"Creemos en un proyecto, el de Zaragoza en Común, que es seguir trabajando para mostrar dónde están las grietas del sistema"

El 13 de junio de 2015 Zaragoza en Común asaltó los cielos de la política institucional haciendo realidad aquello de "nunca unas elecciones las ganó tanta gente". Durante su mandato demostraron que se podía "gobernar de espaldas a las grandes empresas familiares" en beneficio del bien común. Diez años después hablamos con Luisa Broto, vicealcaldesa en aquella legislatura, y con Elena Tomás, actual portavoz de la formación municipalista, sobre el aprendizaje y los retos actuales.

Luisa Broto y Elena Tomás durante la entrevista con AraInfo | Foto: Iker G. Izagirre

Desde hace unas semanas, Zaragoza en Común está celebrando el décimo aniversario de su nacimiento. Una década "haciendo futuro" marcada por "el compromiso con las políticas públicas transformadoras y la defensa del bien común". El pasado 15 de mayo, reivindicaron, en un acto en el Teatro Romano en el que reunieron al equipo que gobernó la ciudad durante la legislatura 2015-2019, haber puesto a Zaragoza "en el siglo XXI". Tras la fiesta celebrada el 24 de mayo en el Parque de la Paz, este sábado tienen otra cita con uno de los ejes principales de la formación. Será en el Centro de Historias, con el X Foro de Derechos Sociales.

Antes, y coincidiendo con los diez años desde aquella sesión de investidura, ese 13 de junio de 2015, que convirtió a Pedro Santisteve en alcalde de la capital aragonesa rompiendo por vez primera el bipartidismo PP-PSOE, hemos hablado con dos protagonistas de Zaragoza en Común. La que fuera vicealcaldesa en aquel "gobierno del cambio", Luisa Broto, y con la actual portavoz de la formación municipalista y concejala en el Ayuntamiento, Elena Tomás.

¿Qué recuerdos tenéis de la noche electoral de aquel 24 de mayo de 2015 y de la entrada al Ayuntamiento el 13 de junio?

Elena Tomás: Yo lo viví como ciudadana, como votante de Zaragoza en Común. No me tocaba trabajar. Estaba viendo el programa desde casa, que se hizo una noche electoral especial en Aragón TV. Recuerdo vivirlo con muchísima ilusión. De estar con mi grupo de amigas hablando por WhatsApp diciendo “que lo van a conseguir, que lo van a conseguir”. Fue realmente muy emocionante, muy importante. Había vivido todo lo que fue la carpa, instalada en la plaza del Pilar, de vuelta a casa desde el trabajo. Estábamos en un momento de ilusión, de que las cosas se podían cambiar, de que se acababa el bipartidismo. Que las cosas podían ser de otra manera empujados por la gente en la calle. Que era posible. Y luego la entrada en el Ayuntamiento fue algo increíble. En estos días que hemos celebrado el décimo aniversario recordábamos que cuando Pedro [Santisteve] vino al “Buenos días, Aragón” por primera vez como alcalde de Zaragoza un montón de compañeros y compañeras salimos a saludarle, a decirle “qué bien, cuanto nos alegramos, hacerlo mejor, tienes un montón de tiempo por delante, no nos defraudéis”.

Luisa Broto: Yo recuerdo perfectamente los dos momentos. Pero, por ejemplo, con lo de la noche electoral ya llevábamos 15 días en los que sabíamos que nos estaban dando buenos resultados. Creo que todas las personas que estábamos cuando empezamos con lo que era la confluencia, la plataforma que primero se llamó Ganemos Zaragoza y luego Zaragoza en Común, cada mes, porque fueron nueve meses, conseguimos subir la emoción. Y la verdad es que los últimos 15 días fue cuando empezaron a darnos datos. Venía gente y te decía: “Oye, que esto es tangible”. Y no solo aquí, también en Madrid, en Barcelona, en Cádiz, la Marea Atlántica en A Coruña. Estábamos un poco emocionadas. Lo de la carpa, como decía Elena, fue maravilloso. Yo decía que debíamos tener siempre una carpa ahí fuera. La conexión de la ciudad, de la gente, con nosotros. Esos 15 días fueron impresionantes. Y la noche electoral ya fue como un estallido. No nos lo creíamos. La carpa era el sitio donde todos y todas estábamos y no eran las típicas imágenes del partido x en su sede que de repente cuando el resultado es bueno empiezan a lanzar cohetes y cuando es malo desaparece todo el mundo. Y el día concreto de la toma de posesión como gobierno fue inexplicable. Yo llegué rodeada de gente querida, de familia. Fue como un pequeño sueño maravilloso. Evidentemente estábamos ahí, éramos conscientes. Yo me quedo con la imagen de esa alegría, de ese colorido, del que había sido nuestro lema: “Nunca unas elecciones las ganó tanta gente”. Y es que nos arroparon hasta arriba.

Luisa, a diez años vista, ¿cómo valoras aquella legislatura?

