿Cómo piensas que deberían ser los servicios públicos españoles para cubrir como es debido la salud femenina y sexual?

Al hilo de lo que comentaba, lo primero que necesitamos es un reconocimiento de nuestras especialidades. De este modo cuando un fisioterapeuta opta a una plaza en el servicio público de salud, sería necesario estar en posesión de esa titulación específica para ese puesto (pediatría, neurología, pelviperineología, etc.).

Actualmente ya se han ido abriendo algunas unidades de pelviperineología en algunos hospitales, pero sigue siendo insuficiente. Creo que necesitamos en atención primaria Unidades de Salud Femenina en la que exista un buen equipo interdisciplinar que incluya matronas, fisioterapeutas, ginecólogas, psicólogas, etc. y dotar a estas unidades de medios humanos y tecnológicos suficientes, así como desarrollar un programa claro de derivación a las mismas.

¿Crees que todas las mujeres deberían visitar una especialista en suelo pélvico en algún momento de su vida, incluso si no han tenido hij@s?

Creo que son necesarios unos mejores programas de educación en las escuelas e institutos. Algunas compañeras (educadoras, sexólogas, fisioterapeutas, etc.) ya estamos desarrollando estas labores de divulgación en diferentes ámbitos, también en el educativo.

Si nuestras niñas aprenden desde la escuela a conocer y comprender su fisiología femenina, a reconocer en ellas los cambios asociados al ciclo menstrual, a cuidarse y respetarse, el día que sientan que algo no va bien sabrán que es momento de acudir al especialista que pueda ayudarlas. Ahí estaremos también los y las fisioterapeutas con habilidades en salud femenina para recibirlas.

En la presentación de uno de tus cursos dices que desde hace tiempo las mujeres que acuden a tu consulta te transmiten la falta de información que han tenido a lo largo de su vida sobre su propio cuerpo y, en especial, sobre todo lo relacionado con ser mujer. ¿A qué te refieres exactamente? ¿Qué nos ocurre? ¿Por qué?

Siguiendo con el tema que introducía en la pregunta anterior, nos hemos dando cuenta de que durante años los programas de educación (y así lo recibí yo en mi juventud) han sido, por decirlo de algún modo, incompletos.

La Dra. Miriam Al Adib Mendiri en su libro “Hablemos de vaginas” lo describe de la siguiente manera: “Una buena educación sexual debería incluir el autoconocimiento del propio cuerpo y de las propias emociones, no limitarse a la parte reproductiva (vagina, útero, ovarios, pene, espermatozoides, óvulos…) y a la parte negativa (embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual) sino también al resto de la fisiología y anatomía que tiene que ver con el placer (el clítoris, los orgasmos, el deseo…), y a la parte relacionada con los aspectos emocionales y afectivos”.

En estos cursos que organizo nos encontramos mujeres de todas las edades y con diferentes experiencias de vida, y los relatos que compartimos coinciden en este punto.

Todas sentimos haber recibido una información “limitada” sobre nuestro cuerpo, tanto en las familias como en las escuelas, y esto tiene mucho que ver con el modelo de sociedad en el que vivimos y la falta de perspectiva de género en este ámbito.

Hablábamos de embarazo, pero mucho antes (y algo que nos ocurre a todas), cuando empezamos a menstruar, a algunas nos recetan las pastillas anticonceptivas para paliar el dolor. ¿Crees que es un error recetar tan indiscriminadamente estas pastillas a edades tan tempranas? ¿Se puede evitar tomarlas? ¿Qué nos provocan a largo plazo?

En primer lugar, he de decir que sé de primera mano que hay muchos ginecólogos y ginecólogas que evitan prescribir medicamentos anticonceptivos como primera opción para paliar el dolor que podemos sentir en relación con nuestro ciclo menstrual, y solamente tras una buena anamnesis y algunos estudios complementarios se decide optar por la farmacología.

Es verdad también que, en general, no se ha transmitido de manera clara la información sobre alternativas más naturales para mitigar el dolor y seguramente la falta de tiempo hace que los aspectos biopsicosociales que pueden estar asociados pasen inadvertidos.

En los casos en los que sí se prescriban medicamentos que interactúan con los niveles hormonales naturales de la mujer, quizás sería necesaria una mejor comunicación sobre la influencia y posibles efectos secundarios de los mismos (alteraciones vasculares, disminución de la libido, labilidad emocional…), esto permitiría que fuera la mujer la que accediera a tomarlos de una manera más autónoma.

Por último, no hay que olvidar que el dolor menstrual puede estar causado por alguna enfermedad, como por ejemplo la endometriosis, algo que en ocasiones sigue pasando inadvertido e infradiagnosticado como otras enfermedades o síntomas propios de las mujeres.

Sobre salud sexual… ¿Crees que es todavía un tabú y que la gente prefiere pasarlos en silencio sin buscar ayuda de profesionales? ¿Cómo nos ayuda la fisioterapia?

La sexualidad sigue siendo tabú para la sociedad, aunque parezca lo contrario, simplemente ha cambiado el enfoque sobre lo que es tabú (esto daría para otra entrevista entera). La salud sexual es considerada por la OMS como un aspecto central en el ser humano y como tal es imprescindible cuidarla y respetarla.

Sinceramente, creo que las personas con cualquier identidad de género tratamos de descubrir y explorar aquellos aspectos de nuestra sexualidad que por diferentes razones no hemos podido desarrollar. Los y las fisioterapeutas especialistas en pelviperineología, desde una visión global de la persona, podemos acompañarlas para conocer mejor su cuerpo, aprender a explorarlo, comprender la fisiología del orgasmo, etc. En el caso de existir alguna alteración, contamos con diferentes técnicas manuales y aparatología para su tratamiento y, además, trabajamos de manera coordinada con otros profesionales (sexólogas, ginecólogas, etc.).

¿Cuáles han sido los casos que más te han llamado la atención que has tenido que tratar? Por su dificultad o por pensar, quizás, que era posible evitar esos daños con prevención, con información.

No me resulta fácil contestar a esta pregunta. Quizás, los casos de alteraciones anatómicas de nacimiento son las que más recuerdo con emoción, aquellas en las que la zona pélvica y genital es diferente a la esperada. Son procesos largos, de muchos años, de un acompañamiento respetuoso desde la infancia hasta la edad adulta, en los que nos adaptamos y aprendemos mutuamente. Para mí son gratificantes a nivel profesional y un regalo de vida a nivel personal.

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