1920-2020: El atentado de los esquiroles de la huelga de gasistas

El conflictivo verano de 1920 abocaba a una situación traumática inevitable. En agosto al asesinato en Utebo del presidente de la sociedad de obreros campesinos le siguió en modo de respuesta el atentado mortal contra tres esquiroles de la huelga de gasistas en Zaragoza.

Página 15 de la revista Mundo Gráfico del 1 de septiembre de 1920 | Hemeroteca Digital de la BNE

A finales de junio, y en relación a la huelga de la metalurgia, se reanudó de nuevo el conflicto de los trabajadores del Gas y del ramo de los electricistas. Conflicto que se fue extendiendo hasta el brutal desenlace a finales de agosto. En medio de los conflictos laborales había una gran conflictividad social, aunque no se podía disociar ambos conflictos.

El 16 de agosto cayó asesinado por tres balazos Basilio Sánchez, presidente de la Sociedad de Obreros Campesinos de Utebo. Tras el suceso se entregó el autor del crimen, Lorenzo Cerrada hijo del presidente de la Sociedad de Patronos, justificando que tras una discusión en un baile por una chica con el también sindicalista, Tomás Agustín, este y sus amigos le siguieron con ánimo de agredirle llegando a apedrearle y alcanzarle en la cabeza. Según esta versión, Lorenzo se defendió con tres disparos que alcanzaron a Basilio. La noticia del crimen desató una oleada de protestas en la localidad. La realidad distaba mucho de la presentada por Lorenzo, los testigos si confirmaban la discusión entre Lorenzo y Tomás en el baile pero negaban el intento de agresión. El asesinato, según los testigos, fue premeditado y Basilio cayó asesinado mientras marchaba a las caballerías para acudir a Zaragoza en busca de melones.

A la crisis social y laboral había que sumar la institucional con la sorprendente huida del gobernador civil, el marqués de Algara, la madrugada del 21 de agosto. Huida con premeditación y nocturnidad que sorprendió no sólo a la ciudadanía sino también a las propias autoridades.

En medio de esta situación conflictiva, el 22 de agosto se comenzó a mascar la tragedia. En Gobernación se celebró una reunión de urgencia para intentar dar solución al problema del alumnado público. Previamente, por orden del Ayuntamiento, ante la falta de alumbrado los farolistas dejaron encendido las farolas el 16 de agosto. Dos días después, el alcalde junto al Secretario del Ayuntamiento y al arquitecto municipal José Yarza se reunieron con los representantes de los bomberos para pedirles que se encargasen ellos de encender y apagar el alumbrado. Ante la negativa de los bomberos por solidaridad con los huelguistas, el alcalde pidió a los vecinos que fueran ellos los encargados de la tarea. Tras varias reuniones infructuosas, ese 22 de agosto, el alcalde aceptó el ofrecimiento del arquitecto José Yarza, conocido somatenista, el escribiente Octavio de Toledo y el ingeniero César Boente, hijo del que fuera gobernador de Zaragoza, y otras ciudades, José Boente, a realizar las operaciones del alumbrado. Los tres se ofrecieron a sabiendas de las dificultades a las que se iban a enfrentar, para ello el Ayuntamiento organizó turnos de vigilancia a cargo de los paramilitares de Acción Ciudadana, acompañados del jefe de la sección montada de la guardia municipal junto a dos o tres guardias.

Acción Ciudadana, 1936 | AHPZ. Archivo Coyne.

El 23 de agosto los empleados municipales, bien escoltados, comenzaron su labor de “esquirolaje” apagando las luces del Coso y sustituyendo las rotas. Siguieron su labor subiendo por la calle Espartero hasta llegar a la Plaza San Miguel y desde allí hacía la Plaza Constitución. En todo momento fueron objeto de los insultos y la ira de los vecinos. A las 12:00 de la mañana se desencadenó la tragedia.

Las versiones difieren mucho. En las memorias del fiscal José Luís Galbe quedó recogida la versión según la cual Inocencio Domingo de la Fuente salió en defensa de una mujer que estaba siendo insultada por los esquiroles tras echarles ella en cara su despreciable trabajo. Inocencio, según esta versión, se encaró con ellos, sacó su pistola y disparó nueve veces alcanzado a los tres empleados en el corazón. La versión recogida por la prensa de la época, tras el juicio contra Inocencio, iba en una línea similar: según sus declaraciones Inocencio les echó en cara a los empleados el que actuaran como esquiroles y tras los insultos y amenazas sacó su pistola y disparó. Por otra parte, hay historiadores que vinculan a Inocencio con un grupo de acción de Zaragoza, los Indomables, lo que restaría justificaciones de casualidad al atentado.