Luisa Broto: Fue un momento importante en la ciudad de Zaragoza. Fue un momento en el que se instauraron muchas cosas que estaban en el sentir de todo el mundo. Yo siempre hablo de la participación. Me parece que era algo que no se había llevado allí. Para mí aquello fue fundamental porque conseguimos instaurar la cercanía, la rendición de cuentas, que era algo que no se había hecho prácticamente nunca, poner las bases para todo lo que tenía que ver con la participación, la accesibilidad, el gobierno abierto, “Un café con el alcalde”. Eran cosas que se hablaba de ellas, pero que realmente no se veían. Hacíamos actividades por los barrios. No era simplemente una Junta de Distrito aséptica y cerrada como las que conocemos donde si no registras una iniciativa no puedes hablar. El mandato fue corto porque evidentemente creíamos que cuatro años más nos hubieran permitido establecer mayores bases de lo que habíamos venido a hacer. Para mí, el ejemplo de un barrio como Torrero es significativo. Torrero ha seguido teniendo la Junta de Distrito con la presidencia de Zaragoza en Común o alcaldías rurales como Peñaflor, incluso La Cartuja, y allí esa semilla de cómo hacer las cosas y que se mantengan en el tiempo se ha conseguido. En Torrero sigue habiendo presupuestos participativos reales y que, además, han llegado hasta instituciones tan básicas como colegios del barrio que son la verdadera escuela democracia. A mí eso, personalmente, me enorgullece mucho. También fue un mandato duro desde el minuto uno. Siempre digo que las estructuras del poder tienden a perpetuarse. Tanto a través de las propias estructuras internas del Ayuntamiento, altos funcionarios, como a través de todo lo que suponían los medios de comunicación, que efectivamente tuvieron un papel importante. Además de nuestra no experiencia en determinados ámbitos o no conocer cómo funcionan los mecanismos. Fue un mandato duro. Pero creo que si Zaragoza en Común no hubiera existido se hubiera tenido que haber inventado porque Zaragoza necesitaba ese cambio. De hecho, ahora mismo la derecha y la ultraderecha se están colgando determinadas medallas con cosas que habían denostado, como el tema de la movilidad. Ahora las bicis son maravillosas para el PP cuando ellos mismos nos llevaron al TACPA (Tribunal Administrativo de Contratos Públicos de Aragón) y nos tumbaron determinadas medidas en el servicio público de bicicletas. O con temas como la accesibilidad universal que cuando se empezó a hacer también era para ellos algo horroroso, o todo lo que tiene que ver con los refugios climáticos. Fue como una avanzadilla a lo que realmente la ciudad necesitaba. Nosotros empezamos a hablar estas cosas y se nos tachó de, no sé cómo decirlo, excesivamente innovadores o soñadores. Y no, es una realidad. Ahora lo están poniendo encima de la mesa y están reconociendo que eso era necesario.

“Fuimos como una avanzadilla a lo que realmente la ciudad necesitaba”

Has nombrado ya varios, pero si tuvieras que marcar dos o tres de los principales logros del gobierno de Zaragoza en Común, ¿cuáles serían?

Luisa Broto: Es que yo no soy objetiva. Tuve el placer de estar en este gobierno que hizo algo que todavía no conozco ninguna formación política en Zaragoza que lo haga que eran programas electorales colaborativos. Es decir, con la participación de las personas. A través de esos programas colaborativos los derechos sociales eran fundamentales y cumplimos ese mandato. Y a diferencia de muchas ciudades donde la vicealcaldía era el peso pesado en el que podías poner Economía o Hacienda o Urbanismo, aquí se decidió poner los derechos sociales. Para mí este ámbito es fenomenal. Es un orgullo porque conseguimos, a través de la gente que trabajaba en el Foro de Derechos Sociales, implementar cosas que tienen que ver con que Zaragoza fuera reconocida como ciudad amiga de la infancia o que por tres años fuese reconocida como excelente en inversión en servicios sociales. Dotamos de recursos humanos, porque siempre los ámbitos de lo social eran peccata minuta y no se reconocían ni se suplían bajas. Y planes de lucha contra la pobreza infantil también fueron un logro. Pero creo que, por encima de todo, la participación y el tema de la cercanía a la ciudad, a los vecinos y vecinas, es algo que no se había hecho hasta ahora. Lo que se ha hecho muchas veces es operaciones de marketing y, que sí, que en la plaza del Pilar cada semana hay un evento, pero para mí eso no es participación.

Elena Tomás: Se hablaron de cosas que eran muy novedosas en ese momento y que luego se han seguido como los carriles bici y las zonas verdes. A nivel comunicativo, como se explicaban las cosas. Una política que está muy de cara a la ciudadanía, eso fue algo completamente novedoso para esta ciudad. Y, sobre todo, se empezó a hablar de que se podía gobernar de espaldas a las grandes empresas familiares de esta ciudad. Que puedes gobernar pensando en la ciudadanía y no a favor siempre de las grandes empresas. Eso era algo que se notaba claramente. Para mí, uno de los grandes logros de Zaragoza en Común fue el Centro Social Comunitario Luis Buñuel. Fue un lugar de encuentro maravilloso para los movimientos sociales y para que las personas se acercasen al barrio. Yo estudié allí, y fue una casa que utilicé mucho para encontrarme con gente, sobre todo del movimiento feminista donde se hizo uno de los grandes encuentros a nivel estatal.

“Una política muy de cara a la ciudadanía. Y se empezó a hablar de que se podía gobernar de espaldas a las grandes empresas familiares de esta ciudad”

Luisa, has hablado también de la dureza del mandato desde el primer minuto. Para que Zaragoza en Común llegara a formar gobierno necesitó los apoyos del PSOE y CHA en la sesión de investidura. Después, la oposición del Grupo Socialista fue muy beligerante. ¿Cómo lo recuerdas? ¿Cuáles fueron las mayores dificultades a las que os enfrentasteis?

Luisa Broto: Lo recuerdo con mucha tristeza porque yo no había vivido nunca la animadversión de alguien que no te conociese. Se me puede llamar ingenua, pero yo tenía trayectoria política porque para mí la política está en muchos ámbitos. Me he movido en el movimiento sindical, me considera una persona muy activista en derechos LGTBQI y me considero una persona activa en lo social pero nunca me había encontrado con alguien que sin conocerme me tratara como enemiga, no adversaria. Porque con una adversaria al menos puedes hablar y confrontar ideas. Entonces sí, efectivamente el PSOE fue el peor PSOE que se podía tener en la oposición. Nadie se llevará a engaño porque Carlos Pérez Anadón, que lleva toda la vida en política, quería tener su momento y creía que iba a ganar la alcaldía de la ciudad. Era su trofeo. Y con él, el equipo que tenía no nos hizo la vida fácil. Nos pusieron muchas pegas, incluso votando en contra de cosas que ahora, lógicamente, el PSOE no va a decir que no y que las asumiría. Y en cuanto a los compañeros de Chunta, y digo compañeros con todo el cariño, que en ese momento estuvieron allí siguieron los dictados que les planteaban, supongo, su organización. Creo que es terrible porque tú podías estar dialogando en un despacho con estas dos personas y podías llegar a acuerdos y pactos, pero luego de repente te miraban y te decían: “No puedo hacer otra cosa”. Hubo momentos muy difíciles, como por ejemplo esa foto en la que yo creo que luego Chunta pagó el precio. Esa foto en la que estaban Ciudadanos, PP, Chunta y PSOE llevando a los tribunales a Pedro Santisteve por una cuestión de poner en orden las cuentas y de plantear que había cosas que nosotros creíamos que no eran correctas. Eso es difícil de asimilar. No se había llegado nunca a esa situación, la de llevar a un equipo de gobierno, y en concreto a un alcalde, a esa situación. Es decepcionante, pero es producto del vaivén político. Creo que hay personas del ámbito de Chunta, sobre todo sus votantes, y personas del Partido Socialista, de sus agrupaciones barriales, con los que programáticamente tenemos mucha coincidencia. Creo que fue un error, pero yo no sufro. Nosotros hicimos lo que teníamos que hacer. Evidentemente no fue agradable, pero no tengo ningún tipo de deuda ni ningún problema. En cualquier foro lo digo y creo que cuando vas con la verdad difícilmente puedes tener problemas en ese sentido.

¿Qué aprendizaje ha hecho el ZeC del presente del ZeC que gobernó la ciudad?

Elena Tomás: El aprendizaje que se ha hecho, sobre todo, es que ciertos partidos y personas siguen pensando que son los dueños o que tienen más derecho que tú a estar en un gobierno o a estar en el Ayuntamiento, ya sea gobernando o estando en la posición. Eso lo veo diariamente. El hecho de que una persona aunque esté politizada, aunque lleve tiempo trabajando en cualquier movimiento social, pero no sea del clima político de ninguno de los partidos del bipartidismo o no venga de ámbitos universitarios la siguen mirando muy por encima del hombro en las instituciones.

Luisa Broto: Solo hay que ver los plenos de la ciudad donde el actual equipo de gobierno (PP-Vox) hace algo que, para mí, es terrible, no ser capaz de acoger a las personas que voluntariamente van a disertar o a decir su opinión, dentro de los cánones que marca el sistema municipal que tampoco es jauja. Quiero decir, que no entra cualquiera en los plenos y no llegan ahí a lanzar guijarros contra el equipo de gobierno. Esa falta de respeto de, por ejemplo, levantarse cuando va a ir una entidad que va a hablar del problema que hay o de la situación que la ciudadanía demanda. A mí me parece que es una manera de no respetar. En los plenos ha habido personas expertas disertando de un tema importante y se debería tener el mínimo respeto. A mí eso me parece que es generar cultura y saber. El sistema actual no lo permite, lo único que crea es confrontación y poco más. Ahí sí que veo una especie de clasismo.

Elena Tomás: Es que parece que las instituciones sean suyas y que el pleno sea suyo. El gobierno decide si se pueden pasar de tiempo las personas que vienen a hablar, cuando luego la alcaldesa lo hace cuando quiere. Pero es que no pasa absolutamente nada por dejar hablar dos minutos más a esa persona que viene a presentar la problemática de su barrio o, al menos, dejar que termine de hacer la exposición. Porque luego no se van a reunir con ella. Esto está pasando. Luego también, algo que hemos aprendido, es verdad que ahora estamos en la oposición, pero es una cosa que pensaba mucho y creo que es un factor que desde la izquierda a la izquierda del PSOE no hacemos suficiente y es explicar por qué no hemos hecho las cosas, los motivos, por qué no se han podido hacer. Muchas veces prometes cosas que luego no puedes cumplir, porque pasan muchísimas cosas, pero la gente necesita saber por qué no lo has hecho. Decirle a la gente: “Mira, no lo he hecho porque no solamente están los poderes fácticos, también han sucedido estas cosas que hacen que no hayamos podido hacer este plan que teníamos para esta ciudad”. Eso también es algo importante que hay que aprender.

Luisa Broto: Ahora hay una sensación general de desesperanza, de negatividad. Y yo siempre quiero romper esta lanza, aunque a veces me dicen que soy demasiado optimista. Pero creo que la desesperanza es contrarrevolucionaria. Lo que tenemos que hacer es seguir persiguiendo esa utopía y ese futuro. Y creo que el aprendizaje ha sido mucho. Podemos hablar de lo que serían los coordinadores de áreas y cómo funcionaban, de la función de la intervención. Durante esos cuatro años nos reunimos con muchos equipos municipalistas, tuvimos reuniones de coordinación y nos encontramos que en todas las ciudades el problema era el mismo: el funcionariado y la intervención. Había mecanismos que no conocíamos de dentro y nosotros creíamos que las personas que estaban allí eran profesionales y tenían que hacer su trabajo. Nos dimos cuenta de que eso a veces no era así. Ese aprendizaje es bueno y nos dio herramientas para mejorar. Seguimos en proceso de mejora. Cuatro años de gobierno no te pueden definir cuando llevamos más de 40 años de democracia y siempre ha habido bipartidismo. Y, de hecho, el mensaje que se quiere trasladar es muy peligroso: “Que el bipartidismo es lo que hay, que no hay otra opción porque luego llegan estas diferentes hierbas y al final esto acaba”. Pues no. No, señores. Se han conseguido cosas muy importantes, se han abierto las instituciones y tenemos que seguir en esa línea. Por eso creo que el aprendizaje es bueno.

