La Franja de Gaza es una zona pequeña y con una gran densidad de población, hoy está además asediada por un ejército ideologizado que cuenta con un armamento sofisticado. Además de aguantar la sofocación y la violencia de esta agresión militar, la población debe comprar todo lo que come y todo lo que usa con el poco dinero que le queda (si es que no se ha perdido junto a su casa bombardeada). Necesita pan, la base de la alimentación, pero también cultivar sus propios alimentos en los campos arrasados y aplastados por las orugas de los tanques sionistas. Os contamos cómo es la situación en la Franja de Gaza de la mano de sus habitantes en el mayor campo de concentración sionista.
“Cada día hay más gente que pasa hambre”
Karam trabaja en una de las últimas dos panaderías que siguen funcionando en la localidad de Deir Al-Balah en el centro de la Franja de Gaza. Antes había siete panaderías, pero han cerrado por falta de harina y gas. La localidad, de 90.000 habitantes, recibió otras 300.000 personas desplazadas del norte de la Franja que se encuentran esparcidas allá donde pueden, en todos lados, en las escuelas, en el hospital Al-Aqsa, en las dos policlínicas, en casas de vecinos, en las aceras y las calles, o en chabolas improvisadas.
“Consumimos casi dos toneladas de harina al día”, cuenta Karam a AraInfo. “La gente empieza a coger turnos a partir de media noche, aunque abrimos a las 7.00 de la mañana. Se cogen turnos para evitar hacer colas durante la noche delante de la panadería. Cuando hay algún ataque aéreo, salen corriendo de la puerta de la panadería por miedo a ser bombardeados. Eso ha pasado ya en otras panaderías. No hay ninguna garantía de que no nos bombardeen también a nosotros”, explica el joven trabajador.
La Agencia de Naciones Unidas para las personas refugiadas de Palestina, UNRWA, ha proveído a las panaderías con harina gratis. Esto ha hecho que los precios hayan bajado a la mitad: de ocho shekel a cuatro. El shekel es la moneda israelí que se utiliza en la Franja de Gaza y está, indirectamente, administrada por el ente ocupante: Israel. Un euro equivale, hoy por hoy, a 4,22 shekels.
La cantidad que queda de harina, sin embargo, solo es suficiente para 14 días, como máximo. Karam cuenta que el goteo de gente en la tienda es constante durante todo el día, “sobre todo gente desplazada, hambrienta y sin dinero pidiendo algo de pan”. Cuando Karam vuelve a su casa siempre le paran personas de todas las edades. “Me piden pan para comer del que llevo bajo el brazo, y no puedes decirle 'no' a una persona hambrienta. Así que siempre llego a casa con la mitad del pan e incluso a veces con un tercio de la cantidad de pan”, cuenta a AraInfo.
Karam habla preocupado de que está habiendo casos de “atracos violentos” contra personas para robarles el pan. “La situación se agrava mucho debido al hambre, la falta de dinero y la ausencia de la policía y los servicios de seguridad del gobierno de Hamas”, apunta.
De las matanzas israelíes a la irresponsabilidad de Hamas
Israel es la primera causa del sufrimiento del pueblo palestino dentro de la Franja de Gaza. Es algo obvio, pero lo es también que Hamas se ha conformado como un movimiento burgués de ideología islamista-populista que tiene una milicia, administra ministerios, a un cuerpo de policía y a un servicio de seguridad. Hamas es un gobierno verdadero y es, por lo tanto, responsable del bienestar, la seguridad y la protección de la población de la Franja de Gaza. Ahora Hamas no está asumiendo su responsabilidad.
Actualmente no existe ni policía ni órganos de gobierno: todos están escondidos. A excepción del sector sanitario, hay muy poco personal civil que está asumiendo las tareas diarias y están siendo objetivos de los asesinatos selectivos por parte de Israel. El favoritismo y la corrupción en la administración de Hamas se refleja en el uso del escaso material que hay a favor de la clase hegemónica de una Franja empobrecida y masacrada, sobre todo en cuanto a la venta de agua potable, en estos momentos, o el uso de generadores de electricidad antes de que se acabase el combustible.
No se puede justificar la ausencia de los órganos del gobierno de Hamas por el bombardeo, porque Hamas conoce a Israel. Esto exige de Hamas un plan de emergencia, algo que no parece haberlo tenido en cuenta.
Sin acceso al campo agrícola gazatí
La Franja de Gaza ha sido autosuficiente en verduras desde los años 50. La sobrepoblación ha llevado a la sobreexplotación de la poca tierra agrícola. Debido a muchos años de ocupación israelí los campesinos de la Franja se volvieron dependientes totalmente de los entrantes israelíes como los sistemas de riego, pesticidas y, sobre todo, las semillas. Israel es una potencia mundial que exporta en ciencias agrícolas y ha logrado desarrollar variedad de semillas superproductivas con un consumo de agua mínimo. Sin embargo, las plantas que crecen de estas semillas no reproducen sus semillas, por lo tanto, en Gaza es inevitable volver a comprar las semillas de Israel para replantar. Lo que aumenta la dependencia del sector primario gazatí al ente ocupante.
