En esta desparecida localidad se han concentrado un importante número de personas antiguos residentes y amigos de otras localidades vecinas que están articulando un proceso de lucha por la dignidad y la memoria de sus habitantes que, en los años 70 tuvieron que abandonar su lugar de nacimiento y sus raíces ante la construcción del actual embalse.
Los intervinientes en el acto han manifestado la escasa explicación que se le puede encontrar al nuevo recrecimiento en un momento en que, al desaparecer la Central de Endesa en Andorra, se liberará el uso del embalse de Calanda. De igual modo se ha hecho notar el sentido de desarraigo y perdida afectiva que no se tiene en cuenta en los balances pero que condiciona la vida y la evolución de las personas que han vivido en carne propia la inundación de sus pueblos.
En Aiguaviva y en el acto de acogida prestado por el alcalde, se ha hecho notar la falta de sensibilidad y eficacia de que ha hecho gala la Confederación Hidrográfica del Ebro que además de su responsabilidad directa en los daños ecológicos causados por el negligente desembalse, no contempla, en el proyecto de recrecimiento, con el mantenimiento de las concesiones y servidumbres con que el organismo de cuenca debería comprometerse para mantener un servicio consolidado por el tiempo.
[Comunicado] La presa del Bergantes y el recrecimiento de Santolea
El río Bergantes es un afluente del Guadalope, aguas arriba del embalse de Calanda, cuya presa de materiales sueltos presenta problemas de seguridad en caso de crecida, al tener aliviaderos de insuficiente capacidad. La presa fue inaugurada justo tras la catástrofe de Tous, otra presa de materiales sueltos que colapsó por desborde, lo que motivó un endurecimiento de las normas de seguridad que dejaron fuera de la ley buena parte de las presas de materiales sueltos del país; entre ellas, la de Calanda. Como respuesta a este problema, se planteó un proyecto de presa de agujero sobre el río Bergantes, en Aguaviva, que amenazaba tramos fluviales de extraordinaria belleza que sustentan una creciente actividad turística, generando un rechazo frontal desde al proyecto liderado por la Plataforma “EL BERGANTES NO SE TOCA”. En realidad, la presa de Aguaviva permitiría regular tan sólo las crecidas extraordinarias del Bergantes, pero no las generadas en la cabecera del Guadalope. Al respecto, aunque el embalse de Santolea podría laminarlas, haría falta reservar para ello una capacidad del embalse que hoy por hoy no se garantiza…
El problema por tanto tiene dos posibles enfoques: o bien se regula el Bergantes y la cabecera del Guadalope, con suficiente reserva para laminar avenidas; o bien se modifica la presa de Calanda para resolver su vulnerabilidad.
Según los estudios de la propia Administración, garantizar la laminación de avenidas procedentes de la cabecera del Guadalope, exigiría reservar una capacidad 70 hm3 en Santolea, capacidad que hoy ni siquiera tiene el actual embalse. Si se recreciera tendrían que reservarse tres cuartas partes de la capacidad del nuevo embalse, para prevenir esas crecidas. Ello exigiría renunciar a los actuales usos de riego de Santolea y a buena parte de los proyectados para el futuro. Sacrificar, por un lado, los patrimonios naturales del Bergantes y el desarrollo turístico que pueden sustentar, y por otro lado buena parte de los objetivos de regadío del Santolea, no parece lo más razonable. Por ello, la fuerte oposición de la comarca a la presa de Aguaviva llevaron a la CHE a dejar de lado el proyecto, al menos de momento, y considerar la estrategia de dotar a la presa de Calanda de las necesarias condiciones de seguridad. Tal estrategia puede pasar por redimensionar los aliviaderos, modificar drásticamente su régimen de llenado y uso o combinar estas opciones con un posible recrecimiento de la propia presa de Calanda …
Este juego de opciones debe de hacerse en el nuevo marco que perfila el cierre de la Térmica de Andorra, con lo que desaparece la demanda de los 18 hm3 de la central, así como la financiación que ha venido aportando ENDESA, especialmente al regadío. Reubicar esos 18 hm3 ofrece un notable margen para satisfacer sobradamente aguas de alta calidad para Andorra y su comarca, tanto para abastecer a la población como para evitar nuevas inversiones inútiles en el bombeo de aguas del Ebro de pésima calidad (que si siquiera ofrecen el nivel de la pre-potabilidad), así como para dar un mayor margen de prevención de crecidas en el embalse de Calanda e incluso atender nuevas posibles demanda de regadío en la cuenca, una vez clarificado el crecimiento de cánones y tarifas derivado de la salinidad de ENDESA.
Por último, el precipitado desembalse de Santolea, con el colapso del abastecimiento de en los pueblos de la zona, resulta más injustificable, si cabe, tras el anuncio, previsible desde hace tiempo, del cierre de la Térmica, que pone en cuestión incluso el propio Recrecimiento de Santolea.