“La desesperanza es contrarrevolucionaria. Lo que tenemos que hacer es seguir persiguiendo esa utopía y ese futuro”

2019. Volvió el PP. Jorge Azcón, Natalia Chueca. ¿En qué se diferencia la Zaragoza que dejó ZeC a la de ahora?

Luisa Broto: Me costaría resumirlo en una frase, pero no es la Zaragoza que me gusta. Ahora estoy otra vez en mi labor profesional y lo que estoy viendo es que estamos en una situación en la que se hacen operaciones de maquillaje. Lo hemos visto recientemente con una situación alrededor del albergue municipal. Un alojamiento de alta estancia y donde alrededor del albergue y muy cerca de otros entornos de la ciudad, cada vez más, está habiendo personas que quisieran pagar un alojamiento y no pueden. Quisieran. No estamos hablando de los alberguistas de hace 20 o 30 años que eran personas que iban de una ciudad a otra. Hablamos de personas que están queriendo tener un alojamiento y no pueden. La habitación media creo que está en 350 euros en San Pablo, donde yo trabajo. Se están produciendo situaciones de verdadera crudeza compartiendo pisos. Una mujer sola con dos o tres niños con otra familia. Con un baño, con una cocina y organizándose magníficamente, pero claro en una situación que no queremos. Esa ciudad que dejó Zaragoza en Común por supuesto no estaba niquelada, no estaba perfecta, pero había unas prioridades. Y yo creo que ahora esas prioridades están al final. Las prioridades que tiene el equipo de gobierno actual (PP-Vox) todas sabemos cuáles son: favorecer a los grandes poderes y servir a las empresas y entidades que están queriendo sacar su rédito, puro y duro. La diferencia está en que ahora hay una operación muy cosmética, muy fotográfica. Lo que hemos dicho antes, que la plaza del Pilar cada semana tiene un evento, se monta y se desmonta. Parece un parque temático. Pero ahora los barrios ya no siguen participando. Tener una actividad en un barrio es algo fuera de lo habitual. Hay pegas, innumerables trabas administrativas con las que tienen que lidiar las entidades o personas que se ponen detrás. “No, no hay problema. Usted hágalo”. Eso no es verdad. Tienen que pedir las autorizaciones, tener unas ambulancias por si acaso, unos váteres químicos, una serie de cosas que al final son formas de poner trabas. Una de las cosas que hizo Zaragoza en Común, y lo apunto como otro logro, es que en los pliegos de las concesiones y contratas se ponían cláusulas de género para favorecer la igualdad. Se ponían cláusulas que favorecían el comercio local de proximidad. Se ponían cláusulas para que hubiera un control de las contratas. Eso ahora no está. Y claro, yo veo una ciudad muy cosmética en la que en el mismo centro tienes riadas de gente que vienen a hacer el tour turístico por sitios que son negocios y que están sacando rédito, y a la vez tienes un entorno, por ejemplo, en el Casco Histórico, donde están aflorando situaciones de mucha marginalidad. No es la Zaragoza que yo quisiera y voy a seguir peleando para que no sea así.

Elena Tomás: La participación, como decía Luisa, se ha acabado en esta ciudad. Lo único que tenemos son los presupuestos participativos en un barrio, Torrero, donde Suso Domínguez (concejal de ZeC) es el presidente de la Junta de Distrito. En el tema cultural también ha habido un cambio importante. La cultura ya no es un espacio abierto a toda la ciudadanía que se puede disfrutar en todos los barrios, donde puedes participar, donde puedes tomar decisiones. Ahora la cultura ha convertido en un mero espectáculo que tú vas a ver, luego te vas a tu casa y no te deja ninguna clase de poso. Es algo que no sucedía cuando estaba Zaragoza en Común. Recuerdo que mi hija, que era pequeña, y yo íbamos a ver espectáculos de circo, de diferentes cosas que había en los barrios y te encontrabas a familias de toda clase. O sea, nos intentan vender que nuestra cultura, las cosas que hacíamos nosotros, solo era para la gente que nos votaba. Pero no es verdad. Te encontrabas a gente de todo tipo y encima la cultura estaba en diferentes barrios. Era una ciudad mucho más abierta a la cultura y a la cultura colaborativa, donde todo el mundo podía formar parte. Y como dice Luisa también, ahora no hay ningún control de las contratas. Lo estamos viendo continuamente y lo estamos denunciando continuamente en Medio Ambiente, en Movilidad. Lo que está pasando con parques y jardines, lo que está pasando con Avanza. Todo lo que sucede con las grandes contratas. No hay ningún tipo de control. Luego nos echan en cara que nosotros sí hacíamos mucho control pero luego nos tenían que llevar a juicio. Pero es que nosotros ya sabíamos que estábamos luchando contra gigantes. Lo hacíamos entonces cuando estábamos gobernando y lo seguimos haciendo ahora como oposición, diciendo: “Esto está mal, no puede ser. Está pagando muchísimo dinero el contribuyente, estáis beneficiando a grandes empresas y no están haciendo el trabajo que deben hacer”. Por lo tanto, la ciudad que nos encontramos ahora es una ciudad que está hecha para una sociedad que solamente quiere el espectáculo y poco más. Y la Zaragoza que teníamos con Zaragoza en Común bullía mucha cultura. La Harinera, Las Armas, el Luis Buñuel. Tantas cosas que podías disfrutar que ya no están. Era muy diferente.

“Esa ciudad que dejó Zaragoza en Común no estaba niquelada, no estaba perfecta, pero había unas prioridades. Y ahora esas prioridades están al final para el equipo de gobierno actual (PP-Vox)”

Luisa Broto y Elena Tomás | Foto: Iker G. Izagirre

Siguiendo con este análisis, ¿cuáles son los principales problemas que detecta ZeC en Zaragoza en la actualidad?