Abu Majd, campesino y vendedor de verduras y frutas ha relatado a AraInfo cómo los precios en las zonas del sur de la Franja de Gaza se han doblado desde el bloqueo impuesto el pasado 7 de octubre. “Los campos más importantes están a lo largo de la Línea Verde -la línea divisoria que separa la Franja de Gaza de la tierra ocupada por Israel en 1948-, el encarecimiento es inevitable porque no hay vehículos para transportar el género, no hay combustible para los vehículos y lo que hay es muy escaso y demasiado caro”, dice Abu Majd.
Actualmente, un litro de gasoil cuesta diez veces más que su precio original, en caso de encontrarlo, por supuesto. “La cosecha principal de tomate nos viene de la zona de Rafah en el sur, y como no hay vehículos, se intenta traer con carros tirados por caballos o burros. Eso es muy lento y la carga que pueden llevar es pequeña”, continúa el campesino. Los animales necesitan cebada, salvado y paja como alimento y esto -dice Abu Majd- “escasea ahora y es muy caro porque importamos la gran mayoría de estos artículos”.
De los treinta comerciantes que proveen al mercado de Deir Al-Balah con verduras, solo dos pueden hacerlo en estos momento “y no van a tener combustible para más de una semana como mucho ¡Y no nos olvidemos que hay que ir a coger el género, lo que supone un riesgo de vida serio!”, advierte Abu Majd.
Los bombardeos indiscriminados han destrozado muchos pozos de agua de uso urbano y agrícola, además de muchos campos cultivados. Hasta el momento de escribir este artículo, casi el 70% de la tierra agrícola de la Franja de Gaza (unos 170 km2) es inaccesible debido al avance de las tropas israelíes. Esto es lo que ha hecho que el alimento escasee y haya sufrido una subida exponencial de sus precios. Un kilogramo de patata o tomate que hace un mes costaba 1 shekel, ahora cuesta entre 10 y 12. En cuanto a la fruta, la Franja solo produce dátiles, naranjas, fresas y guabas, algo de uva e higos en huertos familiares. Ahora es la temporada de dátiles y naranjas, el resto de frutas ha desaparecido del mercado.
El maldito triángulo: pan, agua y batería
Ahmad Odeh, un joven periodista refugiado cuenta a AraInfo el periplo por conseguir algo de pan para su familia. “A las 2.00 de la noche ya tengo que estar en la fila de la panadería para que pueda conseguir pan para mi hija de 4 años, mi esposa y para mí. Tengo un hijo de tres meses que necesita leche de fórmula y eso es otro sufrimiento, porque no encuentro, ninguna farmacia de la Franja tiene leche de fórmula 1 y 2 para bebés”.
“La espera varía entre una hora y tres, cada día, para llenar una garrafa de cinco litros”
A las 8.00 de la mañana, Ahmed acaba la tarea del pan y empieza la odisea de buscar un grifo de agua potable. “Hay una mezquita cerca que tiene unas placas solares que alimentan un aparato que filtra el agua, en caso de que llegue agua corriente”, explica. “La espera varía entre una hora y tres, cada día, para llenar una garrafa de cinco litros”. Después de volver a casa, Ahmed se queda con los niños para que su esposa, periodista, marche a trabajar, arriesgando también su vida.
“Entonces enchufo el móvil, ya no uso el portátil porque consume mucha energía. Mi mujer coge dos móviles y una tablet y va buscando algún sitio para cargarlos al 5% o 10%, hoy he logrado enviar este mensaje porque mi esposa ayer cargo el móvil en una farmacia”, añade, respondiendo las cuestiones de AraInfo.
Después de algunas horas vuelve su mujer y Ahmed sale a buscar un taller para cargar un poco la batería que usan para iluminar lo justo la casa. “En el camino de vuelta busco cartones, ramas de árboles… Incluso plástico porque lo utilizamos con la gente para hacer fuego y cocinar”, dice.
Ahmad vive en la ciudad de Gaza, pero tuvo que huir con su familia a la localidad de Deir Al-Balah. Allí tuvieron que salir porque la casa de su conocido se dañó por las bombas israelíes que cayeron cerca. Se encuentra ahora en la vivienda de conocidos de un amigo, donde se hacinan casi 30 personas en una casa donde vivían siete personas.
Ashraf Shannon, periodista veterano que cubrió todas las agresiones israelíes contra la Franja de Gaza también ha hablado con AraInfo. “Estamos en la cuenta atrás. Dentro de tres días si no llega combustible no podremos hacer intervenciones en vivo. Hablo de mi cadena de televisión. Todas las cadenas de televisión activas en la Franja de Gaza tienen a sus corresponsales basados en los hospitales de Shifa en Gaza, Al-Aqsa de Deir Al-Balah y Nasser en Jan Yunis. De hecho, nuestros aparatos están enchufados a la red eléctrica de los hospitales, de otro modo no podríamos cubrir nada. Es doloroso, aunque apagamos inmediatamente los aparatos tras terminar un informe directo, nos sentimos mal por consumir electricidad de un hospital, pero no hay otra alternativa. Hay una cadena que tiene en su sede placas solares y algo de combustible, aun así, tiene a dos corresponsales en Shifa y en Nasser que trabajan con nosotros. Aquí nada es sostenible”.
El tanajismo israelí: un genocidio justificado
De repente Ashraf deja de hablar, murmura, suspira, y luego dice: “Estoy viendo cómo traen al hospital a un niño, diría de unos 10 años. Lo están llevando ahora delante de mí. Lo que hace Israel ahora es sionismo de tanajista”.
El Tanaj, es el libro sagrado judío, que contiene la tora y otras escrituras. La interpretación sionista del tanaj se resume en lo que ha mencionado Netanyahu en muchas ruedas de prensa dirigiéndose al ejército: “Vamos a luchar como Yehoshua Ben Nun” (Josué Ben Nun). Lo dice Netanyahu en referencia a lo que hizo aquel personaje según el Tanaj: matar a todos los niños, mujeres y hombres de Jericó.
“Mis hijos y muchos niños están con vómitos y diarrea por la insalubridad en la cual vivimos. ¡Es degradante, es inhumano!”
Así grita, amargado, Motaz, un padre palestino de la localidad de Beit Hanun que fue arrasada y pulverizada por las bombas antes de ser ocupada por las tropas sionistas. Se encuentra en una escuela de UNRWA en Rafah. Es padre de cinco niños (el mayor 12 años y el pequeño 5) y cuenta a AraInfo que la UNRWA “da un ragif de pan para dos personas, no hay privacidad, ni suficiente agua o productos de limpieza e higiene”. Motaz dice que lleva diez días sin poder ducharse. “Mis hijos y muchos niños están con vómitos y diarrea por la insalubridad en cual vivimos”, añade preocupado. “La gente en las escuelas se está autogestionando. En pocas escuelas vemos al personal de UNRWA, vienen a dar al de pan y ya está ¡Y lo hacen con favoritismo además!”.
Un ragif de pan árabe es como una torta mexicana. Gran parte del personal local de UNRWA, a excepción del personal sanitario, se encuentra en sus casas, según cuentan las personas desplazadas. Las y los trabajadores de UNRWA extranjeros se marcharon de la Franja al inicio de la contienda. UNRWA ha perdido a 79 personas por bombardeos israelí, la mayoría en sus casas como el resto de la gente, y muy pocos durante su trabajo.
Hace unos días, miles de personas irrumpieron en los almacenes de UNRWA y se llevaron la comida almacenada. Hubo entre ellas unos ladrones que robaron sus generadores eléctricos. Esto es uno de los síntomas de la irresponsabilidad de UNRWA a la hora de contratar a personas incapaces de gestionar las operaciones. En la mayoría de las escuelas, el personal encargado abandonó sus puestos de trabajo y a la gente, tal y como han confirmado a AraInfo unos funcionarios que trabajan en el terreno de manera voluntaria. UNRWA es una de las agencias más importantes de la ONU, pero como el resto de los componentes del sistema de la post Segunda Guerra Mundial, está infestada de corrupción. Aún así existe el gran mérito de las pocas personas sinceras que trabajan en UNRWA y otras organizaciones.
Cabe mencionar que la Franja de Gaza recibía diariamente -cuando los pasos se abren- entre 500 y 550 camiones de bienes. Desde el pasado 7 de octubre hasta hoy han entrado 523 camiones en total y nada de gas o combustible. Debido a la prohibición de entrada de material para construir depósitos de combustible o gas, la capacidad máxima de almacenamiento en la Franja es suficiente para un mes solo.
En este momento crítico, la gente de Gaza se siente abandonada por los organismos oficiales y estatales. Fuera de la Franja, en otros países, la gente corriente puede apostar por el BDS, el Boicot a Israel, y aumentar la presión con las manifestaciones, concentraciones y llamamientos exigiendo a sus gobiernos romper los lazos con el régimen colonialista de Israel y expulsar a sus embajadores.
“El apoyo de gente ordinaria como nosotros nos consuela, pero falta parar a Israel y castigarlo. Quizá muramos aquí después de pasar hambre o después de un bombardeo, pero hay gente que morirá después de una vida cobarde, sin dignidad y sin principios ¡No nos dejéis solos!”, pide Motaz.
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