Tour 2022: crónica de una redención total

El inicio del Tour 2022 quedó salpicado por el atropello intencionado de un conductor sobre la grupeta de Alejandro Valverde. La pandemia no nos ha hecho mejores.  El recorrido de la 109 edición del Tour venía un poco a reconciliarse con paisajes clásicos del Tour y con un recorrido más equilibrado. Un Tour bello en todos los sentidos, de los más bonitos de las últimas dos décadas.

Tour 2022

En los últimos diez años, han muerto durante el verano, una media de 8 ciclistas por accidente de tráfico. Hablamos de fallecimientos porque las cifras de atropellos y lesiones se disparan mucho más. El inicio del Tour quedó salpicado por el atropello intencionado de un conductor sobre la grupeta de Alejandro Valverde, el tipo encajó mal un reproche de los ciclistas tras una maniobra peligrosa y reaccionó arremetiendo contra ellos. Las imágenes son espantosas. Y la falta de civismo y escrúpulos de según qué individuos asusta mucho más. La pandemia no nos ha hecho mejores.

109 edición del Tour. El recorrido de 2022 venía un poco a reconciliarse con paisajes clásicos del Tour, tras un 2021 en el que los grandes puertos de los Alpes desaparecieron del trazado. 8 llegadas en alto nos resarcían del año pasado, aunque hubiera de todo, etapones como el de Alpe d’Huez, Peyragudes o Hautacam, y metas en subidas explosivas como Lausanne o Mende. Llegadas para todos los gustos donde se echaba a faltar alguna etapa de gran kilometraje entre las de montaña (176 la que acabó en La Planche des Belles Filles, la más larga). Volvían los adoquines, desde 2018 no se pedaleaba por el territorio de la Roubaix. Y un recorrido más equilibrado, con dos contrarrelojes, la inicial en Copenhague y una de 40 km por los alrededores de Rocamadour, que haría de antesala a la fiesta parisina.

Si echamos la vista atrás a los vencedores de los últimos diez años, el dominio del entonces Sky ha sido abrumador, desde Bradley Wiggins hasta las victorias recientes (2018 y 2019) de Thomas y Bernal, pasando por los cuatro entorchados de Chris Froome. Sólo Nibali, que se retira este año, rompió la dictadura de la escuadra británica, en 2014. Tadej Pogacar irrumpió con fuerza en el año de la pandemia, ganando su primer Tour con 21 años. Era el Tour de Roglic pero en una etapa que pasará a la historia, Tadej remontaba un minuto al líder del Jumbo, en la contrarreloj del penúltimo día. En 2021 lo tuvo más sencillo, ganando por aplastamiento y en todos los terrenos. Así que 2022 era la crónica de corroborar si el Imperio Pogacar abría una nueva era, tal y como tuvimos con Hinault, Lemond, Indurain... O nos redimíamos con algún ciclista capaz de disputarle de tú a tú, cuando la carretera se pusiera exigente.

Recorrido del Tour 2022.

Pogacar dominaba todo, sería el primero de los favoritos en la crono inicial (3º, a 7 segundos de Yves Lampaert, del Quick-Step), se vistió de amarillo en Longwy, tras devorar a todos en la rampa de meta, y por supuesto se imponía en La Planche des Belles Filles, respondiendo a un ataque de Vingegaard dentro del último kilómetro.

Las tres etapas por Dinamarca fueron más bien tediosas, un escaparate por un país llano, muy plano, con dos sprints muy ajustados, en Nyborg se impuso Fabio Jakobsen (QuickStep) y en Sonderborg, Dylan Groenewegen (BikeExchange). A partir de aquí el show de Wout Van Aert, que había logrado el maillot amarillo en la segunda etapa y nos deleitó con una victoria en solitario en la cuarta etapa, en Calais, al lado del Eurotúnel, con un ataque de equipo en la última cota, a 10 km de meta. Nadie pudo seguirle.