Elena Tomás: Tenemos los principales problemas que hay en todas las ciudades. Uno de los principales es el tema de la vivienda. Ahora mismo, el gobierno de Natalia Chueca nos dice que está haciendo muchísima vivienda, pero vemos que la vivienda que está haciendo es una vivienda privada, vivienda de lujo. No para cubrir las necesidades de quien necesita alquilar. Está dirigida a los grandes propietarios, al enriquecimiento del capital una vez más. También está el tema de los servicios sociales, como decía Luisa. Esto lo hablo mucho con Suso. La coyuntura económica cuando gobernó Zaragoza en Común era muy mala. Europa había cerrado por completo el grifo. La regla de gasto y las normas eran mucho más restrictivas de lo que son actualmente. Sin embargo, tenemos un gobierno municipal que lleva dos años con los presupuestos más altos de la historia y no se está viendo reflejado en los servicios sociales. Estamos viendo que más gente está viviendo en la calle, que hay más dificultad para tener una vida digna. Por lo tanto, este es uno de los grandes problemas. Con dinero, con grandes presupuestos, pero no se está ayudando a que la gente tenga mejor calidad de vida. Y, sobre todo, tenemos políticas que no están hechas para toda la ciudadanía. Están hechas solo para una parte. Ya lo denunciamos, esas ayudas que se daban solamente para la escuela concertada y no se daban para la pública. Este tipo de cosas que pasan cuando gobierna la derecha que nos ataca diciendo que somos unos sectarios y, sin embargo, los sectarios siempre son ellos. Los que siempre gobiernan para los mismos.

Luisa Broto: Con el problema de vivienda quiero remarcar que, como ocurrió el otro día con el albergue clandestino que había en Delicias, son personas que trabajan. Son trabajadores y trabajadoras precarios. No es el perfil de derechos sociales. Y lo señalo porque a veces nos decían: “Es que vosotros solo pensáis en la gente más vulnerable”. Y yo contestaba: “Bueno, pongamos las cosas bien y luego pensamos en todo”. Era una emergencia que había en ese momento, cuando nos tocó gobernar. Si nos hubiera tocado otra la habríamos afrontado. Pero ahora, para mí, el reto con el tema de la vivienda es que cualquier persona que está por encima del SMI, por muy poquito, tiene problemas. Ahora mismo todas las personas expertas dicen que para poder llegar bien a final del mes tienes que dedicar un tercio de tus ingresos a pagar el alquiler o la hipoteca. Si yo estoy pagando 600 euros tengo que ganar 1.800 euros. Y ese no es el perfil de personas a las que yo atiendo en el barrio, pero son muchas de las personas que yo conozco. Y, además, no hay alternativa. Ni de vivienda del Gobierno de Aragón, no nos olvidemos de eso, ni de vivienda del Ayuntamiento de Zaragoza. Uno de los logros del gobierno ZeC que quitaron fue el programa de mediación hipotecaria y de alquiler de la Oficina Municipal de Vivienda. Una herramienta estupenda que permitía a muchas personas entender lo que era un contrato, cuando venía el propietario que le decía asesorar y encarrilar antes de llegar a un desahucio. Esa mediación desapareció. Ahora tenemos una oficina que le cuesta a la ciudadanía una media de 600 euros la hora para la “ocupación”. No es real. Claro que hay personas que ocupan, lógicamente. Si yo tengo una familia, tengo que vivir en un sitio y no hay ninguna alternativa, ocuparé. Claro que sí. Y la institución antes de sacarme de ahí debe de darme unas alternativas. Esa oficina “anti-ocupación” se la han sacado de la manga. Es una respuesta clara del PP a demandas de la ultraderecha, y no vale para nada. En cuanto a retos y problemas, a mí me parecen muy importante los retrocesos en igualdad. Todo lo que hablamos de las cláusulas de género, que mucha gente puede pensar que tampoco es tan importante. Entonces había una oficina de transversalidad de género que facilitaba que las personas pudieran trabajar y tener un asesoramiento. Todo esto, desde el momento que entra la ultraderecha, sin ningún rubor del Partido Popular, se ha echado para atrás. No hay declaraciones institucionales ni el 8 de marzo ni el 28 de junio. Esa no es la ciudad que queremos, porque yo veo la manifestación del 28 de junio y del 8 de marzo, como decía Elena, con ese caudal feminista y este gobierno actual no está leyendo eso. Eso es un problema porque es un retroceso claro. Sin mencionar también todos los recortes en juventud, mientras el Partido Popular y Vox se jactan de defender a los jóvenes, a los emprendedores, a las familias. Las familias tienen jóvenes y adolescentes. Dales servicios, que no sean simplemente tener una asesoría privada o ir a un colegio privado concertado. La defensa de lo público. Yo me acuerdo del runrún: defender el bien común de todos y de todas. Tener una ciudadanía que está bien en su barrio, que no se tiene que desplazar, que no tiene que pensar que dentro de cuatro días igual le echan porque van a hacer una vivienda turística. Eso es garantizar que la ciudad funcione.

“Tenemos un gobierno municipal que lleva dos años con los presupuestos más altos de la historia y estamos viendo que más gente está viviendo en la calle, que hay más dificultad para tener una vida digna”

En estos momentos de hooliganismo en la política, que da igual que haya un tipo que se llame Carlos Mazón al que los suyos le aplauden cuando va Madrid a pesar de todo lo que ha pasado en València… ¿Cómo de útil es el trabajo en la oposición frente a un gobierno PP-Vox que gobierna en mayoría y con el rodillo siempre encendido para tumbar todas las propuestas que no sean suyas? Porque hasta ahora, en estos dos años de legislatura, habéis denunciado muchas cosas, como la falta de ejecución en los presupuestos, los recortes en servicios públicos y sociales, irregularidades en subvenciones concedidas para proyectos no justificados, la mayor presión fiscal a la ciudadanía mientras se pone alfombra roja a grandes empresas, pelotazos, urbanismo a la carta… ¿Hasta que punto incide todo este trabajo?

Elena Tomás: Yo también me lo pregunto todos los días (risas). La institución, como sabemos las personas que venimos de fuera de ella y que no nos queríamos dedicar a la política profesionalmente, tiene un tope. En lo que te tienes que basar es en los movimientos en la calle y en la masa social que te apoye y que esté contigo. Nosotras creemos en un proyecto, que es el proyecto de Zaragoza en Común, que es seguir trabajando para mostrar dónde están las grietas del sistema. Cómo están beneficiando continuamente a sus amigos, a los grandes empresarios. Todas esas “grandes” familias, como la de Forcén y demás. Lo vemos en la Romareda. Lo vemos prácticamente en todo Zaragoza. ¿Y cómo es de útil? Tenemos que seguir estando porque si no estamos nosotros, denunciando y haciendo propuestas, aunque no las vayan a aceptar, parece ser que no habrá nadie allí. Nuestra manera de actuar es, también, sabiendo que somos las personas que representamos a una parte de la sociedad que nos apoya. Incluso representamos a una parte de la sociedad que ni siquiera nos vota. Somos conscientes de que hay mucha gente que no va a votar, pero a la que también representamos en el Ayuntamiento. Hace falta que estemos. Hacen falta personas que les digan que esto lo están haciendo mal, que lo están haciendo para beneficiar a sus amigos. Esa voz no se puede perder. Me encantaría tener también esa voz continuamente en los movimientos sociales, y que las manifestaciones se llenasen. Eso es, probablemente, lo que más nos llena el corazón a las personas que creemos que se puede cambiar el mundo y que el mundo puede ser mucho mejor, pero, obviamente, nuestra presencia en la institución es para seguir diciendo que “ahí estamos” y que representamos a mucha parte de la ciudadanía, nos vote o no nos vote. Por ejemplo, cuando presentamos desde Zaragoza en Común una moción en el pleno sobre el tema de Palestina para denunciar el genocidio y hay partidos como el Partido Popular y Vox que responden con auténticas barbaridades y que no sean ni siquiera capaces de condenar los asesinatos de niños y niñas, te das cuenta de que haces falta en las instituciones. Porque si no da la sensación de que a todo el mundo le parecen bien ese tipo de cosas.

Luisa Broto: Es un trabajo combinado. La presencia en la institución es necesaria, es un altavoz. Ese es el sistema. Pero nosotros y nosotras venimos del movimiento de la calle, de las plataformas, de las organizaciones. Con este impresentable señor de València se han roto absolutamente todos los moldes. Esto genera una impunidad, y tú vas un día a un pleno, yo que los he vivido, y dices: “Pero que vergüenza”. Esto me lo han dicho a mí, “pero que barbaridad, que falta de respeto”. Porque hay gente que insulta, y hay muchas formas de insultar y muchas formas de mentir. Hay una parte de todo esto que da rédito en determinadas plataformas donde ves que, efectivamente, ese ruido, ese follón a algunas personas les viene bien. Por un lado, porque puede conseguir la desmovilización: “Todos los políticos son iguales”. Y, por otro lado, porque quitamos el foco de lo importante. Yo creo que en esto PP y Vox van a tener algún problema porque están muy sueltos. Lo del otro día, con el desalojo de las personas sin hogar que duermen en las inmediaciones del Centro de Historias, fue increíble. Y no es una cosa cualquiera. Todas hemos vivido situaciones en las que, efectivamente, hay algún evento y la ciudad se transforma un poco. Pero echar a la gente que está allí porque tú no has sabido crear una alternativa, porque resulta que la situación de las personas que viven en la calle ha cambiado y tienes pendiente la reforma del albergue, pero, sin embargo, para la Romareda no hay problema. Yo te la reformo y te hago un estadio portátil. Yo amo el deporte, y me considero una persona muy fan de las competiciones deportivas, pero ¿esta es la ciudad que yo quiero? Y segundo, es reírse en la cara de las personas que viven allí decir luego que ha sido algo puntual y vamos a ir todas las semanas. Seamos serios. Hay medios para poder poner solución a esto. Estas cosas, cuando tú estás muy suelto y estás en una nube, y todo son flores, garnachas y luces, pues a lo mejor te ciega. Y a lo mejor, la ciudadanía que tiene este runrún de tener en las instituciones gente que sí que dice las cosas, porque hay algún partido de izquierdas que no las dice, como el PSOE, permite que la gente diga: “Bueno, vamos a ver qué pasa aquí”.

Elena Tomás y Suso Domínguez, actuales representantes de ZeC en el Ayuntamiento de Zaragoza, durante la fiesta de la formación municipalista | Foto: Niko Bleach

Antes habéis hablado de la beligerancia del PSOE de Carlos Pérez Anadón cuando estaba ZeC en el gobierno de la ciudad. ¿Cómo es ahora la relación con el PSOE de Lola Ranera?

Elena Tomás: Tenemos una relación cordial, incluso a veces colaborativa. Sí que hemos aprendido de lo que sucedió cuando gobernó Zaragoza en Común. Hemos aprendido a desconfiar. Tenemos una buena relación personal con la mayoría de las y los concejales, es un trato cercano. Pero sabemos lo que hay. No estamos dispuestas a ser la pata del PSOE ni a ser quienes les sostenga. Tenemos una línea política muy clara y si tenemos que votar en contra de algunas de sus mociones lo hacemos y ya está, sin miedo ninguno. Y ellos igual con nosotros. Comprendo que ciertas personas, cierta ciudadanía, dice que si vamos unidos todo es mejor y, obviamente, en las cosas que tenemos en común votamos en común. Pero no estamos colaborando con el PSOE y sabemos que a ellos no los vamos a encontrar en un montón de espacios donde sí estamos nosotras, o en ciertas políticas como puede ser la Romareda.

Luisa Broto: Nosotras no nos debemos a una estructura que viene y te dice de repente: “Cambia el sentido del voto por esto”. Ni tenemos una historia detrás que haga que te digan los de enfrente: “Y ustedes más”. Nosotros somos municipalistas, hablamos de lo cercano, de lo próximo, y muchas veces los debates del estado de la ciudad y los debates del pleno se van a política estatal. ¿Por qué? Porque hay dos grandes partidos, PP y PSOE, que lo único que están demostrando es que quieren la silla. Sigo insistiendo que para mí la política local y cercana es la que vale, porque hablas de programa, de proyectos, de cosas a llevar adelante. No veo ni al PP actual diseñando una ciudad del siglo XXI para Zaragoza. Ni al Partido Socialista, más que empujado por lo que la izquierda a la izquierda del PSOE le está haciendo ver. Nuestra gran ventaja es que no tenemos esa dirección a través del Gobierno central o de institución de Estado federal. Y eso nos da muchísima libertad. Si los votantes de Zaragoza en Común y la gente que se siente afín quiere colaborar puede participar desde el minuto uno. Puede decidir. Ni tenemos deudas. Para mí esa es la diferencia.

