La filosofía es, muy resumidamente, ese conocimiento o ciencia que estudia la eterna pregunta de la Humanidad desde que el mono que somos perdió el pelo: ¿qué sentido tiene esto de la vida?
Si somos un experimento de esos seres, con un humor tan negro que me niego a creer que existan, los dioses, creo que les hemos salido rematadamente mal.
Y es un desperdicio porque las casualidades biológicas y evolucionistas que se han dado para que estemos ahora, como desde hace milenios sin respuesta, haciéndonos esa pregunta, si que es un milagro en toda regla, más teniendo en cuenta, todo lo que hemos hecho para masacrarnos mutuamente desde el comienzo de nuestra andadura terráquea.
Todo esto para decir que los reinos, los imperios, los sistemas políticos pasan y la humanidad (más o menos maltrecha) permanece.
La geopolítica histórica es clara al respecto, éste sistema no permanecerá, como todos los anteriores caerá, la pregunta es como y cuándo, pero la respuesta a eso es más para oráculos que para expertos en política internacional.
Hay signos preocupantes, la guerra se nos acerca, ya no está en cómodos lugares lejanos sufrida por tercermundistas de nombres impronunciables, está aquí, en las mismas fronteras de la vieja Europa. Esa Europa que, con la segunda masacre mundial, creyó estar ya vacunada de esos males, que le afectaron durante siglos.
Estábamos camino del progreso, de los días felices, del triunfo del modo de vida europeo. Pero el capitalismo necesita crisis, es su forma de progresar y una vez más estamos en ello, camuflándolo como siempre, pero en otro de esos procesos que con diferentes formatos, van haciendo que la desigualdad social se vaya acentuando con cada una de esas crisis.
No es conspiranoia, es que este sistema de libertarismo capitalista desbocado es tan imperfecto que responde perfectamente a sus fines últimos: mantener el privilegio por medio de evitar a toda costa el reparto equitativo de los bienes comunes de la Humanidad.
Rusia ahora actuando de agente del capitalismo, mientras los Estados Unidos se frotan las manos y, entretanto, movimientos en el (para nosotros) Lejano Oriente, poniendo sobre la mesa el poderío militar del país capitalista estatal más brutal que es China, frente, claro está, a la aparentemente única superpotencia que debía quedar en el mundo tras la Guerra Fría.
Al final, el sufrimiento de quienes padecen las guerras y sus consecuencias, para la minoría de la Humanidad que ha sojuzgado al resto de sus congeneres desde la noche de los tiempos, con diferentes formas pero con el mismo resultado, es indiferente.
El negocio siempre ha funcionado, no nos equivoquemos, para los privilegiados no es una tragedia ni un fracaso esa deriva constante de la Humanidad, no es, ni más ni menos, que la forma en la que ellos creen que se ha de llevar el negocio.
A veces se les escapa de las manos...¿o no?
Puede que esa parte de la Humanidad que considera la guerra como el mayor fracaso de las relaciones entre los humanos,o la miseria como un mal a erradicar en un futuro brillante, no vean que, convencer a quienes manejan los resortes con ese ideal futuro de la especie, de la hermandad, y la igualdad, es un empeño inútil, en el que generaciones y generaciones han fracasado.
Hoy tenemos más cerca que nunca (siempre es así, claro) el que se cumpla el viejo dicho de que la avaricia rompe el saco, porque ir hacia un conflicto mundial haría que se cumpliera la profecía de que tras esta guerra la siguiente se libraría con piedras y palos y, por desgracia, no me cabe duda de que se libraría, más pronto que tarde.
La paz, ese corto periodo extraordinario entre dos guerras, es el estado natural de la humanidad. Al parecer, y por desgracia, el conflicto pues, es siempre el mismo: los que quieren quedarse todo frente a quienes se les niega hasta lo más elemental.
Y si ese sistema no cambia, la Humanidad seguirá con el conflicto hasta su extinción. Si la inteligencia es un bien común, que lejos estamos de ser ricos. Los sistemas no sienten empatía. Esperemos que las cucarachas, nuestras herederas, sean más inteligentes: al menos entre ellas no hay clases sociales, ni guerras.
Queridos dioses: habéis fracasado... ¿o no?
La primera parte de esta reflexión la tienes en Geopolítica para cenutrios.