Es difícil entender como rodeados de guardias y civiles armados una persona se pudiera encarar con los esquiroles, intercambiar insultos y amenazas y sacar su pistola y efectuar nueve disparos, siete de ellos certeros. ¿Actuó en solitario o fue un atentado de un grupo de acción cómo respuesta a los últimos acontecimientos?

Sea como fuere, tras el tiroteo Inocencio emprendió la huida pistola en mano. Tras recorrer el Coso y tirotear, sin acertar, frente al Casino a un guardia que lo intentó detener se ocultó en una casa de la Plaza Santa Ángel. En seguida fue descubierto, detenido y trasladado a comisaría donde fue brutalmente torturado. El principal periódico de la ciudad, el ultraconservador Heraldo de Aragón, negó las torturas y atribuyó las graves lesiones a una supuesta locura que le llevó a “tirarse al suelo y golpearse la cabeza contra los muebles, produciéndose algunas contusiones”.

La situación en los días siguiente empeoró y el tinte social que los medios de comunicación atribuyeron al atentado sirvió para aumentar la represión contra los sindicalistas. El alcalde intentó sin éxito que la policía urbana realizase las tareas del alumbrado pero sí logró el apoyo de la guardia municipal y de Acción Ciudadana. A los bomberos se les ofreció la readmisión si no pertenecían a sindicatos y si acataban las órdenes, a lo que se negaron tras ser readmitidos. El día 26 el alcalde dimitió. Las fuerzas vivas de la ciudad se reunieron en una asamblea en la Cámara de Comercio con dos acuerdos: ilegalización de los sindicatos y la posibilidad de la acción ciudadana para resolver los conflictos. El día 28, por las amenazas de las fuerzas vivas, fueron incapacitados cuarenta y un concejales de los cuarenta y cuatro que había en el Ayuntamiento, incapacitación no aceptada por las autoridades. Las fuerzas vivas se hacían con el control de la ciudad: cerraron y asaltaron sindicatos entre otras medidas. La situación se alargaría durante tres semanas. El nuevo Gobernador Civil, el conde Coello, volvería a poner en su cargo a los concejales inhabilitados el 14 de septiembre y reabría los centros obreros.

De toda esta historia hay que rescatar varios nombre y dos visiones enfrentadas de la historia. Por un lado el apellido Yarza: José Yarza arquitecto conocido y según historiadoras como Laura Vicente perteneciente a otro grupo paramilitar reaccionario y ultraconservador, el Somatén. Hoy en día es uno de los apellidos más reconocidos en la ciudad, perteneciendo a una de las familias más importantes y acaudaladas, dueños de Heraldo de Aragón, Grupo Henneo, Chip Audiovisual, y de otros medios de comunicación, accionistas del Real Zaragoza, de Ibercaja, y con otras relaciones empresariales cruzadas que están documentadas en el trabajo 'El Quiosco, Mapas del poder en Zaragoza'. En enero de 1934 otro Yarza: Manuel Baselga de Yarza, miembro de Falange, moriría tras ser tiroteado por un grupo de antifascistas en el centro de Zaragoza.

Hoy en día en el lugar del atentado hay una estatua que recuerda a los tres empleados asesinados, también hay un monolito en su memoria en el cementerio de Torrero. Cesar Boente, hijo del gobernador civil José Boente, tiene calles dedicadas en Zaragoza y en Pontevedra, de donde era originario. También hay una calle que recuerda a Octavio de Toledo. Esta es la parte de la historiografía oficial.

Inocencio Domingo, de origen cántabro, llegó a Zaragoza procedente de Lama de Langreo en mayo de 1920 en busca de trabajo, llegando a estar empleado como albañil y como obrero en la Industrial Química. Detenido tras el atentado contra los esquiroles y condenado a noventa años de prisión. Tras seis meses de prisión fue trasladado al Manicomio y con la llegada de la II República puesto en libertad. El estallido de la guerra le sorprendió en Segovia donde cayó en manos fascistas, salvó la vida por un intercambio con un sacerdote preso en zona republicana.

Tras la guerra se exilió en Francia donde acabó detenido por los nazis. Gracias a su trabajo de agitación consiguió la insubordinación de toda la compañía de ferroviarios en la que había sido encuadrado en los campos de trabajo de la Isla de Jersey, en el Canal de la Mancha. Acabaría falleciendo en un asilo en Hyéres en 1966 a los 74 años de edad. Poco más se sabe de él, ninguna placa ni monumento lo recuerda. La historia de un derrotado más.


Especial #CentenarioLibertario1920 fue uno de los años más importantes, sino el más, de la actividad anarcosindicalista y libertaria en la historia de Zaragoza: intentos de insurrección, atentados, terrorismo de estado, huelgas generales, huelgas sectoriales, muertos en ambos bandos… La presencia de organizaciones obreras era muy importante con la Federación Local de Sociedades Obreras y la CNT a las que había que sumarles los grupos de afinidad, como los Indomables.

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