La temida etapa de los adoquines estuvo muy entretenida (Lille-Arenberg, 153 km), hubo batalla, movimientos de los favoritos y varios damnificados en el traqueteo de los tramos de piedras, que no eran los más duros pero seleccionaron la carrera (11 sectores en los últimos 70 km). Ganó la fuga, bien sufrida y trabajada pero siempre con margen. Simon Clarke (Israel) inauguraba su palmarés en el Tour a los 36 años, venciendo en el sprint a Taco Van der Hoorn, Edvald Boasson Hagen y Neilson Powless. Por detrás hubo batalla y unos cuantos perjudicados por caídas, pinchazos o cortes. Pogacar se gustó, atacando con el experto Jasper Stuyven, aunque el beneficio final no fuera muy grande, unos diez segundos respecto al grupo de favoritos. El trabajo impagable de Van Aert hizo el resto, en un día que no fue para los clasicómanos, ni Van der Poel ni Asgreen ni Van Baarle. Es el Tour y aquí se juega a otra cosa.

En el pavé de Arenberg, Ben O’Connor se dejaba unos tres minutos, Roglic casi dos. O’Connor se volvió a dejar dos minutos y medio en la etapa con final en Longwy. Caruso, un minuto en La Planche, Vlasov, un minuto y cuarenta segundos. Urán, con una despedida a lo grande de la general, se dejaba unos siete minutos, en una etapa en la que estuvo en la fuga y llegó a ser líder virtual camino de Châtel Les Portes du Soleil. Daniel Felipe Martínez no tenía las piernas con la suficiente fuerza y camino de Les Portes du Soleil se dejaría 16 minutos. Otros como Guillaume Martin se tuvieron que retirar por el coronavirus. El mismo que puso en peligro al equipo de Pogacar, justo en el momento clave, hasta su director, Joxean Fernández “Matxín” tuvo que irse para casa. Enric Mas (Movistar) aguantó hasta la tercera semana, camino de Hautacam, retirándose por Covid, cuando la carretera lo había dejado con miedo en los descensos, poca ambición y lejos del top-5.

La exhibición de Van Aert a lo largo de todo el Tour no tiene parangón alguno en los últimos años. Camino de Longwy (sexta etapa, 219 km) atacó, para morir con las botas puestas. Una fuga larguísima acompañado de Fuglsang -que desistiría- y de Simmons. Desgaste al pelotón y bellas imágenes con su perfil de rodador y el jersey de líder. Los cazaron en los últimos kilómetros y Wout perdería el liderato (7 minutos en meta), pero su gesta fue elogiada por todo el mundo. Aún tuvo fuerzas para ganar el sprint reducido de la octava etapa (Lausana), en esa subida final al Estadio Olímpico, donde Pogacar quiso ayudar a su colega Matthews.

La estructura del Jumbo-Visma cumple 25 años. Desde sus inicios como Rabobank, se trata de un equipo que ha ido evolucionando, con un perfil inicial hecho de velocistas y clasicómanos hasta la actualidad. El asalto al Tour siempre se les había torcido. Y eso que tuvieron apuestas potentes como la de Denis Menchov, ganador de Vuelta (2007) y Giro (2009). O Michael Rasmussen, el danés volador que rozaba el triunfo en el Tour de 2007 y que fue expulsado de la carrera por mentir sobre su paradero en dos controles antidopaje. Y ya recientemente, Steven Kruijswijk o el esloveno Primoz Roglic, un ciclista total, ganador de las últimas tres ediciones de la Vuelta y que acarició el Tour de 2020. De esta forma, Jonas Vingegaard redimía a este equipo con su victoria en la principal carrera por etapas.

El Tour parecía muy predecible hasta que llegó el miércoles 13 de julio, con la primera etapa de montaña de entidad. Salida en Albertville, corazón de la Savoya, paso por el Galibier, por su vertiente más dura y final en el Col du Granon, un durísimo puerto de 11 km al 9% de pendiente media, que inexplicablemente el Tour solo lo había subido en el lejano 86, con victoria agonística de Eduardo Chozas. Todo empezó en el Galibier, a 70 km de meta, con el grupo de favoritos despedazado y con un Jumbo que empezó a realizar ataques en cadena, entre Roglic y Vingegaard, con el objetivo de aislar a Pogacar y que respondiera a todos los demarrages. Con una carrera rota, sucedió lo imposible en el Granon, Pogacar revienta ante un ataque de Vingegaard a 5 km de la meta, victoria de etapa y una renta de dos minutos y pico sobre el esloveno. Un día para la historia, que nos devolvía al ciclismo de antaño, con situaciones cáoticas, mucho ritmo y ciclistas llegando de uno en uno. De hecho, la general que quedaba tras esta etapa sería más o menos la definitiva en París -obviando los subes y bajas de algunos ciclistas-.

Tour de Francia
Vingegaard celebra la victoria en el Granon.

Tras el etapón del Granon, llegaba el folclore ciclista de Alpe d’Huez. La cima mítica que todo lo cura, la que no se subía desde 2018, el circo de los espectadores, para bien y para mal, en este primer Tour de la normalidad. Paso previo por Galibier y Croix de Fer, los esfuerzos del día anterior se pagaron, lo que provocó que la fuga del día llegara a pie del puerto final con todas las opciones -seis minutos de ventaja sobre el grupo de favoritos-, y ahí emergió Thomas Pidcock (Ineos), 22 años, otra joya del ciclocross, que atacó desde la base, dejando de uno en uno a sus compañeros de fuga, Meintjes, Froome, Powless, Ciccone. Por detrás, Jumbo controló sin problemas, los esperados ataques de Pogacar fueron bien resueltos por Vingegaard. Bardet pagaba los esfuerzos del Granon y se caía del podio. Y por supuesto una mención especial para Chris Froome, se filtró en la fuga del día en una etapa durísima, tras meses de verlo sufrir sobre la bicicleta, hizo tercero en la etapa y esto ya es un éxito para un tipo que es un profesional como la copa de un pino.

Una redención en forma de escapadas, de todo tipo y con diferentes desenlaces, como la jornada del domingo 10 de julio, de media montaña, entre Aigle y Châtel Les Portes du Soleil, con la cabalgada de Bob Jungels (AG2R), a un mundo de meta, la persecución insistente de Thibaut Pinot y el acoso por detrás de la pareja Carlos Verona y Jonathan Castroviejo. Entre Morzine y Megève se rodó a 44 km/h, en otro perfil de media montaña con una ascensión final de 19 km muy tendida, la fuga era variada y de mucha calidad, se produjeron varias alternativas en cabeza en el tramo final. Con Luisle Sánchez, Jorgenson, Schutz o Van Baarle, aunque al final la victoria, en un apretadísimo sprint se la llevó Magnus Cort (EF Education), gracias al trabajo de su compañero Bettiol. El ciclista danés lograba un triunfo de prestigio tras haberlo intentado mil veces en la primera semana de carrera.

El extraordinario desenlace de la fuga en la pestosa etapa con final en Saint-Étienne, con Mads Pedersen (Trek) en plan killer, que hizo lo que quiso en la escapada, zafándose de rodadores como Ganna o Küng y ganando el sprint a sus compañeros de viaje, Fred Wright y Hugo Houle. Al día siguiente, etapa por el Macizo Central con final en Mende, una subida icónica del Tour, breve pero eléctrica y mucha emoción en la victoria del aguerrido Michael Matthews (BikeExchange) en un pulso agónico con Alberto Bettiol en las duras rampas de la cota que homenajea a Laurent Jalabert.

Entre estas etapas y las pirenaicas se nos colaba una jornada que debía ser para los sprinters, los 202 km entre Rodez y Carcassonne, con altas temperaturas, y dos jinetes como Politt y Honoré poniendo en jaque al pelotón. Pero era un día marcado para una volata y allí se impuso Jasper Philipsen (Alpecin), por muy poco, sobre Van Aert, Pedersen y Sagan.

La tercera semana nos dejó una guerra que fue más psicológica que real, entre Vingegaard y Pogacar. Parecía que se igualaban las fuerzas entre Jumbo y UAE, ya que los holandeses perdían por Caída a Kruijswijk, mientras que Roglic abandonaba para afinar su puesta a punto en La Vuelta (21º en la general, a un mundo de todo). En el equipo de los Emiratos, Soler llegaría fuera de control por unos problemas estomacales a la meta de Foix, en un esfuerzo que le honra por no querer bajarse de la bici. Y Rafal Majka, fiel gregario de Pogacar, retirado por una extraña distensión en el muslo.

Para la etapa de Foix la fuga tuvo otra oportunidad para alcanzar la victoria, en un recorrido duro, con el Mur de Péguère, donde Hugo Boule (Israel) resistió muy bien la persecución de Jorgenson (Movistar) en un quiero y no puedo en los kilómetros finales, con su compañero Woods al acecho. La doble jornada de los Pirineos tenía terreno suficiente para dinamitar todo, aunque al final, el increible estado de forma de Vingegaard hizo el resto. La etapa de Peyragudes, previo paso por Aspin, Horquette d'Ancizan y Val Louron, se disputó a ritmo endiablado, el que quiso McNulty para Pogacar, que dejó en la cima de Val Louron a los dos capos, mano a mano. El resto fueron jugando con sus fuerzas, calculando de cara a la general. Victoria para Pogacar en el sprint con el líder danés.

En Hautacam las cosas serían muy diferentes. Aubisque, el inédito Spandelles (10 km al 8%) y la interminable subida a Hautacam. Un buen trabajo de Kuss y también de Van Aert en la subida final -se había infiltrado en la fuga del día-, permitieron una cómoda victoria de Vingegaard, con un minuto sobre Pogacar, reafirmando su Tour perfecto. Aunque todo pudo ser muy diferente, en la traicionera bajada de Spandelles, Vingegaard casi besa el suelo y Pogacar sí lo hizo. Chapa y pintura. Apretón de manos. Foto para la historia.

Vingegaard y Pogačar, tras la caída del esloveno en la etapa de Hautacam. Captura de imagen de RTVE

Un colofón que se confirmó en la bella crono de Rocamadour, el pueblo de la montaña caliza, donde el líder le saca unos 17 segundos a Pogacar, desterrando hipótesis sobre qué hubiera ocurrido sin un colchón tan amplio entre los dos.

En definitiva un Tour bello en todos los sentidos, de los más bonitos de las últimas dos décadas. En Rocamadour vence el mejor ciclista del mundo en la actualidad, un tal Wout Van Aert, protagonista en casi todos los lances de la carrera, destrozando los puntos del maillot verde. La fiesta de Jumbo volaba por cualquier sitio, el día anterior, en la etapa de Cahors, Christophe Laporte se anticipa al grupo, en una llegada que le venía como anillo al dedo. Y en París, segunda victoria al sprint para Philipsen, la joya velocista del Alpecin.

El Tour más rápido de la historia, a más de 42 km/h, nos redime de muchas cosas. De un Giro aburrido y de unas ediciones demasiado sosas. El hecho de que el chaval intratable haya caido también reconforta, no sabremos si hay o no Imperio Pogacar pero Jonas Vingegaard aparece como una figura de su nivel para pruebas de tres semanas. Geraint Thomas (Ineos) queda en una merecida tercera posición, con su calculadora subiendo, fue el primero de los humanos. Y ya la lista justa de la general, con Gaudu -muy regular-, un Vlasov que ha ido de menos a más, o viejos rockeros como Quintana, Bardet o Meintjes. Brindemos por este nuevo ciclismo, en el que los navarros de Movistar parece que no tienen hueco, y esto sí que es una mala noticia para cualquier aficionado al más bello deporte...


Más información, clasificaciones y perfiles de etapa en la web oficial del Tour de Francia.

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