La ONG InteRed Aragón ha elaborado recientemente un estudio acerca de en qué condiciones se han ejercido los trabajos de cuidados durante el confinamiento por el coronavirus, y cómo ha afectado esta situación a las personas cuidadoras. De este estudio se revela que la situación de confinamiento ha causado afecciones mentales a un alto porcentaje de la población aragonesa. El estudio se ha realizado sobre una muestra de 1.000 personas en Aragón, y forma parte del proyecto 'Impulsando metodologías coeducativas para la ciudadanía global en la educación formal', que InteRed Aragón está desarrollando en el territorio aragonés.
Por otra parte se ha observado una mayor fragilidad, más riesgo por caídas y una reducción drástica de la autonomía personal como consecuencias que el confinamiento de estos últimos meses ha tenido para la tercera edad. Así lo demuestra un estudio desde el grupo de Investigación ENFYRED (Entrenamiento, Actividad Física y Rendimiento Deportivo) de la Universidad de Zaragoza y la dirección de un Trabajo Fin del Máster Universitario en Evaluación y Entrenamiento Físico para la Salud, realizado por Laura Bosque con supervisión de los doctores Carlos Castellar, Francisco Pradas y Elena Castellar.
La situación de los últimos meses, ha obligado a todo el mundo a realizar un importante cambio de hábitos en su vida diaria, a pesar de haber surgido gran variedad de iniciativas para fomentar la práctica de ejercicio físico desde casa. En el caso de las personas mayores, que viven solas o en residencias geriátricas, esto ha sido más difícil de llevar a cabo ya que, debido a su mayor fragilidad, necesitan personal especializado que les instruya y supervise individualmente atendiendo a sus limitaciones de salud. “La disminución de la actividad y movilidad a lo largo del día, junto con el aumento del tiempo sedentario, tiene importantes consecuencias negativas para la salud. Este problema es de menor importancia en personas jóvenes y sanas que podrán recuperar fácilmente su condición física tras la vuelta a la actividad habitual, pero conforme avanza la edad, la recuperación de la condición física y de la funcionalidad tras un largo periodo de inactividad en personas mayores va a requerir mucho más tiempo y esfuerzo”, anota el doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte Carlos Castellar.
Además, según los datos recopilados por InteRed Aragón, el 43% de la población aragonesa sufrió ansiedad durante el confinamiento, y un 60% sintió tristeza o angustia. Además el 35% de las personas encuestadas aseguraron haber vivido situaciones de mucho estrés, y un 25% declararon haberse sentido muy solas durante el estado de alarma. El 51%, además, reconoció haber dedicado 1 hora o menos al día a su propio autocuidado. Y un 12% aseguró no haber dedicado nada a cuidarse durante el estado de alarma. Esto derivó en situaciones de cansancio para el 50% de la población, que se transformaron incluso en estrés en un 35% de los casos.
En opinión de Patricia Pérez-Caballero, responsable de InteRed Aragón, estos datos ponen en evidencia que "vivimos en un sistema que pone en el centro los mercados, no las vidas de las personas", haciéndose evidente que el sistema social se sostiene en Aragón "porque el cuidado se ejerce de manera silenciosa, sin derechos, sin reconocimiento, pero de manera imprescindible".
Reactivación de las redes de solidaridad
Como parte positiva, el estudio revela también el auge de las redes de solidaridad y apoyo mutuo durante el estado de alarma en Aragón. Así, más del 50% de las personas encuestadas reforzaron lazos con sus seres queridos durante el confinamiento, un 40% estuvieron disponibles para ayudar a otras personas y un 20% se implicaron en iniciativas de apoyo vecinal, laboral u otro tipo de iniciativas comunitarias.
Estos hechos reflejan, según Pérez-Caballero, la alta capacidad de "resiliencia" de la población, que se ha "implicado en el apoyo mutuo, la solidaridad, los lazos familiares y vecinales".
Precisamente, la situación particular de la tercera edad también ha sido objeto de este estudio de la Universidad de Zaragoza y clínica Nasser. La investigación ha analizado los cambios en la capacidad funcional de más de 40 personas mayores institucionalizadas en una residencia de la tercera edad, tras diez semanas de aislamiento residencial. Para ello, se utilizaron tres pruebas científicamente validadas para personas mayores (Short Physical Performance Battery): un test de equilibrio, otro de velocidad de marcha y un test de levantarse y sentarse de una silla sin ayuda de los brazos. Todas las pruebas sufrieron un descenso significativo, más acentuado en la prueba del equilibrio y en la de levantamiento de la silla. Los y las residentes más frágiles, que eran menos activas previamente, han quedado tras este periodo con una importante limitación de su funcionalidad, algunas con criterios de discapacidad. Tras este estudio, se puede concluir que durante el aislamiento se ha agudizado el deterioro funcional de esta población, y, por ende, ha aumentado su fragilidad, riesgo de caídas y demás consecuencias que pueden ser determinantes en su salud y calidad de vida.