Se dice que la política está ahora muy enfangada. ¿Veis mucha diferencia con lo que pasaba en 2015?

Luisa Broto: Va escalando y cada vez más. Lo vuelvo a decir, para mí, que en este país haya una persona, un político [Carlos Mazón], que es responsable de una comunidad autónoma y que su partido no le haga rendir cuentas y lo saque de allí, me parece brutal. Brutal. Y a partir de ahí, pues todo lo demás. Efectivamente hay una política de centrar el debate en pequeñas o grandes discusiones sin atender a lo cercano y a lo correcto. También tenemos a una presidenta [Isabel Díaz Ayuso] de una comunidad muy relevante que cada vez que hace una rueda de prensa o cualquier tipo de declaración es noticia. Pero noticia en el sentido de haber que ha dicho. No estamos viendo lo que ocurre en una comunidad autónoma como Madrid y no estamos viendo todo lo que hay detrás. Y menos mal que hay movimientos y redes ciudadanas que están poniendo eso encima de la mesa. Si no, se hubiera olvidado. Por ejemplo, la cantidad de personas que murieron en pandemia en residencias. Eso está ahí y no se puede olvidar. [La política del fango] es una estrategia que ha ido escalando y, terriblemente, es un mal momento para ser político activo. No hay debates, es todo muy bronco. Es difícil encontrar una persona que escuche y que además rebata tus ideas, como debería ser: “Mire le escucho, pero esto no lo entiendo o yo no estoy de acuerdo”. No. Te insultan. Te insultan a ti, te insultan al partido que representas.

Elena Tomás: También lo vemos en el pleno municipal. El enfrentamiento entre el Partido Popular y Vox con el PSOE. Están metidos completamente en ese fango de echarse las cosas en cara, de insultar al presidente del Gobierno y a quién toque en ese momento. Nosotras intentamos alejarnos siempre de esa confrontación. Como decía Luisa, estamos muy centradas en lo que es Zaragoza y en las necesidades de Zaragoza. Obviamente, cuando hay alguna moción, estamos ahí y defendemos nuestras ideas. No sé si es un momento diferente a 2015, probablemente sí, porque la escalada de insultos cada vez es mayor. También ciertos medios de comunicación están generando y avivando está escalada de insultos y de confrontación entre dos partidos que, en realidad, tampoco son tan diferentes. El Partido Popular y el PSOE no son tan diferentes. Y todo esto favorece a que, por ejemplo, no se esté hablando de que la ley de vivienda no se está poniendo en marcha en prácticamente ninguna de las comunidades autónomas para saber si funciona o no funciona. No se está hablando realmente de los problemas del país. Se habla muchísimo del fiscal general del Estado, de no sé qué de las mafias, pero no se está hablando de los problemas reales de la ciudadanía. Esto lo vemos diariamente en una ciudad como Zaragoza.

“Nuestra obligación es intentar que las personas tengan una mejor vida. Para eso estamos en política”

Pedro Santisteve hablaba hace poco de "tiempos complicados". ¿Qué receta tiene ZeC para afrontarlos?

Luisa Broto: Creo que Pedro cuando dijo eso era porque estaba siendo consciente de lo que hemos estado relatando en esta entrevista. Tiempos complicados porque las ciudades cambian, mutan, y los retos de gobernar y de hacer posible lo que es la política, conseguir que las personas vivamos mejor, son complejos. Pero creo también que lo decía desde la perspectiva de la denostación de la política y del arte de la política. En el buen sentido de la palabra. Debemos de darle la vuelta y fijarnos en lo que sí ha funcionado. Es el momento de poner en valor estas cosas. Como decía Elena, hemos visto en muchos momentos que prefieren hablar de Rusia o de Putin o de la extinta ETA, y no hablamos de las cosas que sí que han funcionado. Habló de los ayuntamientos del cambio y hablo de este décimo aniversario de Zaragoza en Común. Vivimos sin perspectiva. Estás dentro de esa situación de gobernar, cuando pasa un tiempo te das cuenta y tienes que hacer el relevo. Porque esto no lo hemos dicho, pero uno de los logros también de ZeC son los compromisos éticos, los mandatos. Tú te vas a tu casa con un código ético que te impide cobrar dos o tres veces más de lo que sería el salario mínimo interprofesional. Esto hay que ponerlo encima de la mesa porque a mucha gente se le ha olvidado. Esto es un código ético: tú has venido, has hecho tu acción política, te vuelves a tu casa y sigues con tu vida. Así evitamos que uno se agarre el sillón. Hay que poner el acento en lo que se ha conseguido y en eso Zaragoza en Común tiene unas claves muy buenas como seguir abogando por un programa colaborativo. No conozco ninguna formación política que consiga hacer esto. Mantener eso durante el tiempo es muy importante. Y el tema de que eso sea real y que la participación exista, que existan las rendiciones de cuentas y que estemos aferrados a lo cotidiano y a lo común. Eso es lo que creo que puede conseguir que cambiemos esta perspectiva de que son tiempos convulsos. Cuanto más estemos pensando en liderazgos que sean corales, en liderazgos que sean de equipos que funcionan. Que no se piense que un concejal es una persona que lo hace todo, que sabe absolutamente de todo y que llega a todo. No. Esa política ya ha cambiado. Sobre todo, porque muchas personas que han entrado en política son padres o madres y quieren tener familia y quieren vivir de una manera acorde a lo que hemos planteado. Es decir, la teoría llevarla a la práctica. Siguiendo en esa clave podemos conseguirlo. Zaragoza en Común puso las bases de muchas cosas que, como ha dicho Elena, ahora la derecha se arroga, pero que cuando las dijimos nosotras nos decían que no. Y ahora nos han dado la razón.

Elena Tomás: La receta para afrontar este momento no la tiene nadie porque si la tuviésemos otro gallo cantaría, y no solamente en las ciudades también en el gobierno central y de las comunidades autónomas. Pero sabemos lo que tenemos que hacer. Seguir pegadas a los barrios y a la ciudadanía, escuchando lo que tienen que decirnos. Seguir trabajando como estamos trabajando. Luchar mucho. Toca luchar muchísimo. Y seguir construyendo una buena base de ciudadanos y ciudadanas que te apoyan, que te ayudan en las necesidades que tienes y que tú les correspondas. Que sepan que, al igual que están allí para ti, tú estás también allí para ellos. Esa tiene que ser nuestra receta.

Al hilo de esto y por ir cerrando la entrevista, en el acto del Teatro Romano para celebrar los diez años de ZeC, Luisa dijo: "Si esto se hizo, es posible que se vuelva a conseguir". ¿Qué haría falta?

Luisa Broto: Seguir cómo estamos ahora. Es decir, ser coherentes con todo lo que nos ha traído aquí. Nosotras, Elena y yo, y voy a hablar por ella, pero hablo también por mí, somos personas que hemos venido de un entorno determinado con unas vinculaciones y unas inquietudes, pero nunca nuestro objetivo fue llegar a ser concejala en el mandato del 2015 al 2019 o concejala en esta legislatura. No nos “compramos la casa” pensando que nos quedaba cerca del Ayuntamiento. Partimos de algo que es muy bueno, el hecho de que nos creemos lo que estamos haciendo. No hacemos profesión de este cargo público. Creemos que se ha perdido la importancia de decir que eres un cargo público, una persona que está haciendo vocación de servicio público y, por lo tanto, a mí en concreto, me parece que esto nuestra organización, nuestra plataforma, lo tiene muy claro. Hay compromisos éticos que permiten que las personas, primero, rindan cuentas. Esto en otras organizaciones no pasa, pues hay personas que hacen cosas que no son, digamos, políticamente correctas, que no se ajustan a derecho, y, sin embargo, siguen ahí y se permite. ¿Por qué? Porque se justifican diciendo que “tengo otro en mi entorno que lo ha hecho”. Y segundo, porque nosotras hemos adquirido ese compromiso con la idea de seguir nuestra vida. Eso es la política. Yo siempre he admirado los grupos políticos del norte de Europa, personas que eran el fontanero, y habló con todo el respeto. Grupos pequeños en pueblos, en comunidades, que saben que lo que hacen es temporal porque alguien tiene que hacerlo. Alguien tiene que ser presidente de la comunidad, alguien tiene que gestionar el AMPA y cuando pase la edad de la crianza pues ya vendrán otros y lo harán. Es una tarea de relevo. Por eso decía antes lo de los equipos y la coralidad. Eso nos da fuerza. Todo el aprendizaje que tenemos ahora como equipos humanos nos permite conocer la institución y nos permite conocer ese entorno. La institución es una parte que está ahí, porque vivimos en esta realidad, pero lo que nos interesa es mantener esto. Ejemplos como los barrios de Torrero, La Cartuja o Peñaflor son, para mí, un referente porque no es solamente el hecho de que esté la marca Zaragoza en Común, es que se han implementado formas de hacer que son maravillosas, que es lo que yo deseo para toda la ciudad. Y cuando dije “si esto se hizo, es posible que se vuelva a conseguir” es porque lo creo. Soy una optimista por naturaleza. Pero sí que creo que en honor de todas aquellas personas que durante muchísimos años vivieron subyugadas en este país y creían que otras cosas se podían hacer, en honor de la gente que creé que la democracia es imperfecta pero es un instrumento, en honor de toda la gente de izquierdas que luchó durante muchos años, sí que creo que se puede conseguir volver a estar ahí. Nosotras tuvimos la suerte de que esa ventana se abrió y nos tocó. Vale que había un trabajo detrás, pero nos tocó de repente y creo que se puede volver conseguir. Claro que sí.

Elena Tomás: Se puede volver a conseguir. Y aquí, obviamente, tenemos la típica pregunta de con quién lo vamos a conseguir, que es algo que nos preguntan continuamente. Cómo podrían unirse ciertos espacios con otros partidos políticos que tienen un programa muy parecido al de Zaragoza en Común o una visión de la ciudad muy parecida a la que tenemos en Zaragoza en Común. Igual que cuando comenzó la campaña electoral [para las municipales de 2023] y antes incluso, en 2022, cuando nos preguntaban y hubo debates con otros partidos políticos, con Chunta con Podemos, si íbamos a ir conjuntamente a las elecciones, nosotros desde el primer momento dijimos que estábamos abiertas a esa posibilidad de trabajar conjuntamente. Sobre todo, en base a objetivos de la ciudad. Si tenemos unos objetivos muy parecidos y una visión de la ciudad muy parecida, cómo no vamos a poder trabajar conjuntamente para conseguir lo mejor para Zaragoza. Nosotras nos debemos a los barrios, a la ciudadanía que lo está pasando muy jodido ahora mismo. Nuestra obligación es intentar que esas personas tengan una mejor vida. Para eso estamos en política. Por lo tanto, habrá que utilizar todos los medios posibles para conseguir eso. Y, al igual que estábamos entonces abiertas a plantear una base común, un programa común de mínimos y muchas veces de máximos para lo que queríamos para Zaragoza, eso sigue abierto. Lo que estamos viendo es que ahora mismo, tal y como está el tema para poder gobernar, para tener mínimamente un algo progresista en el Estado español, hace falta unirse. Y en esa unión también está la fuerza. Si Zaragoza en Común fue la unión de diferentes partidos y de personas que venían de los movimientos sociales, de las mareas, y se consiguió en ese momento, obviamente que se puede volver a conseguir. Volver a tener el Ayuntamiento o una mayoría progresista en nuestra ciudad.

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