15 años del ascenso a Primera División del Zaragoza Club de Fútbol Femenino ¿dónde están los homenajes?

En 2005, 20 heroínas lograron la hazaña de llevar a Zaragoza a la máxima categoría del fútbol femenino: “Lo conseguimos sin cobrar, sin material, por amor al deporte. Hicimos historia”. El reconocimiento público nunca ha llegado: “Costó mucho sacrificio por parte de las jugadoras, el cuerpo técnico y las familias, es una pena que no se valore”. “A veces algún despistado se pasaba por el campo y decía: ‘Ah, que son tías’, y se iba”

Arriba, de izquierda a derecha: Pilar Pérez, Susana Palmero, Paula Calvo, Leire Lozano, Pilar Velilla, Raquel Peliguero, Silvia Meseguer, Irene Sampietro, Carmelo Alcaine, Noelia Marqueta, María Marco “Beni”. Abajo: David Magaña, Lara Pardina, Loli Gil, Jana Lozano, Conchi Domingos, Laura Folch, Sira Abad, Isabel Faure y Eva Abad.

Son las 12:00 horas del 29 de mayo de 2005. Estadio Pedro Sancho de Zaragoza. Sobre el césped, las jugadoras del Inter Aragón – Transportes Alcaine (Zaragoza) y las del Club Deportivo Rayco (Las Palmas). Un punto les valía a las zaragozanas para ascender a la máxima categoría del fútbol femenino: la Superliga. Las canarias precisaban la victoria. 90 minutos por delante para hacer historia. Vaya si la hicieron.

20 pioneras tocaron el cielo ese día. Han pasado 15 años y la memoria de aquel hito permanece perenne en sus cabezas. Una proeza utópica en aquel momento –y así debería valorarse–, pero nada más lejos de la realidad: qué diferencia con el derroche laudatorio que acompaña a cada aniversario de cualquier éxito deportivo protagonizado por hombres.

¿No merecen estas mujeres un homenaje por todo lo alto? Preguntada por ello, la actual concejala de Deportes del Ayuntamiento de Zaragoza, Cristina García –exjugadora profesional de baloncesto–, se sale por la tangente: “En la Concejalía tenemos un claro compromiso con el fomento del deporte femenino, desde la base hasta la élite. Fruto del mismo, hemos formalizado la cesión del campo municipal Mudéjar al Zaragoza CFF. Es la primera vez que se cede una instalación municipal a un club de fútbol femenino. Estamos seguros de que el acuerdo va a servir para facilitar el crecimiento del club y del deporte femenino en Zaragoza”. Sobre el homenaje: “Si el club plantea hacer algo –cuando la situación lo permita– no hay ningún inconveniente”, aseguran desde el Consistorio.

¿Y qué dice el club? Rubén Alcaine, su vicepresidente, señala que “lo conseguido por estas mujeres fue una hazaña que abrió la puerta a que otras muchas chicas quisieran y pudieran jugar al fútbol. Claro que no descartamos hacer un reconocimiento público en el futuro”.

Por encima de dos equipos que cuadriplicaban su presupuesto

Los albores de esa aventura onírica que alcanzó su punto álgido en el ascenso (y que todavía hoy continua con el club tratando de volver a lo más alto) se sitúan en 1996 y en el equipo de fútbol sala del Instituto de Enseñanza Secundaria Media Albaida. Un año más tarde, y de la mano de David Magaña –entrenador y presidente hasta 2005–, al proyecto se sumó la creación del Inter Aragón Winter Garden de fútbol 11. En esa temporada lograron ser campeonas de Aragón de fútbol sala en categoría juvenil y, en la 2001/2002, consiguieron el ascenso a Primera Nacional Femenina de fútbol 11 (segunda categoría estatal).

Antes, en el año 2000, se llegó a un acuerdo para que Transportes Alcaine entrara como patrocinador. En la 2002/2003 y 2003/2004 fueron séptimas y cuartas respectivamente. En la siguiente llegó la heroicidad: campeonas en el grupo vasco y ascenso a Superliga en una fase con dos equipos que cuadriplicaban su presupuesto. Esta es la historia de aquella campaña, contada por sus protagonistas:

“Éramos un grupo de amigas, una banda, pero nos compenetrábamos”

Aunque con recuerdos dispares, las jugadoras con las que ha hablado AraInfo coinciden en señalar como clave del éxito la excelente relación que mantenían: “Éramos un grupo de amigas, que nos llevábamos muy bien dentro y fuera del campo. Cuando jugábamos en el País Vasco aprovechábamos para ir a la playa, nos hemos bañado hasta en invierno. Éramos una banda (ríe), pero nos compenetrábamos. Después de los partidos muchas nos íbamos a comer por ahí, y Marisa, la madre de Leire Lozano, de vez en cuando nos invitaba a comer chocolate a su casa”, recuerda con alegría y nostalgia Susana Palmero, que, en aquella temporada, jugaba en tres equipos: el de fútbol, el de fútbol sala y uno de baloncesto. En 2020, con 41 años, sigue jugando en tres equipos. Hasta que el cuerpo aguante.

