Vota a Ramón Tamames

Comentario sobre la moción de censura presentada por el partido ultraderechista Vox que tendrá como candidato al economista y exdirigente del PCE, de 89 años, Ramón Tamames

fachada del congreso español para ilustrar esta noticia sobre la ley trans
Congreso español | Foto: Ángel Giménez.

Corrían finalísimos de los 70, tal vez eran las primeras elecciones municipales celebradas en Madrid, cuando una niña vestida de uniforme gris, recién salida del colegio de monjas, recorría en un Seiscientos las calles del barrio madrileño de Entrevías. Un Seiscientos azul prestado que conducía su tío al mismo tiempo que se encargaba de difundir las consignas desde el megáfono recién instalado. Le habían colocado al auto unos altavoces en la baca y con un aparato porta casetes, emitían música de Quilapayún y Víctor Jara. Los eslóganes se los inventaba su tío sobre la marcha. El coche estaba además decorado con pancartas del Partido Comunista, que se presentaba a las elecciones municipales. “Si con Álvarez no te lames, vota a Ramón Tamames”, se desgañitaba a gritar el tío de la niña de uniforme por el aparato que retumbaba. El eslogan no era ni muy ingenioso ni muy elegante pero resultaba eficaz en aquellos madriles. José Luís Álvarez era el candidato conservador, de Unión de Centro Democrático, que ganó por votos pero que terminó perdiendo la alcaldía al sumarse los votos de los concejales del PSOE y los del PCE para nombrar así alcalde a Tierno Galván. Y Tamames, Ramón Tamames, ya saben quién es, ¿no? ¿Seguro?

El Seiscientos tenía que llegar hasta la calle Sierra Contraviesa donde existía una sede socialista. Un local que daba cabida a todo lo que sonase a izquierda y a cualquiera que estuviese animoso o animosa para cantar la Internacional. Y en frente justo se encontraba la casa de la niña del uniforme gris con falda de tablas. Tras un penúltimo grito de guerra “Si con Álvarez no te lames, vota a Ramón Tamames”, en el que participaron entusiastas y al unísono tío y sobrina, ambos bajaron del coche customizado por el PCE para llegar hasta la entrada del portal donde les esperaba la madre de la criatura. La progenitora, abochornada y culposa, agarró fuerte del brazo al ser de siete u ocho años de edad y espetó a su cuñado con determinación: “¿Te parece normal meter a la niña en la campaña política y pasearla con el uniforme de las monjas en un coche del PCE?” Este hecho más o menos se repitió a lo largo de la campaña para diversión de la menor y cabreo mayor de la madre.

El caso es que el rinconcito zurdito de la calle Sierra Contraviesa fue una fiesta por Tierno, por Carrillo, por Tamames, por tantos militantes con ganas de revolución y de cambios. Allí se hacían e hicieron fiestas. Se bebía, se fumaba y se bailaba. Adultos y niños. Allí la niña del colegio de monjas y su hermano jugaban y se socializaban. Allí soñaban sus padres y cantaban canciones de Paco Ibáñez. En esas fiestas y en las manis que organizaban lucía su padre sus bigotes y patillas labordetianos y su madre vaqueros de pata de elefante y una camiseta amarilla que decía “Sandino vive, Nicaragua vencerá”.

La niña de colegio de monjas ya no vive en Entrevías, ni la familia tampoco. El centro obrero hace mucho que dejó de existir. Su madre tal y como se desarrollan los acontecimientos en Nicaragua hoy en día prefiere un traje del diseñador Eduardo Navarrete y su tío, con su tío no he hablado, pero debe de estar por cortarse la lengua tras la moción de censura de Vox que encabeza Tamames.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies