"Sí Bullying, sí bulan"

El reciente caso de Bullying a Saray, una niña colombiana de 10 años, en su colegio nos ha abierto una brecha de dolor para quienes hemos migrado y llevamos años en este país

una chica snetada sobre un árbol con una serpiente podría ser una metáfora del bullying
Ilustración de la artista Daniela Ortíz.

Cuando toda una comunidad y el propio sistema ningunean a quienes serán las próximas personas que entrarán en la ruleta de la vida productiva, hablamos de un "fallo"; y permítannos decirles que de fallo tiene más bien poco, porque esa es la fórmula que persiste en nuestras sociedades donde el adultismo rige qué o quiénes manejan el discurso y anteponen lo que es "importante".

Seamos honestas, cuando crecemos olvidamos que también fuimos niñas y que durante ese proceso varios traumas atravesaban nuestros cuerpos y nuestras emociones; sino, ¿por qué íbamos a olvidar esa primera y valiosa etapa de nuestras vidas? Es un acto de supervivencia, porque sabemos que en esos inicios no somos más que marionetas de un sistema que nos utiliza para el consumismo y para arraigar las fórmulas que mantendrán intactos los cimientos estructurales de una sociedad enferma y estereotipada.

Sólo quienes padecen o han padecido las múltiples formas que pueden violentarte desde tus "iguales" (teniendo en cuenta únicamente el factor etario), sabemos que las cicatrices que arrastraremos o las consecuencias de ello persistirán en nosotras por siempre y que; aunque hagamos un trabajo terapéutico para poder recuperar un atisbo de valía y amor propio, la ansiedad y la tristeza no desaparecerán, sólo apaciguarán.

No son actos aislados de "envidietas", "rabietas", "problemas de casa", etc. Dejemos de restar peso en el asunto y hagámonos responsables. Lo que ocurre en la infancia es consecuencia de unas estructuras históricamente conservadas en la ley del más fuerte, la supremacía racial, los estándares de belleza, el patriarcado, la productividad, las fobias hacía la otredad, las apologías al odio, el racismo, etc.

El reciente caso de Bullying a Saray, una niña colombiana de 10 años, en su colegio nos ha abierto una brecha de dolor para quienes hemos migrado y llevamos años en este país. Nos remueve y nos lleva a hablar desde la experiencia desde nuestra piel curtida bajo miradas de desprecio de quienes creen que exageras, que te victimizas.

"Sudaca", "puta sudaca", "negro de mierda", "vuelve a tu país"... Son palabras que emergen de un odio racista no gratuito y no aislado, que nos lleva aprender a callar y no contestar porque te avergüenzas de lo que eres y no llegarás a ser. Es mejor intentar pasar desapercibida, aunque todo tu ser te delate. Odias tu cuerpo, tu cara, tu piel marrón, piensas que no eres suficiente, que nunca vas a ser querida, que no vas a tener amigos. Así que agachas la cabeza; y poco a poco te vas olvidando de quién eres, vas callando violencias para que te dejen estar. Terminas diciendo que nunca has vivido racismo, que siempre te trataron bien, guardas en un cajón todo ese dolor y lo cierras muy fuerte. Creces con un puño en la garganta y en el corazón una daga.

Salir a la calle, ir al colegio, a tu puesto de trabajo, a una discoteca, supone casi siempre violencia. Te persiguen haciendo la compra, te paran, te registran y prefieres callar para que no piensen que te estás victimizando y que es solo una broma, que aquella persona que te insultó no sabía lo que hacía, que no es para tanto. Entonces, creces pensando que algo en ti está mal, que lo estás haciendo mal.

Buscas seguridad en algunos espacios; aunque, aún eres pequeña, eres una niña, y no sabes aún, que la seguridad solo la vas a encontrar en tu comunidad. Sin embargo, esa misma comunidad está lejos de ti también, porque no hemos venido buscando el placer del turismo; hemos dejado gran parte de nuestras raíces y si simplemente, no podemos volver, ¿por qué no enseñan en los libros las historias que atraviesan a nuestros países moldeados en el colonialismo, como si de un eterno bullying se tratara?

El racismo es un pie de esta estructura violenta y está metido a fuego en quienes, desde su privilegio, señalan tu falta de aguante y tu excesiva sensibilidad. Así que, si te sientes mal, si no lo aguantas; pues regresa a tu país... Esa es la simple lectura de quienes prefieren ignorar la responsabilidad histórica de nuestra situación. Nadie quiere estar lejos de su tierra, de lo que quiere, de lo que es parte.

Tanto el cuerpo como la piel toman forma a la luz del racismo. Donde ser negro o marrón siempre implica algo más, una posición en la sociedad. La marca corporal no se relaciona tan solo con el color de la piel; sino, además, con el prejuicio que se hace continuamente a todo lo que no sea blanco, poniendo aprueba continuamente nuestra cultura, lenguaje e intelecto.

A quienes habitamos cuerpos racializados, nos lleva a mantener una constante comparación e insatisfacción con nosotras mismas. ¿No es desgastante y doblemente doloroso intentar estar huyendo del odio; y a la vez, buscando aprobación?

Así pues, "sí Bullying, sí Bulan". No son cosas de "niñxs", son cosas que están en el día a día. Están en el mercado, en la política, en el individuo, en la familia, en el trabajo, en las relaciones interpersonales, en la música, en los libros, en el cine, en el deporte, en los medios de comunicación.

Está en todas partes, en ustedes y en nosotrxs, sobreviviendo a un sistema que no deja de decirnos que nos somos ni seremos nunca perfectxs; pero que, sin embargo, somos necesarixs para sostener privilegios.

Autor/Autora

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies