Almudena acaba de llegar de viaje de Estados Unidos y hace lo imposible por encontrar un hueco en su apretada agenda para acudir a Zaragoza a la proyección y posterior coloquio de ‘El Silencio de Otros’ dentro de las jornadas ‘La Imagen de la Memoria’. Luego volverá a la gala de los Premios José María Forqué, donde su documental será premiado (aún no lo sabe). Queremos hablar con ella, y nos atiende con una cercanía, una amabilidad y unas ganas dignas de otro premio.
En principio pensabais que iba a ser un proyecto corto, pero finalmente fueron más de 400 horas de rodaje ¿Qué fue lo que cambió vuestra planificación?
Inicialmente el proyecto iba a ser sobre los niños robados y pensábamos que iba a ser algo rápido, pero cuando llegamos aquí nos encontramos con el tema de la “Querella Argentina” y nos dimos cuenta que esto debía ser más grande. Ahí fue cuando nos comprometimos a hacerlo hasta que consiguiéramos terminarla bien. Se abría la posibilidad de seguir esta historia, y hacerlo en presente. Teníamos claro que no queríamos hacer un documental sobre memoria histórica, queríamos hacer un documental sobre la lucha presente. Y es que ésta es una historia de hoy.
¿Qué tiene que pasar para que finalmente se aborde este tema en serio y de una vez por todas?
Para empezar han tenido que pasar todos estos años. Por ponerte un ejemplo, hace ocho años, cuando empezamos con la película la gente nos preguntaba “¿Por qué hacéis esto? Esto no le interesa a nadie”.
¿A qué gente te refieres?
A todo el mundo en general. Recuerdo que enfrente de la Audiencia Nacional, cuando íbamos a grabar, algunos periodistas nos decían “esto no le interesa a nadie”. Unos años después, cuando íbamos a grabar la orden de arresto contra ‘Billy el Niño’ nos decían “¡qué buena idea!”. Lo que quiero decir es que han tenido que pasar todos estos años.
Digamos que estuvisteis en el momento adecuado y supisteis verlo.
Efectivamente. Y nos ha permitido descubrir, por todo lo que ha pasado con la película, que hay mucha hambre por saber, también entre la gente joven. No solo hay mucha hambre de saber en víctimas directas, sino en mucha otra parte de la población que se da cuenta de que esto nos toca a todos y todas. Es muy bonito ver en los coloquios gente de todas las edades, que además sale de las proyecciones absolutamente indignada, y yo siempre lo digo: transforma esa indignación en acción, ahora ya lo sabes, ahora ya puedes hacer. Y ese era también uno de nuestros objetivos, llegar a la gente. Por eso los premios no son un fin en sí mismo, los premios te hacen llegar a más gente y ese es el fin.
En cuanto a premios, ¿qué fue lo primero que te vino a la cabeza al recibir el primero?
El primer premio que recibimos fue cuando estrenamos la película en Berlín. Cuando cogimos el micrófono para presentar la película me temblaba la voz. Cuando terminó la película, estaba todo el mundo llorando y abrazándose, y ya no me temblaba la voz. En ese momento entendí que había funcionado el poder llegar a nuestro público y a un público más allá, que era absolutamente fundamental. Luego surgieron las distintas nominaciones a premios y demás. Pero insisto, lo primero que piensas es que vamos a poder llegar a más gente.