“El equipo era una familia, yo creo que eso luego cambió”, señala la jacetana Irene Sampietro, que, con 17 años, era una recién llegada. Dos temporadas más tarde hizo las maletas para hacer carrera en Navarra: siete temporadas en Lagunak y una en Osasuna. En su currículum, algo para recordar: la primera futbolista aragonesa que fue mundialista, ya que disputó el Campeonato del Mundo Sub 19 en Tailandia en 2004.

Las expectativas cuando comenzó aquella temporada no apuntaban, por regla general, tan alto como después las aupó la realidad: “Lo quieres creer, porque lo sueñas y juegas para eso, pero era improbable. Además, pensábamos que si llegábamos a Primera no podríamos jugar, porque no había medios económicos”, dice Noelia Marqueta.

En el lado optimista de la balanza estaba Palmero: “Sabía que íbamos a hacer algo grande y, a medida que ganábamos partidos, nos lo íbamos creyendo más y más. Fue un milagro”. Pesimista era María Marco ‘Beni’: “Ni de coña. Yo me había pegado tres años jugando en el grupo de Euskadi, Navarra y Aragón y lo veía imposible. Teníamos un equipo muy normal, pero lo sacamos a base de garra, garra y garra”.

Beni había llegado al club en su primer año en Nacional y, con 32 años, era la mayor del equipo: “Después de estar tres años en el Corella (Navarra), Magaña me llamó cuatro días antes de empezar la liga en Primera Nacional (2002-2003) y le dije: ‘Pero dónde voy yo con 30 años’”. Finalmente, sus goles fueron decisivos (pero eso llegará después).

También Irene Sampietro analiza la plantilla: “Teníamos un equipo completo, potente, con una buena mezcla de jugadoras veteranas y jóvenes que venían apuntando muy alto”.

Una de esas jóvenes era Silvia Meseguer, que, aunque aún con ficha del filial, fue titular indiscutible durante toda la campaña. La de Híjar (Teruel) tenía entonces 16 años: “El objetivo en sí no era subir, pero te vas viendo primeras, y ya, cuando ganas la Liga y llegas a la fase de ascenso, tienes claro que hay que ir a por ello”.

“Mesi”, como se la conocía mucho antes de que el jugador argentino fuera lo que es, jugó cuatro temporadas en Zaragoza, cinco en el Real Club Deportivo Espanyol y, con 31 años, va a comenzar la octava en el Atlético de Madrid, con el que ha ganado dos Ligas y cuatro Copas de la Reina. A sus espaldas, 67 internacionalidades. Debutó con la Selección absoluta en 2008, y disputó la Eurocopa de Suecia en 2013, el Mundial de Canadá en 2015, la Eurocopa de Países Bajos en 2017 y el Mundial de Francia 2019. En agosto de 2019 anunció que dejaba la Selección para poder dedicarse al MIR.

“Antes del partido nos pegamos una paliza jugando al vóley playa”

Terminaron la temporada regular en primera posición con 60 puntos. Sólo uno por encima del Añorga. La fase de ascenso les emparejó con el Sporting Plaza Argel de Alicante y el Rayco de Las Palmas. Se disputó a un solo partido y a las aragonesas les tocó jugar como foráneas ante el equipo alicantino y de locales frente al canario.

Leire Lozano rememora entre risas como engañaron a los entrenadores del Plaza Argel: “Antes de la fase de ascenso jugamos un partido amistoso contra el Barcelona. Magaña sabía que había ojeadores del Plaza Argel y nos cambió a todas de posición: la extremo izquierda de lateral derecho, la defensa central de delantera. Nosotras nos cabreamos muchísimo, le decíamos: ‘Por qué haces esto’, pero mira, salió bien”.

Llegó el primer partido: “Nos tomamos el ir a Alicante como un premio, pero una vez que estás dentro del campo nos pusimos serias”, evoca Sampietro. Y tanto, en el minuto 20 ya ganaban 0-2 con goles de Beni: “Hacía mucho calor y nos habíamos pegado una paliza que no veas jugando al vóley playa. Comenzó el partido y, gracias a un pase de Laurita (Laura Folch) y otro de Meseguer, metí dos goles. Ahí ya me lo creí. Dije: ‘Todavía subiremos’”, comenta la goleadora.

Ulteriormente se enfrentaron Plaza Argel y Rayco y el partido terminó con empate a uno. Todo se ponía de cara para alcanzar el sueño: partido en casa y con un punto era suficiente.

“Estábamos cagadas”

Por primera vez se concentraron antes de un partido en casa. Fue en el Hotel Palafox. Leire Lozano comenzaba la selectividad el día siguiente del partido: “En el hotel, el día anterior, me fue imposible estudiar, estaba muy nerviosa. Yo creo que si no hubiéramos ascendido tampoco hubiera aprobado la selectividad”, dice entre risas. Tenía entonces 17 años y llevaba en el club desde los 13, donde compartía vestuario con su hermana Jana. Estuvo en el Zaragoza hasta 2011, cuando las lesiones la hicieron dejarlo. “Pensé: ‘El fútbol no me va a dar de comer’”.

Ahora sí. 12:00 horas del 29 de mayo de 2005 en el Pedro Sancho de Zaragoza. En el césped: Pilar Velilla, Eva Abad, Noelia Marqueta, Susana Palmero, Isabel Faure, Sira Abad, Irene Sampietro, Silvia Meseguer, Laura Folch, Beni y Leire Lozano. En el banquillo: Pilar Pérez, Raquel Peligero, Conchita Domingos, Ana Bazán y Jana Lozano.

Minuto 10: balón por alto que supera a la defensa aragonesa y gol del equipo canario ante la salida de Velilla. 80 minutos por delante para conseguir, al menos, el empate. “Fue un partido muy duro, de mucha tensión”, apunta Sampietro. Su compañera Noelia Marqueta reconoce que había nervios: “Estábamos cagadas. Yo creo que lo que nos llevó a ganar era que teníamos mucha energía: antes del partido estábamos saltando en el vestuario con la canción de Rocky”.

Sobre el minuto 70 llegó un momento clave: otro balón largo a la espalda de la defensa, otro mano a mano. Eternas milésimas de segundo entre que la jugadora canaria –con el balón en los pies– encara a la portera aragonesa… “Corrí como si me fuera la vida en ello, pero no pude llegar”, indica Marqueta. Beni ya se estaba castigando: “El balón lo había perdido yo y de lejos miraba diciendo ‘la he cagado, la he cagado’”.

Entonces, con una intervención que, años más tarde, Casillas emularía ante Robben, la guardameta ganó una bola extra para ella y todas sus compañeras. “La parada de Velilla nos hizo ganar el partido”, sostiene Beni.

El gol de Silvia Meseguer

Minuto 80: falta por detrás de la línea de medio campo. Nadie duda de quién golpeara: Susana Palmero. “Soy muy creyente, y la esperanza es lo último que se pierde. Yo apuntaba a la portería y a ver si alguna entraba, que alguien le diera con la cabeza, con el culo, con lo que fuera.” Fue con la cabeza: “Estaba en el área. Palmero tenía un gran golpeo y sabía que iba a llegar allí”, comenta Meseguer.

A sus 16 años, la que posteriormente se convertiría en una de las mejores jugadoras de España, consiguió de cabeza el empate. “De todo el partido sólo me acuerdo de eso. Del gol”.

“El tanto de Silvia lo tengo grabado, fue una alegría tremenda, algo indescriptible”, señala Sampietro. “Meseguer era una pasota, en el intermedio se comía bocatas de salchichón, quizá por eso era un diésel y llegaba al final de los partidos a tope, además, siempre se colocaba muy bien”. Así lo cuenta Noelia Marqueta, la capitana del ascenso que formaba pareja en el centro de la defensa con Palmero. Con 25 años, jugaba su primera temporada en Zaragoza. Reconoce que, meses antes, se veían más limitadas que sus rivales: “Ellas cobraban dinero y nosotras estábamos palmando pasta. Nuestro mérito fue estar juntas, el grupo, yo miraba dónde se colocaba Susana y ya sabía lo que tenía que hacer”.

Mientras otro balón de falta sacado por Palmero volaba hacia el área canaria, el árbitro señaló el final del partido. Acababan de escribir una página con letras de oro en la historia del deporte aragonés. Pero… ¿tuvo repercusión?

“Yo me acuerdo que hice muchas entrevistas. El día del ascenso los medios sí se volcaron”, afirma Meseguer. “No”, asevera rotunda Beni, “me sentí mucho más apoyada en Navarra, por parte de la federación, de los medios, de todo. Aquí empezaron a hablar de nosotras cuando ganamos la Liga, hasta ese momento, nada”. Sampietro reconoce que era joven “y no entendía si aquello debía tener repercusión. Pero si lo miro con ojos de ahora, te digo que tuvo muy poca”.

Marqueta lo recuerda bien: “En ese momento hubo movimiento, pero fue a base de mucho trabajo. Yo, como capitana, iba a la televisión para que nos hicieran algo de caso. David se empeñó en conseguirlo y lo consiguió. Fue su sueño y nos lo pegó a todas”.

Recepción en el Ayuntamiento de Zaragoza tras conseguir el ascenso.

“Una mujer tiene que currárselo el doble o el triple que un hombre”

Fueron recibidas en el Ayuntamiento tras el ascenso, pero no hubo más homenajes –anota Palmero–: “No, nunca, y es una cosa histórica que nadie ha vuelto a hacer. El fútbol femenino no vende, pero da dinero. Una mujer tiene que currárselo siempre el doble o el triple que un hombre. Fue una de las épocas más bonitas de mi vida. Periódicamente se recuerdan acontecimientos, pero esto nunca. Y lo conseguimos sin cobrar (cada una recibió 50 euros por ganar la Liga), sin material, por amor al deporte. Hicimos historia”.

“Costó mucho sacrificio por parte de las jugadoras, el cuerpo técnico y las familias, es una pena que no se valore”, apunta Meseguer. “Nos merecemos un homenaje, por supuesto, pero creo que teníamos asumido que esto iba a ser así”, reconoce Marqueta. Irene Sampietro se queda con que lo que ellas consiguieron sirvió para que muchas más chicas, que querían jugar al fútbol, tuvieran el camino más fácil. Eso sí, no duda de que la magnitud de lo logrado: “Sería bonito que nos lo reconocieran”.

“A veces algún despistado se pasaba por el campo y decía: ‘Ah, que son tías’, y se iba”

Queda muchísimo por avanzar en el fútbol femenino que, hace pocos meses, logró algo tan histórico como necesario: la firma del primer convenio colectivo. Silvia Meseguer ha vivido en primera persona toda la evolución: “En aquel momento viajábamos en autobús e íbamos y veníamos en el mismo día, entrenábamos a las 21:00, que no son horas para un deportista, y compartiendo campo. He tenido la suerte de disfrutar del fútbol profesional, y ahora, en el Atlético, tenemos instalaciones prácticamente propias, entrenamos en campos de hierba natural…”. Aun así, asevera, “queda mucho camino por recorrer: prácticamente estamos empezando. Se televisan partidos desde hace dos o tres años. Hay que conseguir que todos los equipos tengan igualdad de condiciones en instalaciones, servicio médico, un salario digno…”.

Leire Lozano es una de las más críticas con la exagerada diferenciación de tratamiento entre el fútbol jugado por hombres y el de mujeres: “El Real Zaragoza podía haber sido pionero al crear un equipo femenino, pero no les dio la gana. Sólo queríamos tener su equipación y poder usar las instalaciones. Ni sueldos ni nada. Entiendo que el fútbol masculino da más dinero que el femenino, pero es deporte y no debería depender de quién venda más camisetas. Nosotras hemos sido durante mucho tiempo la máxima representación del fútbol aragonés: ¿por qué el Real Zaragoza (estando en Segunda) juega en La Romareda (que es municipal) y nosotras en Primera jugamos en el Pedro Sancho y pagando? Entrenábamos sólo físico dos días en el Parque Grande y los viernes disponíamos de medio campo para entrenar con balón”.

También subraya esas divergencias Noelia Marqueta, que lo ejemplifica: “Una vez, el Real Zaragoza y el Zaragoza CFF jugábamos en la misma ciudad: ellos en avión, nosotras en autobús. Ellos a comer a un restaurante, nosotras con el tupper de casa. Ellos en un salón privado del hotel, nosotras con el resto de la gente”.

Marqueta –al igual que Palmero y Beni– es militar: “La gente en la cantina me decía ‘mira, sales en el periódico’, y yo les respondía: ‘Pero si te he dicho mil veces que juego en un equipo de fútbol en Primera división’. Hasta que no te veían en la foto no se lo creían: mujer y jugando en Primera, era algo que no les entraba en la cabeza”. Eso se notaba en las gradas, en las que (exceptuando el último partido) sólo habituaban a estar los familiares, amistades y parejas de las jugadoras. “A veces algún despistado se pasaba por allí, y decía: ‘Ah, que son tías, y se daba media vuelta’”.

“Las instituciones daban muy poco dinero –explica–, yo, como capitana, iba al Pabellón Príncipe Felipe, porque sabía que allí estaba el responsable municipal de Deportes, y era la manera de conseguir hablar con él”.

Con o sin reconocimiento público, lograron una proeza. Sus nombres han de recordarse como historia del deporte aragonés. Ellas son Eva Abad Reche, Sira Abad Reche, Paula Calvo Aina, Conchita Domingos Montserrat, Ana Bazán Frago, Isabel Faure Plo, Dolores Gil, Laura Folch Tello, Leire Lozano Navas, Jana Lozano Navas, María Marco, Noelia Marqueta, Raquel Martín Úbeda, Silvia Meseguer Bellido, Laura Pardina Viella, Raquel Peligero, Pilar Velilla, Pilar Pérez, Irene Sampietro Guillén y Susana Palmero Herrera. Entrenador: David Magaña.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies