Biela y Tierra visita las ovejas, el bus comercial reconvertido en biblioteca y el cicloturismo de Burgos

Después de su breve paso por tierras cántabras Biela y Tierra se adentraron de nuevo en la provincia de Burgos, esta vez en la comarca de las Merindades. Saliendo de Reinosa bordearon el Embalse de Ebro

Foto: Biela y Tierra.

Después de su breve paso por tierras cántabras Biela y Tierra se adentraron de nuevo en la provincia de Burgos, esta vez en la comarca de las Merindades. Saliendo de Reinosa bordearon el Embalse de Ebro. Una subida y se abrió la infinitud del páramo con los cañones del Ebro al fondo. Bajaron al Valle de Valdeporres, comida en Cidad y rumbo a Leva. Sorpresa cuando el desnivel del último kilómetro y medio superaba el 16 %. Allí las esperaba Axier, un joven guipuzcoano de 34 años que siempre quiso dedicarse al campo.

Axier Akizu Valle nació en Escoriaza, Guipuzcoa,  y vivió en el caserío familiar rodeado de animales. Su padre Jesús Mari, trabajaba en la fábrica y aparte, en el caserío tenían vacas, ovejas y caballos. Tras estudiar Guarda Forestal, Mantenimiento y Mecanizado, Axier entró a trabajar en la fábrica, pero se dio cuenta que ese no era su mundo. Estar en un espacio cerrado, haciendo siempre lo mismo y con un horario fijo no era para Axier. Estudió en la Escuela de Pastores y empezó su búsqueda. Necesitaba más tierras y en Guipúzcoa era difícil conseguirlas. Lo tenía claro: quería ser pastor de ovejas. “En el caserío siempre he conocido ovejas y desde pequeño siempre me ha gustado”.

Estuvo mirando distintas opciones y al final, fue en Leva, Valle de Valdeporres Merindades, donde encontró la oportunidad. Su madre, Amelia, era de un valle cercano, Valdivielso. Axier conocía la zona desde pequeño ya que venía a visitar a sus abuelos. No fue fácil encontrar el lugar donde poder empezar con su sueño, pero tras mucho buscar encontró a un pastor que se jubilaba y quería traspasar el rebaño y las instalaciones.  El siguiente paso era conseguir una vivienda en el pueblo. Tuvo mucha suerte y un vecino le alquiló una parte de su casa rehabilitada para alquilar. Y así, no fue él el que buscó el lugar, si no que el lugar lo buscó a él: Leva lo estaba esperado. Leva es un pequeño pueblo que tradicionalmente se había dedicado a la ganadería extensiva de vacuno y ovino. Actualmente en el pueblo viven 3 personas en invierno y Axier es la única que se dedica al campo. Ha conseguido bastante superficie para el rebaño. Tiene arrendadas 600 hectáreas de montes públicos y algunas fincas más pequeñas para segar la hierba y preparar alimento para sus animales en invierno. Es el único pastor de todo el valle de Valdeporres.

Desde el primer momento la familia lo apoyó para que consiguiera su sueño. Jesús Mari, con espíritu baserritarra, está encantado que su hijo siga vinculado al campo. Hace años vendieron el baserri de la familia, pero han mantenido las vacas y los caballos.  Amelia y Jesús Mari están ayudando mucho a Axier en su aventura. Los primeros años fueron muy difíciles.  Un rebaño de 350 ovejas churras y 11 vacas asturianas de los valles requieren mucho trabajo y dedicación. Acondicionar y modernizar las naves, cuidar, conocer y aprender de su rebaño superando los problemas que cada día van apareciendo ha sido un reto. El papeleo y la burocracia tampoco se lo han puesto fácil.

En esta zona los corderos se venden como lechazos, entre 9 y 11 kg, y todos suelen estar listos a la vez, entre noviembre y diciembre.  Cuando empezó quería vender su carne directamente a carnicerías para poder fijar él el precio y conseguir mejores precios, pero esto fue muy complicado. Los carniceros seleccionaban solo los más robustos del rebaño. “¿Y qué hacemos con el resto?” nos decía Axier. Decidió entrar a formar parte de una cooperativa de pastores de Villadiego para comercializar los corderos y distinguirse con el sello IGP Lechazo de Castilla y León. Las ovejas churras del rebaño de Axier es una raza autóctona adaptada al medio. Para Axier es esencial sacarlas todos los días a pastar. En verano, salen por la mañana y por la tarde y, durante las horas de más calor, están protegidas en la nave. En invierno sólo los días de grandes nevadas se quedan sin salir a pastar. Para que las ovejas estén sanas, engorden y los partos no den problemas es importante que se muevan, que pasten libremente. Al rebaño siempre lo acompañan perros mastines para protegerlo de posibles ataques de lobos.

Axier ha hecho una apuesta decidida por el ganado. Lo tenía claro y quería dedicarse a las ovejas. Se ha lanzado a una inversión muy grande para conseguir el rebaño, las instalaciones y la maquinaria. Adaptarse y disponer de los avances de la técnica para hacer el trabajo más fácil y eficiente es totalmente necesario. Contar con el apoyo y ayuda de su familia ha sido esencial. Jesús Mari pasa gran parte de la semana en Leva echando una mano a Axier. Se encarga sobre todo de las vacas. Amelia sube los fines de semana para estar en Leva con ellos. Comparten el amor por el campo y los animales y el placer de verlos sanos y relajados. Pero también se apoyan cuando aparecen problemas y complicaciones, buscando soluciones y celebrando con alegría cuando van resolviendo y avanzando.

Foto: Biela y Tierra.

El valle de Zamanzas es un municipio formado por 6 pueblos y en total viven menos de 50 habitantes. Gallejones es uno de esos pueblos y viven, durante todo el año, 4 personas.  Llegaron desde Báscones de Zamanzas. Allí, en lo alto, se distinguían los tejados de las casas entre un enorme bosque mixto que parecía que iba a comerse el pueblo. Hasta los años 60 la mayor parte de esos bosques eran campos de cultivo de frutales. El valle de Zamanzas era conocido por su fruta: manzanas y cerezas que se llevaban a mercados cercanos como el de Soncillo. Vecinas y vecinos de distintos valles se reunían allí para vender e intercambiar los productos que mejor se daban en cada zona.

El Bibliotejo se instaló hace unos 3 años en las afueras de Gallejones, en medio de uno de estos bosques. Lo que fue un bus urbano para llevar a los clientes al primer centro comercial de Burgos es ahora una hermosa biblioteca llena de colores y con más de 2.500 volúmenes seleccionados con criterio y dedicación por sus bibliotecarios Luis y Emi. Luis Markina es un apasionado de la Cultura con mayúsculas. No concibe un día de su vida sin leer. Devora libros y anota su crítica personal de cada uno de ellos en un meticuloso y particular registro que guarda y consulta. Cuando Emi y Luis decidieron trasladarse a vivir definitivamente al pueblo en el que nació Emi, lo hicieron con su inmensa y preciada colección de libros.  Los libros se palpan, se leen, se huelen, se disfrutan y después no pueden quedarse encerrados en cajas. Encontrar un espacio donde poder ofrecerlos al resto de vecinas, vecinos y visitantes del valle era la solución. Cuando un amigo les habló de un autobús que iba a ir directamente al desguace Emi y Luis no se lo pensaron dos veces. Montaremos un autobús-biblioteca en el terreno del tejo. Se llamará El Bibliotejo. Allí puedes encontrar un enorme abanico de libros y revistas: literatura infantil, ensayos, novela, revistas especializadas, mapas, guías de viajes etc.  A día de hoy ya han prestado 250 libros. La mayoría de las personas que se acercan son mujeres y cuando alguien acude al Bibliotejo siempre recibe consejo para encontrar el libro que más pueda encajar con lo que está buscando o le apetezca leer. El Bibliotejo recibe muchos donativos de libros, pero no todos se quedan allí. Por las limitaciones de espacio y sobre todo porque quieren mantener calidad entre su oferta, hacen una selección cuidada de los volúmenes que se quedan en sus estanterías.

Abrir una biblioteca en un pueblo es fundamental ya que no es un servicio del que dispongan habitualmente. Antes de la llegada del Bibliotejo las únicas bibliotecas públicas de las Merindades estaban en Villarcayo y en Medina de Pomar. El acceso a la cultura ha de estar disponible para toda la población. Y es que, el Bibliotejo no es solo una biblioteca sino que es un espacio de encuentro y de promoción cultural que organiza actividades, sobre todo pensando en la gente que vive en la zona de manera permanente. Además, Luis nos contó que generan la energía necesaria con una bicicleta. “Pedaleando con ella vamos acumulando la energía en una batería que luego sirve para tener luz y música.” No podía ser de otra forma, para Luis y Emi la bicicleta es una manera de entender el mundo.

Foto: Biela y Tierra.

En una zona tan despoblada buscar espacios y momentos en los que encontrarse y compartir es imprescindible. Cuando Natalia vino a vivir a las Merindades se instaló en la casa de su padre, un enorme caserón en Montejo de Bricia, uno de los pueblos más alejados y con menos habitantes de la zona. Un universo eminentemente de hombres. Las mujeres no suelen estar en el bar, ese espacio es para los hombres en el que las conversaciones giran en torno a la ganadería y el campo. Natalia venía de otra realidad, tras vivir en Francia bastantes años no podía creer que todavía siguieran tan presentes actitudes machistas y de menosprecio a la figura y labor de las mujeres. Esas mujeres que siempre han estado al frente de las familias gestionando y organizando la economía familiar, buscando alternativas, trabajando en el campo y en casa para salir adelante. Mujeres que siguen sin estar reconocidas, que siguen siendo invisibles. Esto no podía seguir así, conocía en la zona a mujeres con muchísimas capacidades, con fuerza y potencial, con vidas para conocer y contar.  Unas llamadas de teléfono y propuso un encuentro entre todas para conocerse, hablar, compartir y soñar qué podían hacer juntas. Se reunieron 6 mujeres entre las que estaba Emi. Así surgió Tejiendo Redes.

Emi nos dice, “el propio nombre lo explica todo, se trata de tejer redes entre los distintos pueblos de alrededor y conocernos para hacer cosillas entre todas.” Se plantearon hacer un encuentro a lo grande El Mundo Rural En Femenino y ya llevan tres ediciones. Lo realizan anualmente a finales de junio y cada año trata sobre un tema distinto. Charlas, teatro, ruta en silencio en el bosque, cuentos, juegos, mercado de artesanía, danza, poesía, talleres, comida popular, conciertos… Un evento único y mágico de encuentro para compartir y vivir la celebración. Natalia cuenta que con El Mundo Rural En Femenino se consigue “que la mujer haga ruido en el pueblo, que se nos escuche y se nos vea”. Natalia es tejedora, intuye las conexiones entre personas y proyectos más allá de lo que se ve a simple vista. Con su espíritu dinámico y energía creadora anima a la gente de su alrededor a participar y a aportar lo mejor de cada una. Y Tejiendo Redes teje todo el año. Organizan exposiciones y actos culturales entorno al 8M y talleres de formación. Generar espacios y alternativas de participación para las mujeres en el mundo rural es esencial para descubrir las capacidades y potencialidades de cada una. Nos contaron varios ejemplos de mujeres que gracias a Tejiendo Redes se han sentido con la fuerza y confianza suficiente para dar un paso adelante y seguir con firmeza sus sueños.

Llegaron a Gallejones en bici, y la bici las ha unido a estas tierras. Emi y Luis son amantes, divulgadores e impulsores del cicloturismo de alforjas. Luis hizo su primer viaje en bici con 12 años. Burgos-Santander, cruzando el puerto del Escudo, fue la ruta elegida. Con 14 años ya se lanzó a Marruecos en bici y desde entonces no ha parado de viajar. Para Luis “el cicloturismo es pasión, una forma de vivir, esfuerzo, conocer tus límites, disfrutar de la naturaleza y del silencio, conocimiento de otras personas, y sobre todo es transformación porque cuando viajas vuelves de otra manera a tu casa”. “Además el contacto con la naturaleza, con las personas cuando viajas en bici, los olores como cambian de un país a otro… Hay que salir al mundo y viajar y sobre todo en bici” añade Emi. Luis y Emi han viajado por todo el mundo en bicicleta, es su manera de viajar. Y esto lo comparten a través de las Jornadas El Mundo En Bicicleta que organizan en Burgos desde hace 23 años.

Siguieron en el valle de Zamanzas y hacia un lugar recóndito. Un rincón a orillas del río Ebro en el que durante cientos de años se molieron harinas: Molino del Canto. Allí encontraron el antiguo molino junto a un enorme caserón de piedra que fue la residencia de los molineros. Se encuentra dentro del Parque Natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón, un lugar especial y único para convivir, disfrutar y observar la naturaleza.

Valvanera y Javier vivían en Miranda de Ebro. Siempre estuvieron muy relacionados con movimientos ecologistas y son apasionados naturalistas. Javier es un enamorado y gran conocedor de los pájaros. Y Valvanera tenía claro que quería vivir en el campo. Dedicaban los fines de semana a buscar un lugar donde poder instalarse. Recorrieron varias provincias del norte de España. Iban, venían, preguntaban, miraban y volvían a Miranda con la certeza de que lo iban a encontrar. Y así fue, en una de sus salidas, vieron desde la otra orilla del Ebro las ruinas de un molino y una casa en un enclave muy especial. En 1992 compraron esas ruinas y se pusieron manos a la obra. Y nunca mejor dicho. Javier y Valvanera con la ayuda de Txomin, hermano de Valvanera, y demás familiares y amistades, llevaron a cabo con sus propias manos la reconstrucción y restauración para crear la Posada Molino del Canto. Un alojamiento de ecoturismo especializado en el conocimiento y observación de las aves. Además, hacer un alojamiento les permitía conocer a gentes muy variadas, y de alguna forma, seguir viajando. “Encuentras gente con la que te conectas y aprendes” nos dijo Valvanera con una sonrisa de oreja a oreja.

Cuando llegamos y nos empezaron a explicar el estado en el que se encontraba la casa y el molino a su llegada, parecía imposible que hubiesen hecho ese enorme trabajo de restauración. Ahora, es una imponente casa rodeada de árboles centenarios que te desacelera el ritmo y te conecta con lo esencial y con la naturaleza. En Molino del Canto todo está cuidado. En la reconstrucción utilizaron materiales nobles para mantener en todo momento su esencia: piedra caliza y arenisca, madera de roble y corcho natural como material aislante. Valvanera, Javier y Txomin no tenían experiencia previa en el mundo de la construcción. Tuvieron que aprender sobre la marcha con ayuda de libros y consejos de profesionales. Fueron superando retos. A principios de los 90 obtener materiales de bioconstrucción no fue tarea sencilla. Eran pocas las personas que se dedicaban a ello. Tardaron 6 años en terminar la obra. En 1998, por fin, pudieron abrir las puertas.

Detalles pensados para el disfrute y la acogida de los visitantes y espacios decorados con aves te acompañan en todo momento. En la puerta de cada habitación hay un pájaro diferente que la identifica, dibujado y pintado sobre madera por Javier. ¿Y qué pájaro es? En el llavero correspondiente está el nombre. Durmieron en la habitación del Pito Real (Picus Viridis), el más común y extendido de los pájaros carpinteros de la península. Aprendes sin darte cuenta. Las habitaciones son amplias y confortables distribuidas como suite con dos plantas. Son lugares de descanso y confort: abajo un pequeño salón que invita a la lectura y arriba la habitación con el baño. El descanso de los clientes es uno de los pilares de la posada, por eso, tener ropa de cama de calidad es tan importante para ellos. Dormir entre hilos de algodón y lino tejidos de forma artesanal te conecta con la naturaleza y regala un sueño reparador. La decoración de toda la posada recupera el estilo y los muebles antiguos y de calidad. Cada mueble de la casa tiene su historia. Para conseguirlos, Valvanera y Javier recuperaron algunos enseres familiares y se recorrieron innumerables ferias y mercados.

La Posada Molino del Canto forma parte de la Red Ceres Ecotur y ofrecen a sus clientes cenas y desayunos. Como en el resto del alojamiento, cuidan los productos con los que cocinan. Intentan que el máximo número de productos sean ecológicos y de cercanía, aunque muchas veces es difícil conseguir lleguen de manera regular a este rincón alejado. Javier y Valvanera ponen su empeño porque saben que cuidar la materia prima de sus menús es esencial para un buen resultado. El ambiente del salón comedor es acogedor y relajante, una suave música acompaña de fondo.

Selección musical de calidad, alimentación ecológica, sábanas de algodón y lino, mantas de lana merina, cortinas de hilo fino hechas a mano, mantelería antigua, muebles de maderas nobles… Crean un ambiente acogedor y cálido que agradecen los sentidos. Lujo bien entendido.

En el universo de Javier siempre deben estar presentes los pájaros. Ya desde pequeño se hacía sus guías de aves con ilustraciones propias. Y cuando le regalaron sus primeros prismáticos ya no pudo dejar de pensar en aves y observarlas sin parar. Pasear con Javier es toda una experiencia. Él siempre está atento a lo que le rodea y conoce en cada momento qué aves sobrevuelan el cielo o qué pequeño pájaro está posado en el arbusto más cercano. Tuvimos la suerte de dar un pequeño paseo con él para observar dos colonias de alcaudones dorsirrojos que han criado en un paraje cercano. Javier puso a nuestra disposición todo su conocimiento y materiales para que no nos perdiéramos ni un detalle: prismáticos, dos telescopios de tierra, guías de aves…

Foto: Biela y Tierra.

Y lo de Javier y Valvanera no es solo afición. Desde hace muchos años son miembros activos de SEO Bird life y participan en diferentes programas de seguimiento de aves, atlas de aves invernantes, atlas de aves reproductoras y censos específicos de grupos de especies. Desde el 2009 están involucrados en el gran proyecto de aves, eBird, del Laboratorio Cornell de Ornitología de Estados Unidos. Javier es coordinador de diferentes campos del Equipo de eBird España, y participa también con el propio trabajo de recolección de datos, todo para un mayor conocimiento y conservación de nuestras aves. También colaboran en la elaboración de anuarios y atlas ornitológicos de la provincia de Burgos. Para Javier y Valvanera, de alguna forma, esto sirve para devolver a las aves todo aquello que éstas les dan. “Queremos devolvérselo, intentar aportar a todo lo que nos rodea” dijo Javier.

Javier y Valvanera están preocupadas por la situación ambiental. “El entorno rural donde vivimos y trabajamos está cada vez más deteriorado y enfrenta desafíos muy importantes, muchos de los cuales provienen de actividades que con el tiempo solo pueden traer más pobreza y despoblación.” A lo largo de su vida siempre han luchado por defender el medio ambiente y los entornos naturales que nos proveen de los recursos necesarios para mantener la vida. Por ello tenían claro que seguir con el ritmo y la demanda de recursos que implica vivir en las ciudades no es sostenible y apostaron por una vida más sencilla, consciente y conectada con la naturaleza. Con su manera de vivir y colaborando con entidades para el estudio y protección de las aves consiguen poner el foco en aquello que es verdaderamente importante: la vida. Actúan de manera local pensando de manera global para las generaciones presentes y futuras. Valvanera y Javier tienen esperanza porque conocen y confían plenamente en la naturaleza. “El poder de la naturaleza es tan grande que si conseguimos parar el efecto que los seres humanos estamos haciendo ella se podrá regenerar.”

Hablando de zonas y lugares para la observación de aves, Javier dijo que “todos los lugares son buenos para observar las aves. Hay que saberlo ver y enseñar”. Esta trabajadora y cuidadora pareja tienen pájaros en la cabeza y en el corazón. Y menuda suerte tenemos de que así sea.

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